Prólogo.

1.3K 51 0
                                    


Sus ojos achinados y risueños, estaban hinchados y lucían cansados de lo que suponía que era por el llanto, su nariz estaba roja y sus mejillas también, no podía creer que estuviésemos en esta situación. Me tomo de los brazos y me zarandeo.

—¿Por qué me haces esto? —me preguntó, baje mi cabeza y observe mis zapatos, no podía creer su cinismo. —, Yo... te amo, maldita sea, Andy. Te metiste en mi corazón...

—¿Te parece poco? ¡Te acostaste con ella, Scott! ¡Te odio! —le reclame, mientras empujaba su pecho y le apretaba su camiseta. —, Pensé que me amabas, pero no es así, solo amas lo mucho que yo te amo, lo mucho que yo me preocupo por ti, amas que te cuide y que esté contigo cada noche cuando esas pesadillas horribles te persiguen, amas que te prepare el café, amas que te abrace mientras duermes, pero no digas que me amas, porque no es así.

Las lagrimas que bajaban por mi rostro, hacían eco en la habitación, él miró a otro punto fijo, mientras más lagrimas bajaban por su rostro, podía escuchar el latir de su corazón, como si tuviera mucha prisa por bombear sangre a toda costa, mientras el mío se desgarraba con cada minuto que pasaba. Su mirada estaba vacía, probablemente como la mía.

—Andy... solo escúchame, por favor. —pidió luego de pasar minutos en absoluto silencio, evitando mirarnos, no podía tan siquiera sostenerle la mirada, porque movía todo mi interior, sabia que se lo miraba, perdería la poca valentía que me quedaba. —, Mírame por favor, mírame. —pidió sosteniendo mi cabeza con su mano derecha, obligándome a levantar la mirada de nuevo, su rostro era indescifrable, como él, quizá estaba arrepentido, solo quizá. Acaricio mi mejilla y cerré los ojos con fuerza.

—Scott, estoy harta de esto. Siempre decimos que estaremos bien, pero no es así. —respondo intentando permanecer tranquila, una lágrima traicionera baja por mi mejilla. —, No quiero verte más, es todo.

—¡No Andy! ¡Joder! ¡No! —negó repetidas veces con su cabeza, mientras exclamaba con fuerza. —, no puedes dejarme, no podemos terminar, nos amamos...

—Las personas que aman, no lastiman, estoy cansada, Scott. —dije firme. —, las personas que aman, no traicionan...

Estaba a punto de tomar la fuerza necesaria para salir de la habitación, cuando la puerta se abrió y por ella entraron cuatro hombres, me tomaron con fuerza y por más que Scott intentó defenderme y evitar que me llevarán, falló, era la primera pelea que él perdía y el comienzo de mi infierno personal [...]  

Mi maravillosa destrucción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora