Quería gritar, pero no lo hice. Omar lo usaría como excusa para seguirme al baño. Eso era lo último que quería. Me mordí la lengua y presioné mi cabeza contra la fría pared de la ducha para calmarme un poco. Habían pasado tres días desde el incidente de Danilo. Me aseguré de comportarme lo mejor que pude.
La tensión cuando estábamos juntos en la habitación hizo que fuera difícil hacerlo. Me puso nerviosa.
Omar no estaba ayudando a la situación. Parecía estar intentando castigarme provocando mi cuerpo. Y estaba funcionando. Odiaba admitirlo. Me tenía anhelándolo. Un simple toque suyo prendió fuego a mi piel.
Estaba tratando de doblegarme. Él quería que cediera.
Intenté dar lo mejor que pude, pero lo único que terminé haciendo fue frustrarme aún más. Jugó tan bien su juego que, al final, la única opción que me quedó fue encerrarme en el baño para obtener algo parecido a la paz. Había estado parada bajo el flujo de agua durante los últimos treinta minutos, escondiéndome de él.Alguien tenía que ceder y pronto.
Cerré los ojos de golpe y me permití disfrutar del agua caliente que corría por mi espalda, pero duró poco. Ni siquiera necesité el sonido repentino de pasos contra el suelo de baldosas para saber que Omar había entrado al baño.
Su presencia provocó tensión en mi dolorida espalda. Todavía me dolía el lugar donde me había caído al suelo la otra noche.
—Simplemente vete. —dije, todavía de espaldas a él.
Me negué a darme la vuelta, esperando que él captara la indirecta y se fuera. Necesitaba un tiempo de descanso de esta situación. Al menos podría darme tiempo a solas en la ducha. No sabía por qué me quería aquí. Lo único que hicimos fue pelear.
—Tamar... Tamar...—comenzó a cantar mi nombre como un niño petulante una vez que se dio cuenta de que no iba a responder.
Harta de todo, me faltaba paciencia. Me di vuelta tan rápido y tan enojada que me hizo perder el equilibrio. Me apoyé contra la pared y me preparé para la batalla que sé que está a punto de sobrevenir.
—Al menos debería poder lavarme...
Cualquier otra cosa que planeara decir se olvidó rápidamente.
Frente a mí Omar estaba desnudo y glorioso. Esa fue la primera vez que pude verlo completamente expuesto. Llegué a la conclusión de que habían creado a este hombre especialmente para que torturara mi existencia. Ésa era la única razón por la que alguien tan físicamente perfecto como él me querría.
Su piel aceitunada era perfecta, ni una cicatriz. Era musculoso, pero no voluminoso. Alto y delgado, un mechón de cabello castaño iba desde su abdomen hasta su ingle. Cuando mis ojos se posaron debajo de su cintura, no pude evitar lamerme los labios. Su polla, uno o dos tonos más oscura que su piel bronceada, parecía deliciosa. Siempre había tenido una fijación oral y me preguntaba ¿a qué sabría? Probablemente pecado.
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LAZOS TORMENTOSOS [+18]
General FictionCuando la inocencia se convierte en obsesión. Exclusiva para mayores de 18 años.