Cuando el avión aterrizó sentí un vacío en la boca de mi estómago, mire a Amelie quien me tomo de la mano y me dio un apretón, le sonreí y le agradecí por estar aquí.
Suspirando tomamos nuestras bolsas y fuimos a la sala de espera, enterré mis uñas en la palma de mi mano, los nervios me ponían los vellos de punta. ¿Cómo es que mi abuela aparecía recién? Suspiré con ansias y no sabía muy bien a quien estábamos buscando, fue entonces cuando vi a un hombre vestido de traje que llevaba un cartel que decía mi nombre, le hice un gesto a Amelie y caminamos juntas hasta su encuentro.
—¿Señorita Andy? —inquiere el hombre, asiento en su dirección tragando saliva.
—¿Es usted el abogado Albert? —inquiero con desconfianza, aun me costaba trabajo creer que había viajado sin tener la certeza de que todo esto era real. El hombre negó.
—Soy Nels, el chofer del señor Albert. —indica, Mia y yo nos miramos sorprendidas. —, Permítanme ayudarles con eso. —dijo con amabilidad, cargo nuestras bolsas y nos pidió seguirlo.
—Le avisaré a Jack que hemos llegado, además le compartí nuestra ubicación en tiempo real. —dijo bajito Mia en mi oído, asentí en su dirección. Al llegar al aparcamiento, presionó un botón de su juego de llaves y una camioneta negra con vidrios blindados encendió las luces avisando que el seguro había sido retirado.
Sube las bolsas a la parte trasera del auto y luego procede a abrirnos la puerta, Mia se sube primero y me siento a su lado con un poco de temor, retuerzo mis dedos de las manos apoyándolos en mis piernas, baje la ventana, pero el chofer la sube desde su puesto.
—Por seguridad es mejor que este arriba. —ordena y asiento con temor. ¿Acaso mi abuela era tan importante? ¿O por que tantas consideraciones y seguridad? El camino se torna eterno y silencioso, Mia estaba pegada a su teléfono mientras tecleaba sin parar.
Pasamos algunas calles que parecían ser muy concurridas porque conducían al gran monumento de la big ben, el auto se detuvo frente a una enorme verja negra donde se encontraban al menos unos cinco hombres vestidos de la misma manera que el chofer, todos estaban con gafas negras y un cable pegado a su oído.
—Ya nos encontramos aquí, señor. —avisa a través del micrófono.
Un sonido extenuante llama mi atención, la verja negra se abre dejándonos entrar, el auto continua su camino, alrededor se observa una infinidad de campo verde, bien cuidado por supuesto, una enorme fuente que podría confundirse con una piscina gigante estaba en el centro de un gran vestíbulo, nos volvemos a detener y el chofer se baja con rapidez, le entrega nuestras bolsas a uno de los hombres que viste igual a él, mientras nos abre la puerta, al bajar, observo a otro hombre de traje de diseñador, quien me sonríe con alegría.
—Señorita Millabur, un gusto conocerla finalmente, la esperan ansiosa. —notifica el hombre y reconozco su voz, él era Albert el abogado.
—¿Albert? —inquiero con educación. Él asiente. —, ella es Amelie, mi mejor amiga. —aviso también, hace un asentimiento en su dirección y mi amiga le devuelve el gesto con educación.
Nos pide que le sigamos por el interior, una alfombra de gamuza se extiende desde el interior de la gran mansión hasta la entrada, tomo la mano de Amelie para conseguir llenarme de valor, ella me guiña el ojo y me anima a continuar. Entramos al enorme recinto y todo destella lujo, todo luce inmaculado y limpio, el piso es de mármol y esta tan brillante que observo mi reflejo con facilidad en él, una lampara llena de diamantes diminutos se posiciona en el centro del gran salón. Siento que me falta el aire, me sentía dentro de un palacio real, ¿Acaso mi historia seria como la de Mia Thermopolis? Del diario de una princesa, me ríe en voz alta sin notarlo, Mia me miro con gracia y le dije mi pensamiento en voz baja.
ESTÁS LEYENDO
Mi maravillosa destrucción.
Teen Fiction«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...