Capítulo 24 [✓]

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 DAHLIA 

Mis días se habían vuelto rutinarios desde que llegamos a la cabaña, me levantaba, desayunaba, limpiaba, pintaba y me acostaba. Yerek parecía seguir ocupado y pasaba bastante tiempo en el despacho, aunque a veces también salía, pero no daba más explicaciones al respecto. Ya habían pasado 6 días desde que vinimos y 4 desde que Yerek y yo tuvimos la conversación en su despacho.

Como era de esperar seguía nevando, no sé cuánto tiempo duraría aquí el invierno, pero deseaba que acabara pronto, estar encerrada con Yerek a veces era un tanto incómodo. Taché otro día más en el pequeño calendario que hice en mi libreta de dibujos, 11 de diciembre. Había decidido arrancar su retrato de esta, escondiéndolo para que ni él, ni yo lo viéramos, ya tenía suficiente con verlo todos los días en persona como para tenerlo también en mi libretita de confort.

En esta también comencé a apuntar todo lo que descubría de la CM, o cosas que me ocurrían, como hace dos días. Estaba en la biblioteca del despacho escogiendo un libro nuevo el cual leer de toda la colección de Yerek, me había dado permiso para coger los que quisiera y tenía que admitir que ya había acabado con unos cuantos. Estaba por salir para ir a mi habitación, hasta que el sonido de alguien tocando en la puerta me puso en alerta, lo más extraño es que Yerek fue tranquilamente hasta ella y se puso a hablar con el hombre siniestro que esperaba afuera. Yo me escondí tras la pared para escuchar sin ser vista, pero lo único que logré captar fue:

''Te pedí... eran 7 viales...''

Eso es todo, a veces odio mi capacidad auditiva humana, en estos casos no me importaría ser una mestiza como él. No llegué a escuchar lo que decía el hombre, pero Yerek parecía algo molesto, me había estado evitando todos estos días, yo sin embargo, estaba acostumbrándome a su personalidad, aprendiendo a entender sus comentarios irónicos y sus expresiones inexpresivas, intentando disfrutar los pocos momentos junto a él, a su manera.

Miré el atardecer en el cielo, pensando en que hacer, realmente estos días habían sido horriblemente aburridos y lo peor es intentar hacer cosas, pero no encontrar el que hacer. Me había quedado sin inspiración para dibujar, y estaba leyendo uno de los libros sobre la historia de la ciudad, pero se me estaba haciendo demasiado pesado.

Finalmente, decidí hablar con Yerek, ya era hora de retomar nuestra conversación pasada. Quería saber más, tener más información del enemigo, quería estar preparada para cualquier situación que se nos pusiera por delante.

Fui hasta su despacho sabiendo que se encontraría allí, por estas horas siempre se metía para trabajar en no sé qué cosas suyas. Me paré delante de su puerta, decidida, sabiendo todo lo que le diría a ese mutante depresivo.

—Deja de acosar mi puerta y entra, Dahlia.

Me reí de lo que dijo negando, era seco, pero tenía su gracia. Abrí la puerta viéndolo escribir en el teclado de su ordenador, las cortinas estaban medio cerradas y lo único que iluminaba el lugar era la lámpara del escritorio. Me senté con cuidado de no repetir mi espectáculo de la otra vez con la silla, crucé las piernas, y él dejó lo que estaba haciendo para apoyarse en sus nudillos, con cara de cansancio. Lo miré curiosa al ver su porte más agotado de lo normal y discretamente le miré los brazos, notando sus venas marcadas de color negro, lo cual me preocupó un poco.

—Tranquila no me transformaré y te comeré. —Al parecer no había sido tan discreta como quería—. Aunque lo de comerte lo podemos negociar. —Dijo con una sonrisa de medio lado—. Aún no me he olvidado de lo que me...

—¡Yerek! — Le grité avergonzada, provocando su risa.

—Bueno doña puritana. —Rodé los ojos al escucharlo— ¿Qué querías?

LAS MURALLAS QUE NOS RODEANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora