YEREK
Estaba terminando la última serie de mi entrenamiento diario cuando la música dejó de sonar. Dejé las pesas que tenía en la mano y miré el cacharro que había conectado a mis cascos para intentar averiguar cuál era el fallo. No tenía muchos botones, y las pilas estaban nuevas, sin encontrar el fallo le di un golpe, haciéndolo así funcionar de nuevo.
—Maldito trasto... —Susurré para mí mismo.
Aunque no fuera de las últimas tecnologías del CM, el aparato me permitía reproducir aquellas canciones que más me gustaban, cosa que las radios de los demás no hacían. La música y el ejercicio físico eran lo único que conseguían distraer mi mente, aparte de que la rutina de cada guardia mestizo empieza y termina por el ejercicio, aquí si no tienes fuerza, estás muerto. Así que tener ese trasto era casi un privilegio.
Me intenté secar el sudor de la frente con el dorsal de mi brazo, sin mucho éxito, me encaminé hacia las duchas dando por terminado el entrenamiento. Las duchas estaban conectadas con la sala principal del gimnasio, por lo que era más práctico.
El baño no era el más lujoso de la sede, pero las duchas al menos estaban separadas por cubículos, con lo que mantenían la privacidad. Desgraciadamente estas no tenían agua caliente, por suerte mi piel tiene la habilidad de aclimatarse a cualquier ambiente mucho mejor que la de los humanos. Esto hacía que no tuviera frio, ni calor en exceso.
Dejé el agua fría recorrer mi cuerpo, era la mejor sensación, el frío después del calor y sudor. Por un momento pensé en la chica de la fiesta, —Dahlia— Saboreé cada letra de su nombre, era igual de perfecto que la dueña a la que le pertenecía. Esa chica hacía que me volviera loco, ¿A quién se le ocurriría tener sexo en el baño de esa fiesta...? Y menos con alguien que no conoce.
Suspiré intentando sacarla de mi mente. Ella tenía algo que me atrapaba... Y descubriría lo que era. Pero tenía que tener cuidado, si la CM descubría que no era de aquí querrían atraparla y sacarle información torturándola de las peores formas posibles.
Por un momento me reí, recordando como intentó hacerme creer que no la había visto porque no salía de la sede.
Qué inocente flor. —Pensé.
Si supiera que fui el primero en enterarme de su llegada...
También recordé la conversación con Terenzio... Sin darme cuenta me había quedado inmóvil bajo el agua, pensativo.
No. No podía dejar que esos pensamientos me persiguieran. Fue una simple fiesta, una chica más. No había nada de nuevo en ella, lo único que debía hacer era alejarla de la CM. Y de mí.
Terminé de enjuagarme y salí liándome una toalla en la cintura, al estar enfrente del espejo flexioné el brazo derecho marcando mis músculos fuertes, el tatuaje de una serpiente rodeaba mi brazo en su totalidad. No es por ser egocéntrico, pero entendía perfectamente porque llamaba tanto la atención de las mujeres, era el prototipo perfecto que todas deseaban, buen físico, una personalidad dura e inquebrantable y una buena gran polla. Miré mis ojos en el reflejo del espejo, encontrándome con ese verde tan inusual y me sonreí a mi mismo al darme cuenta del poco sentimiento que podías encontrar en ellos.
Pasándome una mano por el pelo salí a los vestuarios los cuales por suerte estaban vacíos. Era de madrugada y a la gente no le gustaba entrenar a esa hora. A mí sin embargo me parecía la mejor.
Me vestí rápidamente, secándome con la misma toalla el pelo dejándolo un poco húmedo para que se secara con el aire y salí dirigiéndome a mi habitación pensando en todo lo que debía hacer hoy. En la tarde tendría que reunirme con unos socios, suspiré frustrado recordándome que eso me daría aun más dinero.
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LAS MURALLAS QUE NOS RODEAN
Fiksi IlmiahSinopsis: La vida de Dahlia nunca ha sido fácil... Una familia desestructurada, una carrera indeseada y un futuro que la inquieta. Pero todo cambiaría en una sola noche, cuando al despertar, se da cuenta de que ya no está en casa. Una realidad par...