Daegu, 03 de agosto de 2023.
12:00 MD
Para empezar... tenía que admitir que, ahora que conocía mi verdadera identidad, no era normal. Siempre he sido algo peculiar o... ¿diferente?. Sí, diferente. El punto es que, desde niña, mi educación fue diferente al de los niños comunes.
Yo nunca cuestioné las enseñanzas de mis padres, por más extrañas o confusas que eran.
Por ejemplo, mi padre me educó de una manera... ¿cuestionable? –¡Ojo! muchos lo consideran así, yo no– Sabía que era diferente a un niño promedio.
A la edad de tres años, mi madre me inscribió en una escuela infantil normal, a la que desde el primer día me sacaron –aclaro que no fue mi culpa, la maestra no sabía escribir mi nombre así que le hice un resumen detallado de lenguaje, gramática e idiomas– ¡En fin! Me inscribió a otra que abastecía a mis... ¿condiciones?. Es decir, una escuela de cerebritos... ¡Corrección! Una escuela de niños prodigios, superdotados... o como ustedes quieran llamarlos.
La famosa Progressive School of Long Island de mi ciudad, New York, me recibió con los brazos abiertos, dándome un plan curricular extensivo y rápido. Me salté muchos años así que, a la edad de 17 años tengo los años de conocimiento de Tutankamon –sin exagerar– Soy modesta, así que llámame inteligente y sabía.
Mi padre se hizo cargo de convertir los juegos en mi preparación para mi futuro. Mientras otros jugaban tonterías o corrían detrás de un balón o algo. Yo y mi padre jugábamos a las misiones. Empezaron como un juego de encontrar un objeto en un área con pistas, trampas y recompensas. En mis primeras misiones me tomaba días completarlas, pero poco a poco los días se convirtieron en horas hasta que mi padre se quedaba sin ideas y le pedía ayuda a sus amigos de la agencia.
Mi vida no era aburrida. Siempre tenía la mente y cuerpo en movimiento.
Mi madre, por otro lado, no se comparaba a alguien promedio. Era lista pero no más que lo normal. Así que representaba una baja para mi. Por ello, le atribuyó mi inteligencia a mi padre, Lee MinHo. Y no por herencia, ya que no teníamos relación sanguínea, pero él me entrenó toda mi infancia para convertirme en lo que soy ahora.
Lee MiHi, ex-agente de la CIA. Jamás voy a admitir que deserté, puesto que nunca lo hice.
Sí, se preguntarán cómo pasó. Bueno, ¡metí la pata!
Desde que tengo memoria, mis padres me enseñaron a valorar a la familia. No necesariamente con los que compartes tu ADN, sino aquellos con los que compartes momentos.
Mi madre solía decir frases para cada ocasión. Las compartía como algo a tener en cuenta llegado el momento. Dos de esas frases eran «La sangre siempre llama» y «Los lazos que formas se vuelven fuertes con el tiempo». Cuando las escuché por primera vez no les preste la atención necesaria, pero ahora las entiendo a la perfección a causa de dos personas. Jung JiWoo y Min HeiRan.
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Caso Lee | JJK, PJM
FanficJeon JungKook y Park JiMin, amigos desde la academia, se ven presionados al recibir un caso de investigación secreta. El Caso N° 7: Caso Lee. Desde que fueron condecorados como tenientes en la KFP, esté es el primer caso en que trabajaran manualment...