Alguna vez Ester me dijo que yo atraía inconscientemente al peligro, que me gustaba cualquier situación que alterará mi sistema nervioso, mi ansiedad necesitaba de eso para hacerme sentir viva. Comenzaba a creerle, por más que decidí que cambiaría mi entorno y mi vida, aquí me encontraba, en el auto de un chico que acababa de conocer y tenía toda la pinta de ser un chico problema, quizá una versión mejorada de Ryder...
—¿Y bien? ¿Qué tal si me cuentas algo de ti, pequitas? —inquiere con curiosidad, sin despegar su vista de la vía, me removí incomoda en el asiento, el que usará el apodo que me dio mi madre desde niña conseguía mover algo en mi interior al punto de causarme nauseas, permanecí en silencio, ¿Qué podía contarle de mí que no fuera del pasado que no quiero que nadie sepa?
—¿Puedes dejar de llamarme así? No me gusta... mi nombre es Andy. —repuse y él sonrió de lado, suspiré con frustración, ¿acaso lo hacía a propósito? Tampoco funcionaria si no me integraba, después de todo era el hermano del novio de mi mejor amiga, lo que solo significaba una cosa, lo vería más seguido así no me gustará la idea. —, ¿Qué quieres saber, Scott? —inquiero mirándolo con atención, era más atractivo de lo que quería admitir, su perfil dejaba ver los hoyuelos que se le formaban al sonreír en sus rosadas mejillas, sus enormes pestañas también enmarcaban sus profundos ojos azules, ¿Cómo era posible que los ingleses fueran tan extremadamente guapos? Volvió a sonreír y se lo pensó un poco antes de responder.
—¿Por qué elegiste a Cambridge? —inquiere con interés, se gira a darme una mirada antes de volverse al frente. Lo pienso un poco.
—Aparte del prestigio que tiene, supongo que me hacía ilusión estar con Amelie...—respondo encogiéndome de hombros, él asiente poco convencido. —, ¿Y tú?
—Mis padres estudiaron aquí, mis hermanos también, es una tradición familiar, supongo. —responde con poco entusiasmo. —, Mis intereses eran otros, pero aquí estoy...—alarga y asiento sin que pueda verme, al parecer no era solo yo quien escondía cosas. —, hemos llegado, pequitas, sana y salva. —anuncia y ruedo mis ojos, parecía que había metido la pata al decirle que no me gustaba que me dijera así, porque lo haría con más intención.
—Gracias, supongo. Buenas noches, Scott. —agradecí con educación y estaba por bajarme del auto, cuando su ceño se frunce y me detuvo tomándome del brazo.
—¿Así me agradeces el que te haya traído? —inquiere con picardía, ruedo mis ojos en su delante. Recordando lo que me advirtió Amelie, todas las chicas del campus eran de Scott o eso creía él.
—Si esperas que te de un beso o algo más por el hecho de traerme, lamento desilusionarte, no pasará. —respondo girándome hacia él. Su sonrisa se intensifica, no entendía ni un poco a es rubio irresistible, así que, para hacerlo enojar, se me ocurrió mencionarle a su rival. —, Estoy segura que Harry jamás me hubiese pedido nada a cambio...— su sonrisa se eliminó y me fulmina con su mirada, me río con diversión y salgo del auto en un movimiento rápido.
Subo corriendo las escaleras hasta el vestíbulo de la residencia estudiantil, saludo al guardia de seguridad, me da una sonrisa y subo las escaleras hasta nuestra habitación, rebusco las llaves en mi bolso y abro la puerta, al encender la luz, noto lo evidente, Amelie no estaba aquí, suspirando me desvestí, me lave la cara y cepille mis dientes, me coloque un pantalón corto y una camiseta tres tallas más que le había robado a Ryder. Entonces como si la nostalgia me envolviera tome mi laptop y la encendí, abrí mi chat y vi el montón de mensajes y llamadas perdidas que tenía, algunos mensajes eran suplicantes, otros amenazantes y muy pocos tiernos. Trague saliva y la apague, lo mejor era olvidarme de ese chat.
A la mañana siguiente, me desperté al escuchar el sonido de la puerta abriéndose, me giré en dirección y la vi, Amelie entraba con su rostro lavado, vestida con la ropa de su novio y traía una cajita con dos cafés y sándwiches, clave mis ojos en ella y los entrecerré un poco. Al ver que la observaba me sonrío y abrió sus brazos.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! Se que debes estar pensando en mil maneras de asesinarme, pero Jack quiso irse de la fiesta y como vimos que te divertías con Scott, no quisimos arruinarles la noche...—exclama con emoción, niego con mi cabeza. —, ¿Cómo te fue con él? Cuéntamelo todo, quiero detalles, pero detalles de verdad...—inquiere con emoción, se sienta en el borde de mi cama y me mira con expectación. Ruedo mis ojos y me siento apoyando mi espalda en la pared.
—Te perdono, pero donde vuelvas a dejarme sola en una fiesta por irte con el orangután guapetón de tu novio, te ahogare en cloro. —le advierto y asiente repetidas veces sin decir nada, solo alza su palma derecha como si estuviese en un juramento. —, Y no pasó nada con tu cuñado, solo me trajo a casa. —respondo encogiéndome de hombros, su rostro muestra evidente decepción y la miro mal, le cuento lo que me dijo mientras bailábamos y lo de Harry. Y lo del estúpido apodo que no deja de usar para referirse a mí.
—¡Le gustaste! Es más que obvio, Ann. —exclama con emoción, ruedo mis ojos nuevamente y niego. Se lo que ocurre, es esa tonta necesidad de ser amigas y tener novios que también sean amigos o en este caso, hermanos...—, Aunque es Scott, todas le gustan a Scott...—repone con una mueca.
—Por lo que me contaste de él, seguro solo quiere acostarse conmigo, Mia. Y eso no pasará—repuse y ella hizo una mueca triste, la ignoré. —, ¿Y bien picarona a donde te fuiste? —inquiero con diversión, ella cambia su gesto por uno pícaro y comienza a contarme de su aventura y travesía con Jack.
Negué con mi cabeza un par de veces producto de escuchar sus aventuras sexuales con su novio, era increíble lo arriesgada que era, a pesar de muchos asuntos... yo era un poco más reservada, sin embargo, la escuchaba con atención mientras me comía el sándwich que me había traído con el café. Aun quedaban dos días para iniciar clases por lo que seguíamos libres, estábamos planeando que hacer cuando el teléfono de Amelie comenzó a sonar anunciando una llamada.
—Es número privado, que extraño...—aviso antes de contestar. —, ¿Hola? Sí, si con ella estoy aquí, ¿de parte de quién? ¿seguro? Si claro, ya le comunicó con ella...—alargo y me miro sorprendida, trague saliva con temor, podía ser Ryder. ¿sino quien mas me llamaría? —, Un abogado quiere hablar contigo, Ann. —¿Abogado? Sentí sudar mis manos y el temor vino a mí, me tiende el aparato móvil y decido recibirlo.
—¿Hola? ¿Quién es? —inquiero con rapidez, esperando que no fueran malas noticias.
—¿Señorita Andy Millabur? —inquieren desde la otra línea, una voz que no se me hacia conocida de nada.
—Sí, soy yo. ¿Quién habla? —inquiero con desconfianza.
—Soy Albert Treton, abogado de su abuela, Tessa Jones. —responde y frunzo mi ceño. ¿Abuela? Mis padres siempre me dijeron que mis abuelos habían fallecido cuando era niña.
—Creo que es un error, señor Albert, mis abuelos fallecieron cuando era una bebé. —repongo, mientras me acomodó en la cama.
—No señorita, su abuela esta viva y quiere verla... ella se encuentra muy grave, pero insiste en verla. —responde el hombre, trago saliva. Era claro que no viajaría de regreso a Estados unidos. —, Envíeme sus datos por favor y le compraré un boleto para Inglaterra...—alarga y abro mucho mis ojos. ¿Ella estaba viva y aquí?
—Yo... no se que decir, me encuentro en Cambridge...—respondo y él parece hacer un sonido de gratificación.
—Mejor aún, le compraré un boleto entonces para la tarde. ¿esta bien? —inquiere con amabilidad.
—Que sean dos, señor. No quisiera viajar sola...—pido, Amelie tendría que acompañarme.
—Perfecto, envíeme los datos y la esperare en el aeropuerto. —dice colgando, suelto el teléfono sobre la cama por el impacto de la noticia, tenía una abuela, tenía familia...
—¿Qué rayos fue eso? ¿Quién era, Ann? ¿Cómo es que no viajaras sola? —inquiere con rapidez formulando muchas preguntas a la vez.
—Amelie, prepárate, nos iremos a Londres. —afirmo para proceder a darle los detalles de la extraña llamada.
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Mi maravillosa destrucción.
Teen Fiction«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...