Capítulo 19

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 DAHLIA 

Taché otro día más en el calendario, suspirando, me sentía agotada y con un terrible dolor de cabeza. No había conseguido dormir nada, sus palabras se repetían en mi mente, rompiendo poco a poco mi corazón. No podía olvidar la mirada llena de decepción que me dio, como si él hubiera esperado más de mí.

Los chicos intentaron sonsacarme cuando llegué lo que me pasaba, sin suerte alguna. Creo que no lo había admitido hasta que Oziel me lo preguntó, pero realmente sí caí en sus encantos, me había enamorado de él.

Idiota. —Me dije.

Eso era, una idiota. A quien se le ocurriría enamorarse de una persona que no es capaz de saber lo que quiere realmente. Yerek solo ansiaba su libertad y yo no estaba entre sus planes para conseguirla. Además, él ya tenía a Eris.

—Él ya tenía alguien a quien amar y yo ilusionándome. —Susurré mirando la foto en la que salíamos los dos—. Ilusionándome de alguien que nunca fue mío.

Negué soltando una pequeña risa sin gracia, miré otras fotos que nos hicimos el día del acuario. Hasta que vi una en especial, en ella solo salía yo distraída mirando los peces. Yerek debió hacérmela cuando me vio distraída. Yerek... Debía olvidarlo de una vez por todas.

Esto estaba llegando demasiado lejos. Cuando llegué todo era nuevo, la curiosidad me mataba por descubrir cada detalle de este mundo. El pensamiento de intentar volver siempre venía a mí, pero pensaba... ¿Y si me quedo un día más?

Y día tras día me fui adaptando, a veces casi olvidaba de dónde venía. La gente me había aceptado y ya formaba parte de sus vidas, o al menos de algunos de ellos. Aquí tenía personas que me querían, que se preocupaban por mí de verdad, y allí... Allí solo tenía a mi hermana y mi abuela.

¿Y si ya se habían olvidado de mí? Quizás ni si quiera me echaban de menos.

Todo este tiempo me había hecho a una nueva yo, una nueva vida, pero creo que ahora había comprendido que no eran tan distintas, y por mucho que intentara cambiarlo, yo seguía siendo yo.

Me pasé las manos por la cara cansada, acercándome a la cama. Levanté la almohada y saqué el grimorio que estaba escondido.

Ese libro... Había sido el causante de todo.

Ahora las circunstancias eran más complicadas, los chicos, el CM, los ataques, Yerek... Este mundo era realmente peligroso, había visto decenas de cadáveres en cuestión de días, la gente parecía matar sin remordimientos. Quizás mi padre tenía razón, mi abuela estaba loca y ahora yo también, a lo mejor habría sido más fácil aceptar mi vida allí tal y como era.

Me senté en el escritorio, arrancando una hoja de mi cuaderno, y comencé a escribir. En total hice 6 notas, Kassia, Fred, Mat, Selene, Kendrick, Oziel y... Yerek. Quería despedirme de ellos, pero sabía que si lo hacía en persona no me dejarían marchar.

Pasé de página para dibujar algo en él, si volvía a casa quería llevarlos conmigo de alguna manera, y que ellos me recordasen. Pasé las páginas lentamente, viendo todos los dibujos que había hecho en este tiempo, los chicos, la sede, sitios a los que fuimos como el lago... Yerek, Yerek en el acuario, Yerek y yo en el jardín...

Agarré el lápiz, el cual estaba a punto de gastarse, y empecé con el dibujo. Cuando terminé, lo arranqué metiéndolo en el sobre junto a las notas, lo firmé con mi nombre, y lo dejé sobre el escritorio.

—Tal vez... —Aburrida pensé en llamar a Oziel, hice un intento de sonrisa peinándome. 

Cerré los ojos tirando mi cuerpo hacia el colchón antes de susurrar su nombre, ¿Vendría? 

LAS MURALLAS QUE NOS RODEANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora