C i n c o

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La tensión era impresionante, todos a nuestro alrededor nos miraban fijamente, poniéndome nerviosa y haciendo que suden mis manos, no entendía el porque sentía esa extraña sensación de nerviosísimo, tampoco entiendo porque me atreví a preguntarle a él, pude haberlo hecho con Amelie. Suspirando con resignación, clavó mis ojos en Scott, coloca su mano en su barbilla como si pensase muy bien lo que respondería. ¿Qué tan difícil podía ser responder para él? Amelie lo dijo, él era una leyenda en este sitio, ¿Qué más le daba?

—Verdad, escojo verdad. —afirma asintiendo, su mirada se clava nuevamente en mí, sonríe levantado sus cejas con expectación. ¡Carajo! ¿Qué podía preguntarle? Ni siquiera lo conocía... entonces sin pensarlo mucho, lo suelto.

—¿Por qué decidiste salvarme del reto que me puso tu hermano? —inquiero con exactitud, todos hacen ruidos y él se echa hacia atrás, sorprendido, no esperaba que le preguntase, se borra la sonrisa de suficiencia que tenía y me mira serio, sus labios son una perfecta línea recta. Le doy una mirada a Mia quien sonríe con diversión y me guiña el ojo en señal de haberle hecho una buena pregunta. Él permanece estático, su mirada parece no querer apartarse de la mía. Sube las piernas a su pecho y se recarga al lado de la chica pelinegra, espeta una sonrisa cínica y responde.

—Te vi asustada, creo que es normal, no conoces a nadie aquí, ¿o sí? —inquiere como si fuese obvio. —, no te creas tan importante, pequitas. —finalizó guiñándome el ojo, me removí incomoda en la alfombra, no es como que hubiese considerado importante el tener su atención o el que me haya salvado, en el fondo le agradecía porque me salvo de hacer algo que no quería, pero su actitud no me gustaba, era creído y bastante arrogante, además, ¿Cómo se atrevía a decirme pequitas? Tenía muchas en mi rostro y cuerpo, pero solo mi madre me decía de esa forma y el recuerdo no era tan agradable, todos los presentes hicieron sonidos de "auch", "uhh" etc. Rodé mis ojos y le resté importancia.

— Bien sigamos, antes de que estos dos saquen chispas...—divierte Brand. Todos ríen. —, Scott, es tu turno.

—Amelie, ¿verdad o reto? —inquiere él, mi amiga se remueve en su puesto, le da una mirada a su chico y luego a mí, veo el nerviosismo latente en ella. Traga saliva y responde.

—Verdad. —responde ella rascándose detrás de la oreja, estaba nerviosa, era obvio, creo que este juego lograba ponernos los pelos de punta a todos. Scott sonríe.

—¿Es verdad que en el verano pasado tu y Jack lo hicieron en el bote del lago? —inquiere con picardía, Jack fulmina con la vista su querido e idiota hermano, mientras las mejillas de Amelie se tiñen de un profundo carmesí.

—¡Me niego a contestar eso, serás idiota! —exclama esta avergonzada entre risas, todos los presentes se ríen.

—No hace falta que lo digas, cuñadita. Tus mejillas están confirmándolo por ti... —responde con diversión, Scott. Jack niega con su cabeza, al parecer están acostumbrados este tipo de bromas.

El juego iba a continuar, pero entonces el dj de la noche, hace un cambio extremo en la música, lo que nos lleva a todos a la pista improvisada que habían hecho en el salón más grande, amaba bailar y esta noche estaba siendo increíble, pese a lo demás. Sentí la música vibrar sobre mi piel, con Mia empezamos a movernos de un lado a otro, contorneando las caderas y pegándonos mucho la una a la otra, nos reíamos al ver la expresión de los chicos, seguimos moviendo las caderas a diestra y siniestra, integrando a todos a la pista, incluso a otras chicas, todos parecían estar encantados con nuestro show, Mia se movió un poco más y me pego a ella con un movimiento rustico, me dio gracia y se lo devolví con una vuelta, la pelinegra que antes nos observaba con un poco de receló se unió a nosotras y bailábamos al mismo tiempo, los chicos parecieron apiadarse y vinieron en búsqueda, estaba bailando con uno de los rubios, no recordaba si era Brand o Sean, nos divertíamos, se cambió la canción y todos hicimos bardo, el dj coloco una más rápida, por lo que seguir el ritmo hizo que me diera sed, me separe un poco del rubio y le explique que iría por algo de tomar. Me separe del grupo que nos habíamos adueñado de la pista y comencé mi búsqueda de alguna bebida que no tuviera alcohol, pero era imposible, resignada termine yendo a la cocina, tomé un vaso y lo llene con agua del grifo, encogiendo mis hombros, me la tomé de un solo sorbo, mi garganta estaba seca y sentir como bajaba el liquido refrescando mi cuerpo era otra cosa. Me sentía vigilada, fue entonces cuando lo vi, en el umbral de la puerta, estaba él, mirándome con diversión...

Mi maravillosa destrucción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora