❀ DAHLIA ❀
El tic-tac del reloj interrumpía el silencio incómodo que se había creado desde hace rato en aquella insípida y blanca sala. La seria mirada del Dr. Petrov no se apartaba de mí, me incomodaba ver como apuntaba cada mínima cosa que hacía, como si fuera de suma importancia. Llevaba un año asistiendo a su consulta, según mi padre esto me ayudaría a ser más productiva y dejar mi "estúpida ansiedad" —Como lo llamaba él—, atrás. La voz del Dr. hizo que saliera de mi ensoñación.
—Dime ¿Cómo te sientes últimamente?
—Bien. —Me limité a contestar, poniendo mi atención en el lento movimiento de las bolas metálicas, el tono asertivo que usaba no hacía que confiara más en él. Yo sabía porque iba a sus citas, y él también.
—Nikolái me comentó que esta semana estás algo más conflictiva de lo normal ¿Hay algún factor externo que te preocupe? ¿Has tenido algún problema en la universidad?
Intenté contenerme para no darle una mala mirada chasqueándome las uñas e hincándolas un poco, disimuladamente, en el reposabrazos del sillón.
—Está todo bien, todo sigue igual. Apruebo los exámenes que es lo importante, ¿no? La relación que tenga o no con mis compañeros y profesores es algo secundario.
—Y con tu padre, ¿ha pasado algo esta semana para que haya cambiado tu actitud? —Dijo mientras volvía a apuntar en el bloc.
—Volvió a castigar a Liah sin motivo alguno, y no me pareció bien. Así que no me quedé callada y me castigó a mí. —Siempre preferiría que me castigase a mi antes que a mi hermanita—. Desde entonces finjo que no le escucho y me va mejor.
—Dahlia, ya hemos hablado de esto... Entiendo que tu carácter pueda chocar con el de tu padre, y que sientas algún tipo de obligación de proteger a Liah, pero debes recordar que sigues viviendo en su casa, por lo que debes respetar tanto sus normas como la educación que le dé a tu hermana.
Miré por el gran ventanal que había tras él mientras hablaba, ignorándolo. Estaba nublado, eso me hacía sentir mejor, era como si el tiempo me acompañara en cómo me sentía. El Dr. Petrov siempre me repetía lo mismo... No comprendía qué función tenía la terapia si realmente no me entendía, ni quería hacerlo. Mi padre y él fueron juntos al instituto, y al reencontrarse y descubrir que era psicólogo le pareció una genial idea que me ayudara con mi "mal comportamiento", aunque en realidad solo era una excusa para tenerme aún más controlada. Quizá si él no fuera así de gilipollas, no lo tendría que ser yo también.
—¿Dahlia? —Preguntó apoyando los brazos sobre la mesa, llamando mi atención.
—Sí, lo entiendo. —Asentí sin estar de acuerdo.
—Quizás el estrés de los exámenes te está afectando en ese sentido ¿Has notado mejoría con las últimas pastillas que te receté? —Dijo mientras tecleaba, buscando mi informe en el ordenador—. Si no, puedo subirte la dosis.
—Sí, pero no me dejan dormir. —Me miró antes de volver a centrarse en la pantalla—. Las otras se me acabaron la semana pasada.
—Nunca había escuchado que provocaran insomnio. —Se quitó las gafas mirándome con algo de desconfianza—. Pero si es así deja de tomarlas y con respecto a las otras, te las recetaré de nuevo. Debes tomar una después de cada comida, como siempre.
Asentí con la cabeza, cogiendo el papel de la receta para guardarlo en mi bolsillo, arrugándolo en un puño.
—¿Has vuelto a tener alguna crisis? —Preguntó intentando llamar mi atención, cosa que no logró.
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LAS MURALLAS QUE NOS RODEAN
FantascienzaSinopsis: La vida de Dahlia nunca ha sido fácil... Una familia desestructurada, una carrera indeseada y un futuro que la inquieta. Pero todo cambiaría en una sola noche, cuando al despertar, se da cuenta de que ya no está en casa. Una realidad par...