Capítulo 25 [✓]

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 DAHLIA 

Después de lo ocurrido en el bosque, Yerek y yo nos volvimos más cercanos, pasábamos más tiempo juntos y siempre que podía me ayudaba a limpiar la cabaña, aunque desde luego no me dejaría salir sola de nuevo. Todo era mucho más fácil ahora que nuestra convivencia mejoró, afortunadamente. 10 días, 10 días eran lo que llevábamos juntos y he de decir que estaba contenta de poder conocer un poco más al chico cerrado y frío que tanto me llamaba la atención desde el primer día.

—¡No! Yerek, los vampiros no son lo mismo que los hombres lobos. —Me pasé las manos por la cara buscando paciencia, ya se lo había explicado 10 veces—. Los hombres lobos se transforman en lobos y los vampiros beben sangre.

—¿Y no se transforman en nada?

—¡No!, ya te dije antes que no.

—Vaya muermo, entonces me gustan más los hombres lobos. —Dijo, mirándome sin entender como era que me gustaban más los vampiros—. Realmente no te entiendo, nena, ellos son mejor.

—Por supuesto que no, los vampiros son guapísimos. —Me crucé de brazos ofendida.

—Y están muertos ¿Te gustan los muertos? —Lo miré mal.

Iba a insultarlo cuando se me ocurrió algo mejor, él siempre estaba molestándome y poniéndome nerviosa con sus contestaciones insinuantes, creo que es justo que yo lo haga también.

—No, me gustan los mutantes. —Respondí, dándole mi mejor sonrisa.

—¿Y esos dónde salen?... Ohh. —Me miró sorprendido cuando se dio cuenta—. No me extraña, los mutantes somos mil veces más guapos, fuertes e inteligentes que los vampiros. Solo tienes que verme para darte cuenta.

Me reí y volví a poner mi atención en el pastel que estábamos intentando hacer desde hace dos horas. Suspiré buscando los demás ingredientes que Yerek se había molestado en comprar. Tuvimos que repetir la mezcla más de una vez, ya que este siempre se equivocaba echándole cosas de más o acababa por quemarse. Esta sería la buena, pensé convencida.

—¿Te ayudo?

—¡NO! —Carraspeé—. No. —Le sonreí—. No te preocupes, yo puedo sola.

—Como digas. —Levantó los hombros, indiferente y se fue a sentar en el sofá.

—Hombres... —Negué con la cabeza divertida.

✶✶✶

—¿Quieres decir que ella si sabía que a ti te gustaba? —Me señaló con la cuchara.

—Mjum. —Contesté masticando el trozo de pastel.

—Que asquerosa, a eso no se le puede llamar amiga. —Masticó el trozo de pastel antes de volver a hablar—. Aunque bueno yo no sé mucho de amistad, nunca tuve amigos.

—¿Y Terenzio, Matvey y Oziel? ¿Ellos no eran tus amigos?

—No, eran mis hermanos y Oziel era mi mano derecha en el equipo.

—Entonces yo seré tu amiga. —Le dije sonriendo y él me miró de reojo.

—¿Y quién dice que quiero una amiga humana?

—¿Quién no quiere una amiga humana? —Bromeé y él sonrió mirando su trozo de pastel.

—No sé si te quiero como amiga... Exactamente.

Susurró, pero lo escuché perfectamente ¿Él no quería ser mi amigo? ¿Entonces que quería? Terminé de comer en silencio, decepcionada de su respuesta, Yerek se mantenía en silencio también, moviendo la comida de un lado a otro en el plato.

LAS MURALLAS QUE NOS RODEANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora