¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
📍Maubeuge, Francia
Me vi reflejada en el espejo del baño, mi rostro estaba completamente enrojecido y mis ojos, segundos atrás inundados de lágrimas, aún reflejaban la angustia.
Sentía un deseo arrollador de romperlo todo, una rabia acumulada y una energía negativa que me consumía por dentro.
Hacía apenas unos minutos había tenido el enfrentamiento más fuerte con mis suegros. No era fácil, lidiar con los suegros nunca lo es, y mucho menos cuando llevaba cuatro años soportando todo.
Desafortunadamente, la familia no se elige, solo el novio. Pero me destrozaba darlo todo y no recibir ni siquiera un mínimo cumplido, solo comentarios negativos sobre mí a cambio.
¿Cuál era el motivo? Según ellos, "no soy digna de su hijo". La realidad es que no soy francesa. Siempre lo insinúan, pero nunca directamente...
—¿Princesa, estás bien? —preguntó Benja tocando la puerta. —Me estás preocupando, ¿puedo abrir la puerta...?
—Tus padres siempre buscan la forma de torturarme —le dije al abrir la puerta y lanzarme a sus brazos, sintiendo su alivio al verme bien, mientras me acariciaba el cabello consolándome.
—Lo sé, amor, pero tú no les hagas caso —pausó. —Ya les dejé claro que no volveré a visitarlos hasta que se disculpen contigo. Estoy cansado de que te traten mal. Ni siquiera yo reconozco a mis padres —suspiró. —Tienen que entender de una vez por todas que tú eres mi novia y mi felicidad está a tu lado.
—¿Por qué no me aceptan? Lo he hecho todo, incluso aprendí francés, sus costumbres. Siempre intento comportarme como una francesa y ocultar mi cultura y acento, pero no hay caso... —respondí frustrada, al borde de las lágrimas otra vez.
—Amor, ya te lo he dicho muchas veces, y no es para justificarlos, pero mis padres son muy tradicionales y están arraigados a las costumbres de nuestro país. Son muy cerrados, como la mayoría de los franceses adultos —pausó—. Además, temen que vuelva a suceder lo de mi última relación, ya conoces mi historia. Lo pasé muy mal y ellos estuvieron allí justo a tiempo antes de que cometa... —cortó, haciendo una mueca para evitar quebrarse—. Por eso temen que vuelva a recaer si llegamos a terminar algún día...
—Sabes que eso no pasará porque yo estaré siempre apoyándote. Yo no soy como ella, Benji. Yo te quiero de verdad, quiero verte bien y siempre voy a estar para apoyarte, tanto en las buenas como en las malas —aseguré. Él sonrió tiernamente.
—Lo sé, y eso es lo que me encanta de ti —susurró, mirándome con amor, y unió sus labios con los míos.
—Bien, ahora sí, volvamos a Italia antes de que quieran deportarme —bromeó.
