21. Snuff.

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Cuando Yoongyu trató de matarme, cayó la primera nevada del año.

No tengo demasiados recuerdos de ese momento, solamente me acuerdo de haber despertado completamente desconcertado, aturdido y rodeado de patrullas y policías que me apuntaban con un arma. Su brazo me rodeaba y me apretaba con fuerza hacia su cuerpo. El cañón de la pistola que le habían dado en la academia se apoyaba con fuerza en mi sien.

Intenté liberarme, pero no pude. Cuanto más me removía, más fuerte me agarraba. A él nunca le había temblado el pulso, siempre había sido tan frío y tan distante y sumamente decidido, pero esa noche, le temblaba la mano con la que me apuntaba. Creo que nos dijimos algo, o puede que yo le pidiera que me soltara mientras lloraba y él le gritaba y amenazaba a la policí con que iba a matarme si trataban de detenerlo. No recuerdo, pero me acuerdo de que había caído la primera nevada; los copos de nieve se acumulaban en el suelo y en los pliegues de mi ropa mientras sentía que me asfixiaba.

Entonces, alguien le disparó cuatro veces. El primer disparo provino de una dirección desconocida, el impacto le obligó a soltarme y yo me caí de rodillas. Los tres disparos restantes fueron disparados por el oficial con el que estaba negociando y fue abatido hasta toparse con el límite del puente, por lo que se cayó al vacío... Al helado río Han.

Nunca encontraron su cuerpo.

Después de ese momento, tras tu desprecio y humillación, me desmayé. Mi cuerpo me dolía, la pierna me estaba matando y mi mente colapsó sobre sí misma; como nadie quería afrontar la situación, perdí el conocimiento y desperté al día siguiente en el hospital. Una médica estaba atendiéndome cuando desperté, tú estabas al lado de ella y conversando.

La doctora se percató primero de que había abierto los ojos, tú después, pero no dijiste nada. No hizo falta, tu mirada me dijo suficiente.

Según me enteré, alguien nos había robado. Se llevaron mi identificación y me atacaron. Tú no me conocías, pero estabas dispuesto a pagar la factura del hospital. Cuando la policía me interrogó, tuve que contar la misma mentira.

Mi pierna estaba herida, pero no tuvieron que amputármela, en vez de eso, me volvieron a poner la escayola. Por protocolo, tuve que hacer una denuncia falsa y el resto no le importaba a nadie; que volviera a casa con mi verdugo no era de la incumbencia de la policía, ni de los médicos.

Sabía que tenía que arriesgarme. Podía haberle dicho a la policía que estabas loco y que corría peligro volviendo contigo; o podría haberle dicho eso a la médica, y a los enfermeros que me atendieron, que eras un asesino y que fuiste tú quien me había hecho eso, pero cada vez que tomaba el valor de hacer algo arriesgado, la imagen de ti mismo con aquel bate de béisbol y esas palabras que me dijiste, retumbaban en mi memoria como una advertencia; más bien un recordatorio de que nunca podría escapar de ti... Por eso, no pude decir nada.

Comprendí a Chaeyoung. Ella podía haber intentado de todo antes de recurrir a un asesino para acabar con su agresor, sin embargo, no veía otras salidas.

Yo estaba indefenso; vulnerable. Mi siquiera arrastrándome como un miserable serviría para huir de ti... Ni tratando de matarte.

— Sé que ahora piensas que soy el malo, pero no es así... Hemos iniciado con mal pie. Tú te metiste a mi casa y hurgaste mis cosas como un ladrón y yo tuve que hacer lo que debía — me dijiste cuando volvíamos a tu casa, sobre la medianoche —. Te di una oportunidad y trataste de matarme, sin embargo, seré bueno y te dejaré dormir en una cama esta noche. Si te portas bien, desayunarás algo rico y nutritivo.

No respondí, pero mi silencio fue suficiente afirmación para ti. En ese momento no sabía que habías sido tú quien me atrajo hasta allí; que todo formaba parte de un plan mayor. Sin embargo, me ardería la lengua si no soy capaz de admitir que lo más aterrador de ti no era tu personalidad tan apática ni la sanguinaria obsesión que tenías con tu venganza, sino aquella escalofriante inteligencia de la cual eras portador. Puede que en el pasado hubieras sido un dictador, un rey tirano o, quizás, fueras la encarnación de un dios omnisciente y manipulador.

AC (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora