❀ DAHLIA ❀
No podía parar de pensar en lo ocurrido hace unos días, estaba en el invernadero regando las plantas, pero mi mente estaba muy lejos de mí. Por culpa de esto mis tareas se habían complicado, me costaba prestar atención a lo que hacía, su diálogo se repetía en bucle en mi cabeza. No debí haber quedado con él, no debería haber caído en su trampa... Tenía miedo de no saber qué pasaría de ahora en adelante con Yerek, tampoco sabía cómo contactaría conmigo cuando quisiera verme.
A lo mejor tengo suerte y se cansa de mi... —Pensé suspirando.
Miré la maceta frente a mí al notar mis pies mojados y maldecí al ver que el agua había empezado a rebosar.
—¡Mierda no, los tomates! —Dije angustiada al ver que había hecho lo mismo que Fred.
Me puse de rodillas sin importar que me manchara y con las manos empecé a sacar toda el agua posible, sin poder controlarlo las lágrimas ya corrían por mi cara. Me sentía estúpida al llorar por unos tomates, pero esto solo había sido el detonante de todo lo que llevaba dentro estos últimos días. Odiaba el giro que había dado mi vida y todo por culpa de no escuchar, puede que, si hubiera escuchado ese día a mi padre ahora no estaría pasando por esto y poniendo a mis nuevos amigos en peligro.
La angustia por las palabras de Selene tampoco se iba, ¿Qué quiso decir con que la muerte me rodea? No entendía nada. Me pasé la mano por la frente apartando los mechones de pelo, manchándome la cara de paso, suspirando rendida me senté en el suelo, abrazándome las piernas. Me costaba respirar con normalidad por el llanto, intenté calmarme mirándome las manos sucias llenas de barro. Intenté limpiarlas en el delantal que me había regalado Kassia, pero solo conseguí esparcir la tierra mojada aún más —¿Cómo podía tan siquiera llamar su atención? Soy patética
—¿Te encuentras bien? —Levanté asustada la mirada encontrándome con un chico que nunca antes había visto. Era de ojos marrones, y tenía un lado del pelo castaño y el otro blanco, era muy guapo, aunque parecía unos años más joven que yo. Bajé la mirada, terminando de examinarlo y entonces vi su uniforme. Me traté de poner de pie, pero mi cuerpo se había paralizado.
—Eres de la CM... —Me encogí aún más en mi lugar.
—Tranquila, no quiero hacerte daño. —El chico se agachó para estar a mi altura, sin embargo, aún era más alto. Me sonrió amigable, pero después de lo de Yerek, ya no confiaba ni en mi propia sombra—. Por favor, cálmate.
Cerré los ojos contando hasta 10 para tranquilizarme, eso era lo que recomendaba mi psicólogo cuando tenía ansiedad, y es verdad que a veces funcionaba. Cuando sentí mi pulso más calmado y ya podía respirar normal volví a abrir los ojos, por un segundo esperaba que ya no estuviera, que fuera una simple pesadilla más, pero no fue así. Su mirada seguía sobre mí, lo que me hacía seguir tensa, aunque no parecía tener maldad en los ojos y de hecho aparentaba ser bastante inocente.
—¿Qué quieres y que haces aquí? —Pregunté con la voz temblorosa.
—Mi jefe me envió por ti. No te preocupes por el cómo te localicé, no chivaré información de donde está la sede. —Me sonrió intentando aligerar la tensión que había.
—¿Tu jefe? ¿Te refieres a Charles, no? —Sentí mis ojos picar por las lágrimas al preguntar eso.
—No, ese no es mi jefe —Se rio—. Él es más bien mi dueño, mi jefe es el Capitán Yerek.
—No sé quién me da más miedo la verdad. —Me reí por primera vez en el día—. Yerek es... intimidante.
—Sin duda, sino, no sería tan buen jefe. Y respecto a lo primero, estoy seguro de que preferirías a Yerek mil veces. —El chico levantó una de sus cejas divertido y yo ladee la cabeza sin entender—. Además, algunas dicen que es muy bueno en la cama, así que...
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LAS MURALLAS QUE NOS RODEAN
Ciencia FicciónSinopsis: La vida de Dahlia nunca ha sido fácil... Una familia desestructurada, una carrera indeseada y un futuro que la inquieta. Pero todo cambiaría en una sola noche, cuando al despertar, se da cuenta de que ya no está en casa. Una realidad par...