Epílogo

98 25 24
                                    

3 años después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

3 años después...

Palermo brillaba bajo el cielo despejado.

El pelinegro sostenía la mano de dos de sus hijos −HeiRan y JungHo−, mientras disfrutaba de la vista que le regalaba su hermosa esposa y sus dos menores hijos −MinSeo y JungHee−.

HeiRan ya tenía 8 años, muchos de sus rasgos coreanos habían disminuído con el pasar de los años. Sus ojitos saltones ya no resaltaban su mirada −clara característica de su padre biológico−, mientras que sus gemelos ya tenían 3 años y medio. Representaban su copia exacta. JungHo, el mayor por 10 minutos, era muy imperativo mientras que MinSeo era todo lo contrario. Tal vez se debía a su condición de salud. Al nacer prematuramente, sus pulmones se vieron perjudicados y presentaría asma de por vida. JungHee, la menor de todos, con apenas 9 meses era la copia de su madre, no había heredado ningún rasgo del coreano, pero la adoraba con su vida. Además, MinSeo era mucho más protector con ella, nunca despegaba sus pequeños ojos de ella.

Sonrió al ver que el pequeño niño soltó la mano de su madre y corrió para abrazar sus piernas. Estuvo seguro que la pequeña JungHee se había dormido y por eso el niño lo buscaba. Estaba cansado por la larga caminata por las calles de la ciudad. MinSeo saco su inhalador e inspiro profundamente antes de levantar su carita hacía él.

− Appa... ¡Adiba! − pidió con sus manos extendidas. Sus gemelos manejaban 3 idiomas a su corta edad −italiano, coreano e inglés−, aunque HeiRan manejaba 4 −añadiendo el español−.

− ¿Ya se durmió? −  preguntó, haciendo referencia a la bebé.

MinSeo volvió a ocultar su carita entre las piernas del hombre. El pequeño era muy tímido y jamás admitiría su lado protector con su pequeña hermana.

Su esposa le sonrió sobre el hombro.

JungKook se agacho y lo tomo para sentarlo sobre sus hombros, volvió a tomar las manos de sus hijos mayores y continuó caminando, algo más rápido hasta estar a la altura de su esposa, quien arrastraba el coche de la bebé.

− No deberías avergonzarlo − le susurro Mía.

Él se limito a sonreírle.

Recorrieron las principales calles de la ciudad, se encontraron a varios de los hombres del capo que los resguardaban. Desde que se casaron nunca critico el trabajo de su esposa, mientras no afectara la seguridad de sus hijos estaba bien. Mía tenía un puesto importante, ella era la verdadera consigliere de la mafia sicilina, pero para el mundo lo era Alessio Giordano.

− Papá, ¿puedo ir a la playa? − cuestiono HeiRan, más entusiasmada de lo normal.

JungKook frunció el ceño. Sintió un ligero fastidio, su lado protector y posesivo tomo lugar cuando la interrogó.

− ¿Por qué? − Mía rio al escucharlo mientras que la niña comenzó a jugar con sus dedos. Un claro indicio de nerviosismo.

Se preocupo con mayor razón ante el comportamiento de HeiRan. Ella había insistido en el paseo por la ciudad, no había razón de cambiar la ruta solo porque sí. Debía haber otra razón y él lo averiguaría.

− Ve, pero con cuidado − acepto Mía. El pelinegro quiso protestar, pero fue cortado por su esposa − Nosotros iremos al Museo Diocesano.

HeiRan desapareció con una enorme sonrisa en el rostro, después de agradecerle a Mía y besar las mejillas del coreano.

− ¿A quien va a ver en la playa, Mía? − cuestiono cuando perdió de vista a la niña.

− Tiene una cita con...

− Dime que no es con Enzo Gambino − corto a su esposa, pasando la lengua por su mejilla izquierda. Un indicio de su enojo.

Enzo era el menor de los tres hijos del Capo, era dulce e inteligente a sus cortos 10 años, pero sus antecedentes no le gustaron a JungKook. Él esperaba que sus hijos se mantuvieran lejos de la mafia. No le agradaba que HeiRan se involucrara con ese muchacho.

− Tranquilo, mi hombre celoso − intento −inútilmente− apaciguar el tenso ambiente.

− Sabes lo que pienso de esto.

− Jeon... − llamó la mujer. JungKook la miro abrumado − ¿Has olvidado como nos conocimos?

No. JungKook jamás olvidaría que fue gracias a los lazos familiares que conoció a su esposa. Si Mía no hubiera buscado sus orígenes y dado con JiWoo y su hija, él nunca hubiera tomado el caso y jamás hubiera cruzado con ella. Debía agradecer que pasara todo eso para que ella llegara a él.

Negó.

− Justo por eso es que es mejor no intervenir, amor.

− Pero no quiero que HeiRan se mezcle a este mundo − dijo, emocionado.

JungHo correteo por el museo, mientras que MinSeo velaba el sueño de la bebé.

− HeiRan nació bajo este mundo, Jeon. No hay nada que garantice que tenga una vida diferente. Cuando tenga la edad suficiente para decidir sabremos lo que hará − comento, inclinándose para besar sus labios.

− ¡Guacala! − expreso JungHo con una mueca de asco al presenciar el beso compartido de sus padres. MinSeo simplemente los ignoro, como lo hacía cada vez que sus padres mostraban afecto de ese tipo.

− ¿Guacala? Cuando tengas mi edad harás exactamente lo mismo − afirmo el pelinegro, poniéndose en cuclillas para revolver el cabello del mayor de los gemelos.

Mía solo sonrió tiernamente al mirar las mejillas rosas de sus gemelos. JungKook se puso de pie y tomo a su mujer de la cintura antes de depositar un beso, mucho más largo que el anterior.

Él nunca dejaría de amar a su esposa. No era religioso, pero le agradecía a Dios por haberla traído a su vida. Muchas veces se pregunto si podría cambiar algo de lo que paso y la respuesta era la misma. Él no se arrepentía, cada paso que había dado la llevo a ella y si tuviera la oportunidad de cambiar algo pues no haría nada, lo volvería hacer igual.

Mía lleno de luz su mundo triste.

Ella y sus cuatro hijos eran su mundo.

Los amaba.

Fecha de publicación: 08/04/2024

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fecha de publicación: 08/04/2024

Caso Lee | JJK, PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora