El día estaba fresco y a diferencia de otros, el cielo se encontraba nublado y gris, parecía que llovería a cantaros, por lo que no dude en abrigarme lo suficiente y tomar mi paraguas, camine con prisa fuera de casa, era muy temprano y aún no despertaban mis padres, en lo posible evitaba encontrarme con ellos, pese a vivir en la misma casa. Al llegar al hospital, no podía creer lo que veía, en la puerta, estaba Ryder, con su típica cazadora negra, sus pantalones flojos, sus botas y flores... ¿Cómo era posible? Él debía estar en la cárcel...suspirando y tomando el valor necesario, camine a pasos cortos y pausados hasta él. Al verme sonrío en grande, como solía hacerlo siempre, formando esos hoyuelos irresistibles en sus mejillas, tragué saliva y lo miré con asombró.
—¿Qué... que haces aquí? —interrogue con temor, su mirada se endureció.
—¿En serio, Andy? Dos putos años en prisión, ¿y tu reacción al verme es esta? — inquiere con dolor, entre un enfado y decepción aparente.
—Lo... lo siento, Ry. Estoy un poco sorprendida, es todo. —miento y sonrió sin ganas, para intentar convencerlo y no se ponga violento. Su rostro cambia y me sonríe con gracia, rompe la distancia entre ambos y me abraza eufórico. Cierro mis ojos con fuerza y suspiro con cansancio, aquí vamos otra vez...
—Esta bien, princesa. Lo entiendo, pero soy yo, tu Ry, estoy libre y esta vez no me dejaré atrapar de nuevo. —afirma con su voz suave, acaricia mi cabello y deja un suave beso sobre él. Trago saliva, asiento quedamente. —, ¿Cómo has estado? Tenemos tanto de que hablar, Ann... —alarga y nos separamos, vuelvo asentir, sus ojos lucen diferente, parece que no se ha drogado o es lo que mi corazón intenta convencerme.
—Ry... tengo mi sesión. ¿Quieres... quieres acompañarme? —inquiero con suavidad, recordando como se ponía cada vez que le pedía que viniese conmigo al hospital, sus gritos y tironeo. Con la misma sonrisa que me recibió, asiente. —, ¿Seguro?
—Claro que sí, Ann. Soy tu novio y es mi deber cuidar de ti. —afirma y abro mucho los ojos por la sorpresa, ¿novios? habíamos terminado una semana antes de que lo llevaran a prisión, además sabia lo que significaba esto, fingiría que cambió, me trataría como siempre quise y hacía al inicio de cada reconciliación, pero luego volvería a ser el mismo Ryder agresivo y con ataques de ira...
—Esta bien, vamos. —acepto con paciencia, intenta tomarme de la mano y lo aceptó por miedo a su reacción si lo rechazo, caminamos juntos hasta la habitación donde ya me esperaba Ester. Quien, al verme con él, niega con su cabeza y hace un gesto de desagrado y decepción. Le pido a Ryder que me espere afuera y él acepta sonriente, entró a la habitación y veo a Ester de espaldas a mí, arreglando las vías y poniéndole el líquido. —, Hola Ester, buenos días...—la saludo y ella se gira a mí con una mueca triste, me agarra de la mano y me lleva al baño, lo más alejada posible de la puerta donde se encuentra Ryder.
—¿Qué hace él aquí, Andy? ¿No estaba en prisión? Mi niña... ¿Cómo es que no aprendes? —inquiere con preocupación, le doy una sonrisa triste, le cuento todo lo que había pasado, el cómo estaba él esperándome en la puerta y el que había terminado con él tal como ella me había aconsejado la ultima vez que ingrese con múltiples golpes y la nariz rota a emergencias y ella me había recibido.
—Ester, tengo miedo...—le confieso, ella asiente y me abraza.
—Te ayudaré lo prometo, Andy... solo déjate ayudar esta vez, ¿sí? —inquiere y asiento repetidas veces.
Me recuesto en la camilla y comienza la sesión, Ester conecta la vía a mi vena, pero estoy tan tensa que duele como los mil demonios esta vez, respiro profundamente un par de veces intentando calmarme, pero me es imposible con él afuera. Ester me apoya con un apretón en mi mano, suspiro con cansancio y me quedo dormida. Al despertarme me muevo un poco nerviosa y al abrir los ojos, lo veo a él, lo que ocasiona que brinque sin tener control de mi cuerpo, me intenta calmar y me ayuda a sentar en la camilla, trago saliva y lo observó con atención.
ESTÁS LEYENDO
Mi maravillosa destrucción.
Teen Fiction«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...