17. Traidor (parte uno)

396 93 86
                                    

"Eres un maldito bastardo, traidor de mierda, ¡hijo de puta!" Bebí un poco más de leche y le di un bocado a las tortitas con miel que había preparado para mí mientras Sin Nombre, co-consciente, me insultaba.

— Puedes dejar de insultarme, sabes que no me afecta nada de lo que me dices — le respondí. Usted se giró para verme y me preguntó si le había dicho algo, yo negué con la cabeza —. No es con usted, señorito Jimin.

— ¿Yoongi dos te está hablando?

— Sí — asentí — ¿Cómo lo sabe?

— Intuición — se acercó a mí con una taza de té verde, en ese momento, Sin Nombre le insultó de una manera demasiado obscena —, ¿qué pasa con Yoongi? ¿Volverá?

— No lo sé, ¿por qué? ¿Quiere hablar con él?

Tardó en responder, unos tres segundos: — Sí.

— Me temo que se niega a aceptar la realidad, tardará un poco más... Pero, tarde o temprano, volverá.

"Estás completamente esquizofrénico si piensas que voy a dejar a Cachorrito solo con este caníbal, hijo de perra". Podía sentir que me escupía y me miraba con desdén, sin embargo, no podía importarme menos.

— He terminado, muchas gracias — le devolví el plato y usted me dedicó una sonrisa.

"¿No ves lo que está pasando, Haru? ¡Te está manipulando, el muy bastardo desgraciado!"

— No, ¿por qué lo haría? — cuestioné, me parecía ilógico porque había sido muy amable... miré mis piernas... — Bueno...

— Y dime, Haru... ¿Haru alguna forma de que Yoongi vuelva? ¿Hay forma de forzarlo?

Asentí.

— Por supuesto, sería por medio de la hipnosis o... por otros métodos que usted ya utilizó.

— Aquello fue demasiado cruel.

— Puede que sí — hice una breve pausa —, pero funcionó. Ni siquiera conocía a los demás. Ahora sabe más de nosotros que yo mismo o que cualquiera.

"¿A qué perra cosa se refiere, Haru? ¿Cómo que sabe más que nosotros? ¡Joder! ¡Eres tan imbécil, te está manipulando!"

Me rasqué ligeramente el oído, oír su voz chillando en mi oreja era algo molesto. Era como tener a un mosquito molestando todo el tiempo.

— ¿Podría hablarme de los demás?

— Creo que he conocido "al otro" — usted sonrió —, en realidad... es bastante adorable.

— ¿Adorable? — torcí la boca — Es violento, o eso dicen los demás.

— Más que Yoongi dos no creo. No es violento, sino que... — acomodó sus codos sobre la mesa mientras pensaba — El sufrimiento es todo cuanto conoce.

— Como todos.

— Pero él es diferente — contestó de inmediato — ¿Cómo es que se llama? No me ha dicho su nombre.

— Makki. Significa defensa.

— Qué bonito nombre. Le hace justicia — ahora hizo una breve pausa, como si recordara algo — ¿Quieres zumo de naranja?

Asentí.

"¿Por qué sigues dándole tanta información? Robot de mierda. ¡Ya basta! ¡Voy a tomar el cuerpo!"

— ¡No! — exclamé, usted me miró y yo me relajé un poco.

"Vuelve levantarme la voz y te haré un fisting anal con tu propia cabeza, hijo de la gran puta".

— Perdón.

— ¿Sigue hablándote?

— Sí.

— ¿Y qué te dice?

— Que soy un cabrón, hijo de puta, traidor de mierda y que usted me está manipulando.

— ¿Y qué pasaría si tuviera razón?

— ¿En qué?

— En que te estoy manipulando.

— Eso da igual — contesté tomando el zumo de naranja que me había ofrecido —. Le debo a usted la vida. Le devuelvo el favor ayudándole con lo que sea que tenga que hacer, no es necesario que me manipule, haría cualquier cosa para zanjar nuestra deuda.

— ¿Cualquier cosa? — usted cuestionó — ¿Cómo qué? ¿Qué clase de cosas estarías dispuesto a hacer?

— Lo que sea.

Una sonrisa se dibujó en sus labios y si Sin Nombre fuera una persona con su propio cuerpo y estuviera al lado de mí en ese momento, probablemente me habría estrangulado al grito de "¡¿Eres imbécil o qué demonios te ocurre, maldito niñato de mierda?!"

Empujó la mejilla con la lengua y me acercó el vaso con zumo de naranja.

— Ya hablaremos de los términos y condiciones en otra ocasión. Bébete el zumo, anda.

Le di un sorbo, no sospechaba nada. Aunque tampoco confiaba ciegamente en usted y esperaba alguna traición en cualquier momento porque, de todas maneras, aquello no me afectaría de ningún modo, no esperaba que le hubiera puesto una dosis importante de somníferos al zumo.

Sentí un sabor extraño al instante.

— ¿Podría darme un cubito de hielo?

— Claro que sí.

Tan pronto como se levantó, me sentí desorientado.

Usted se acercó con una cubitera y yo mismo agregué el cubito de hielo en el zumo, al ver que no flotaba, suspiré y le miré a los ojos, para ese momento, mis ojos comenzaron a cerrarse.

— ¿Qué le ha echado al zumo, señorito Jimin?

Su sonrisa desapareció lentamente.

— Lo siento — me dijo.

Sentí tanto sueño, mis párpados me pesaban y cuando ya no pude más, cerré los ojos y me quedé inconsciente.

— Pero, debo verla... de nuevo... — fue lo último que alcancé oír de usted.

AC (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora