Giré el manubrio con fuerza por quinta vez, mientras me fijaba por los espejos y el auto negro seguía detrás nuestro. No tenía idea por donde ir, solo seguía el camino que estaba marcado. Al salir de la gravilla me encontré con la carretera, Scott me indicó que siguiera por el carril de la izquierda. Le hice caso y volví acelerar, mi corazón latía con fuerza, sentía la adrenalina a flor de piel, los recuerdos de mi pasado en california revolvían mi mente, nublándola.
Mi pecho subía y bajaba con fuerza, el auto venía pisándonos los talones, Scott me guía por un callejón y salgo a un gran estacionamiento, me hace señas de que frené y le obedezco. Me mueve hacia atrás y él sube tomando el volante, me abrazo con más fuerza de la que quisiera a su cintura. Él acelera y conduce por las calles poco iluminadas, el sonido del motor me hace desear girar, pero me contengo.
Scott se sube a la acera y por suerte no había peatones a estas horas de la madrugada. Se cruza por unas calles y sale por otra avenida, respiro con normalidad al ver que el al auto no logró seguirnos. Conduce con más precaución hasta entrar al campus, mi pulso sigue alterado y no se calma hasta que entramos al departamento.
—¡Por Dios! ¡Estaba tan asustada! —exclama Mia con sus ojos cristalizados y acercándose a mí, me abraza con fuerza, Jack hace lo mismo con Scott. —, Por un momento pensé que no volvería a verte...
—Estamos bien...—le afirmó al sentir como sus manos tiemblan, de cierto modo, estaba un poco más acostumbrada a... estas situaciones de lo que me gustaría admitir, para ella era diferente. —, ¿Ustedes lograron salir bien?
—Sí, todo se dispersó porque llamaron a la policía. —cuenta Jack. Asiento en su dirección.
—Creo que necesitamos calmarnos...—digo y todos asienten, les doy una sonrisa tranquilizadora.
Camino a la cocina y busco en las repisas, enciendo la cocina y preparo un poco de chocolate con malvaviscos. Cuando esta lo suficientemente caliente, lo sirvo en tazas y les aviso que vayan a la barra. Nos sentamos uno al lado del otro, tomamos las tazas en absoluto silencio. Después de unos minutos el ambiente se suavizo y se fue la horrible tensión que nos envolvió.
—Eso estuvo demasiado cerca... te advertí que no era lugar para las chicas, Scott. —avisa Jack, pasando su brazo por la cintura de Mia. —, las expusimos mucho...
—Por mucho que me joda admitirlo, tienes razón, maldita sea. —reniega el rubio entre dientes y da un golpe a la barra, se gira hacia mí. —, Lo siento, pequitas. No quise... exponerte a esto. —dice dolido, tomo su rostro con ambas manos.
—No es tu culpa, estamos bien, eso es lo que importa...—le consuelo, me abraza y asiente dando un suspiro.
El silencio reinaba nuevamente, todos nos dábamos miradas unos a otros. Mientras sorbíamos las tazas, el chocolate caliente había logrado su cometido, el tranquilizarnos. Todos estábamos agotados y nuestros cuerpos cansados. Tomé una ducha con agua caliente y busqué algo que ponerme, mientras Scott se duchaba, había dejado su móvil en mi cama, un mensaje se mostró en su pantalla, sin remitente.
"Gracias guapo, por todo, de verdad, necesitaba sentir tus abrazos. Tú si que sabes como alegrarle el día a una chica. Te espero nuevamente este sábado, ya te echo de menos, un beso."
Trague saliva con fuerza y algo se removió en mi interior. ¿Qué había podido haber hecho como para alegrarle el día a otra chica? Mis ojos picaban y no quería que me viese llorar, estaba muy sensible y quizá era producto de todo lo acontecido en los últimos días. La puerta del baño se abrió y él apareció con una sonrisa, cerré mis ojos con fuerza, no sabía como preguntarle, tampoco quería que pensará que le revisé su móvil. Di un suspiro.
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Mi maravillosa destrucción.
Ficção Adolescente«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...