Miraba por la ventana, admirada de lo increíble que es el cielo y su inmensidad, su infinito color azul resplandecía gracias al imponente astro conocido como el sol, no podía creer que después de tanto me encontrará subida en un avión con destino a la universidad de mis sueños. Había vivido la semana más intensa e interminable, Ryder me asfixiaba con todo "su cariño", sin contar que no quiso apartarse de mi lado ni un segundo, mis padres lo adoraban poque siempre les daba dinero para sus vicios. Ester me había ayudado a sacar todas mis pertenencias por la ventana de mi casa a medianoche, justo cuando mi padre se marchaba a sus apuestas y mi madre no tenía consciencia alguna, había sido agotador, pero me alegraba mucho el estar alejándome de todo, echaría de menos solo a Ester, pero la llamaría cada que pudiese.
El vuelo fue tranquilo, era mi primera vez en un avión, sentí mucho miedo, pero me calmé escuchando música y hablando con la chica que iba a mi lado, al aterrizar, sonreí en grande, mi mente y corazón se sentían tranquilos después de años viviendo en ansiedad. Esperé mi equipaje y conseguí un taxi, subí todo y le di la dirección, admiraba a través de la ventana todo a mi alrededor, su estilo único, me transportaba a todos esos libros que alguna vez leí, no podía parar de sonreír, finalmente estaba cumpliendo el sueño de una pequeña, Andy.
Al llegar al campus no pude evitar gritar de la emoción, el señor taxista me sonrió con ternura, me sonroje un poco y seguí observando todo a mi alrededor, al llegar a un enorme edificio en color gris que lucía impecable, le pague al chofer y me ayudo a bajar todo del taxi, entré al enorme lugar y pregunté por la habitación de Amelie, no logré avisarle a que hora llegaría por lo que sería una sorpresa, con ayuda de un guardia subí todas mis pertenencias hasta el tercer piso, sonreí en grande cuando vi el enorme cartel que Mia había puesto en la puerta, "bienvenida Andy", enternecida abrí la puerta sin tocar y no podía creer lo que mis ojos veían, Amelie se encontraba desnuda con sus piernas hacía arriba y un rubio con más tatuajes que piel se encontraba encima de ella, ambos se giraron al escuchar la puerta y yo solo cerré mis ojos con fuerza para luego salir y cerrar la puerta de golpe. Mis mejillas quemaban y no sabía como verlos a la cara luego de semejante bochorno, respire profundo y entonces Amelie abrió la puerta seguida del que suponía era su novio.
—¡Andy! —chilló con emoción, evitando la vergüenza que sentía, brinco sobre mí enroscando sus piernas en mi cintura. —, ¿Cómo es que llegaste tan pronto? ¿Sabes que existen teléfonos? Pudiste haberme avisado, hubiese ido por ti al aeropuerto. —regaña y nos separamos, le doy una sonrisa.
—Gracias por preocuparte, ¿Sabias que las puertas tienen seguro? —reprochó con diversión, se sonroja y su novio carraspea su garganta con vergüenza. —, Lo siento, solo quería sorprenderte.
—Y vaya que lo hiciste. —divierte y la miró con una sonrisa burlona negando con mi cabeza. —, Oh, Andy, él es Jackson, mi novio. —presenta y el chico me sonríe con amabilidad y mueve su mano con efusión.
—Hola, un gusto, supongo. —divierto un poco y el chico aplana sus labios evitando soltar una carcajada. —, Bien, ¿Me ayudan con todo esto? —pido indicándoles mis maletas, ya se había tornado raro, así que decidí romper el hielo.
Asintieron y me ayudaron con todo, al entrar a la habitación, observé que había dos camas, la habitación era muy amplía, tenía un enorme balcón con puerta corrediza de cristal, de cada lado había una cama, con su ropero, mesita de noche y escritorio, al fondo había una puerta lo que suponía que era el baño. Amelie había puesto encima de mi cama un peluche de cerdito, morí de ternura, los amaba.
—Oh, gracias, me encanta. —digo abrazando al peluche, ella sonríe y asiente guiñándome su ojo.
—Yo... creo que las dejaré solas, tienen mucho de que hablar, ¿no? —inquiere Jack rascando su cabeza, luce avergonzado, asentimos en su dirección. —, Pasaré por ustedes a las ocho, hasta entonces. —se despide con un gesto militar llevando su mano a su cabeza y deposita un beso en los labios de Mia.
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Mi maravillosa destrucción.
Roman pour Adolescents«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...