Capítulo 21

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Es el jodido tiempo

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Es el jodido tiempo.

Después de semanas de planear esta mierda, finalmente es la maldita noche.

Aprieto la colilla de mi cigarrillo entre el pulgar y el índice mientras le doy una larga calada antes de colocar la colilla en el cenicero. No puedo dejar mi ADN tirado, especialmente en este momento.

Respiro profundamente mientras miro a mi izquierda hacia el pedazo de casa de mierda en la que creció Tamar. Todas las luces están encendidas, como probablemente siempre lo están. Desde que secuestré a Tamar, no he escuchado ni pío de Ben, su padre y Karla, su madrastra, también conocidos como estúpidos y más estúpidos. Deben haber encontrado algo mejor que hacer que preocuparse por Tamar, no es que me importe una mierda. Y, sinceramente, han sido lo último que tenía en mente hasta ahora.

Dejaron de ser irrelevantes para su pesar.

Pero ahora, mientras estoy sentado afuera de su casa, pensando en lo que estoy a punto de hacer, siento mi sangre cantar con adrenalina.

Esto se siente jodidamente bien, me lo perdí.

Pero este es diferente. Este asesinato es cien por ciento personal, inquietantemente similar a mi primer asesinato.

Esto es por Tamar, mi sol eterno.

Tamar se merece esto... incluso después de todo lo que me hizo porque ahora sé que Ben y Karla fueron parte de la razón por la que me abandonó.

Me pongo la capucha de mi sudadera antes de abrir la puerta de mi discreto auto para luego cerrarla silenciosamente detrás de mí. Necesitaba un auto totalmente diferente al mío y que se integrara perfectamente con los demás autos del vecindario. Por fortuna pude encontrar el perfecto. Y lo que es aún mejor es que Ben y Karla siempre tienen un montón de gentuza entrando y saliendo.

Su casa, así que no es nada fuera de lo común.

Todo está configurado perfectamente.

Toco con los nudillos la puerta principal y escucho a esa perra gritarle a Ben para ver "quién diablos está aquí". Ben abre la puerta de un tirón, listo para decir algo, pero en el momento en que sus ojos saltones y sorprendidos se posan en mí, sus palabras mueren en sus labios.

—Uhhh. — le doy una mirada amplia y arrugo la nariz con disgusto. Su ropa está manchada, su cabello está tan jodidamente grasoso que parece mojado y su olor pútrido flota en mi nariz. Mi estómago se aprieta con la necesidad de vomitar. Me siento asqueroso con solo mirarlo.

—Sé que no me conoces, pero necesito hablar contigo de algo que sé que te va a interesar y mucho. ¿Vas a moverte para que pueda entrar, o eres demasiado tonto?

—No...no...yo...yo. —Ben tartamudea y parpadea rápidamente, pero se hace a un lado y me deja entrar antes de cerrar la puerta detrás de mí. Inspiro por la boca después de contener la respiración durante demasiado tiempo y casi me dan arcadas por el olor rancio que inunda la habitación.

Este lugar es un basurero podrido. Contengo la respiración de nuevo y pongo los ojos en blanco mientras me crujo el cuello.

Ojalá pueda superar esto sin desmayarme por contener la maldita respiración. No puedo creer que Tamar tuviera que crecer en esta puta porquería. No puedo evitar imaginar a una pequeña Tamar haciendo todo lo posible para mantener esta casa lo más limpia posible.

Desvío mi mirada hacia Ben, que ahora está sentado junto a Karla en el sofá.

Ambos están inquietos, sus cuerpos prácticamente rebotando en el sofá. Mis ojos examinan la habitación y veo pipas, bolsitas, encendedores y jeringas esparcidas al azar sobre una mesa frente a ellos. Cuando vuelvo a levantar la mirada, observo divertido cómo ambos palidecen físicamente y el miedo es evidente en sus rostros demacrados.

No sé cómo reaccionará Tamar al enterarse de que tanto su padre como su madrastra se han convertido en unos putos drogadictos.

—Soy Omar Lockwood. Quiero hablarles sobre Tamar. —me presento antes de matarlos, quiero que sepan por quien y por qué. Quiero que se sientan petrificados.

—¿Tamar? ¿Ella está bien? No la hemos visto en mucho tiempo...— Ben decide fingir que aparentemente si le importa su hija. Mis puños se cierran impulsivamente a mis costados en el momento en que el nombre de Tamar sale de su boca. Tengo que obligarme a relajarme, a mantener el control.

—¿Honestamente sientes que tienes derecho a preguntar si ella está bien? —mantengo mi tono uniforme y la indiferencia en mi rostro a pesar de que todo lo que siento es una completa y jodida rabia que consume mi alma ante su nombre incluso saliendo de su asquerosa boca

—Bueno, Tamar es mi hija. Me preocupo por ella. — me lanzo hacia adelante y agarro su garganta con mi mano empujándolo contra la pared.

—¿Qué carajo acabas de decir? —pregunto, con malicia clara en mi tono.

—Yo...yo.

—Eso es lo que pensé. —gruñí mientras arrojo el desaliñado trasero de Ben sobre el sofá. Karla jadea y sus ojos se abren aún más. Ben la envuelve en sus brazos como si realmente quisiera protegerla, pero la verdad es que sé que vendería a su propia puta esposa por una bolsita gorda.

Me burlo y cruzo mis manos detrás de mi espalda mientras camino por la habitación. El olor solo parece empeorar cuanto más tiempo estoy aquí y por mucho que quiera prolongarlo y hacerlo lo más doloroso y sangriento posible, tal vez tenga que acelerar las cosas un poco porque este olor me está provocando náuseas y siento que el hedor ya empieza a persistir en mi ropa.

—Conozco muy bien a Tamar, pero nunca me habló sobre su madre biológica. Quiero saber quién es ella y por qué Tamar nunca la menciona. Así que quien mejor que ustedes para despejar mi curiosidad. Si yo fuera tú, respondería con toda la franqueza posible y sin ocultar nada.

—Nosotros... no lo sabemos. — me espeta Karla, y lentamente vuelvo la cabeza hacia ella y cuando mis ojos se encuentran con los suyos, observo cómo su cuerpo obeso y mantecoso traga y se hunde más en su repugnante sofá. Doy un paso adelante hasta estar justo frente a ella y me inclino hasta casi estar frente a su horrible cara. Un rostro cubierto de costras y suciedad.

—Tono equivocado, perra. —saco el brazo y cuando mi puño conecta con su sien, Karla cae hacia atrás y todo su cuerpo se afloja.

—¿Qué carajo? —Ben comienza a gritar a mi lado, pero antes de que pueda terminar, le doy un puñetazo justo en la jodida nariz y su trasero vuela hacia un lado y cae al suelo, no sin antes golpearse un lado de la cara en la mesa. Sonrío mientras lo veo caer y el contenido que estaba esparcido sobre la mesa sale volando por la fuerza de su cuerpo al golpearlo.

—Que comience la diversión. —digo con una sonrisa malvada adornando mi rostro.






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