11. ¡Te pillé!

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"Todos los seres humanos, tal como los conocemos, son una mezcla del bien y del mal; Mientras que Edward Hyde era el único representante del mal puro en todo el ámbito del género humano."





Te he mentido al principio de la historia.

En realidad, no soy Yoongi, pero estoy contando su historia. Quiero que sepas, Jimin, que aunque en este momento no sea Yoongi, lo he sido desde el principio. Desde que nos conocimos. Desde que te vi por primera vez y sentí que te conocía y debía tenerte porque eras perfecto para mí; en todos los sentidos.

Ahora soy el que has creado. Sigo siendo Yoongi, sigo siendo todos, pero alguien diferente. Alguien que ha muerto. Alguien que pertenece a la muerte.

Y mi muerte, eres tú.

Llegué a tu casa y me quedé enfrente de tu puerta. Cerca de allí no pasaba nadie; no había ni siquiera una una miserable alma en pena. Era todo tan sombrío y silencioso, por lo que, un escalofriante pensamiento se me pasó por la cabeza: «nadie me oiría si gritara»

Un gato se subió sobre la muralla y me observó fijamente mientras se acomodaba. Era un gato negro con manchas marrones y tenía los ojos verdes. Parecía que iba a descansar, y yo no sabía muy bien por qué estaba allí. Me giré para volver sobre mis pasos, pero un hedor me llegó.

Conocía ese olor, los animales muertos olían así. Cualquier cosa en descomposición lo hacía. Cuando volví a girarme, vi a otro gato al lado del que ya había visto; era blanco y negro con los ojos amarillos. En el otro extremo de la muralla, se acomodó un gato negro de ojos verdes muy intensos y después, un gato blanco de ojos azules se aproximó a él. El gato blanco estaba manchado de rojo, como si hubiera estado comiendo, o bebiendo, algo... sangriento.

En ese instante, una adrenalina indescriptible se apoderó de mí y trepé la muralla. Como no había nadie que me viera, no traté de ser discreto. Los gatos huyeron cuando salté hacia el otro lado y el olor se hizo más intenso.

Cuando miré a mi alrededor vi una casa modesta, muy bonita; con un jardín delantero pequeño y un pasillo a un costado de la casa que conducía al patio trasero. Tu hogar no era enorme, pero tampoco pequeño. Para llegar a la puerta tenía unos cuantos escalones que deberían subirse si alguien entrara por la puerta, pero como yo había saltado como un delincuente, evité aquel paso.

Me acerqué a la puerta y vi un simpático tapete que tenía el dibujo de un gato que daba la bienvenida. Supuse que no estabas en casa porque las luces no estaban encendidas cuando miré el interior a través de la ventana. Vacilé un momento antes de forzar la cerradura de tu puerta porque no estaba convencido de que lo que estaba haciendo era lo correcto, pero, como si fuera obra del destino, cuando tomé el picaporte, la puerta se abrió. No estaba cerrada; parecía como si me invitases a pasar... Como si estuvieras esperándome dentro.

La puerta rechinó un poco al abrirse lentamente, el interior estaba oscuro. El gato blanco que parecía estar cubierto de sangre se adelantó primero y se detuvo para verme. Cuando le devolví la mirada, maulló suavemente y continuó su camino hasta perderse en una de las habitaciones. Después, entré yo. Di el primer paso y me adentré en la oscuridad.

En una película de terror, la puerta se abría cerrado detrás de mí por sí sola. Sin embargo, en la vida real, una casa encantada jamás te engulliría, a menos que des el primer paso y aceptes tu sentencia de muerte sin saberlo. Y en ese momento, yo mismo me metí en la boca del lobo; yo mismo cerré la puerta detrás de mí y avancé.

AC (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora