EPÍLOGO 1

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Dos años después

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Dos años después.

De pie afuera de la casa que había compartido con Jenny, me levanté hacia atrás y arrojé lo que quedaba de mis pastillas tan fuerte y tan lejos como pude hacia el bosque. Ya no los necesitaba.

Mi Tamar, mi sol eterno, estaba conmigo.

Mi hijo nació fuerte y sano, pese a todo pronóstico. Él es un milagro. Aun así, no quería correr otro riesgo por lo que decidí practicarme la vasectomía. Y aunque no amaba particularmente a mi hijo, el hecho de que él represente mi unión eterna con Tamar me hizo sonreír como siempre. Leví era la combinación perfecta entre su madre y yo. De tez color blanca, ojos mieles y cabello castaño rizado.

No en vano lo nombré Leví, que en hebreo significa «el que une a los suyos»

A veces simplemente me sentaba durante horas mirándolo. En sus brillantes ojos mieles, captaba destellos de mí. La misma oscuridad. Pude ver que había heredado más de mí que de su madre, lo cual era tranquilizador. Sabía que, si algo me pasaba, Leví haría cualquier cosa para protegerla como lo hice yo.

Ella se va a enojar cuando lo recuerde, advirtió la voz de la nada.

—Ella no lo hará. El médico dijo que la amnesia es permanente. Ha pasado más de dos años y Tamar no recuerda nada de los últimos diez años. — respondí en voz alta sin miedo a hablar con él ya que estaba solo.

Bien, digamos que es verdad, aún así lo arruinarás, y esta vez no será solo ella la que te abandone. Tamar se llevará a su hijo con ella.

—¡Cállate! — ladré, deseando que la maldita voz me dejara en paz, pero fue el resultado de no tomar mis medicamentos. Prefiero vivir con él que sentirme como un zombie todo el tiempo. — —¿No crees que he pensado en eso? — sé que puedo controlar mi estado de ánimo. Ahora que estoy con la mujer que amo y que tengo la familia que siempre había querido, todo es más fácil. —E incluso si lo recuerda todo, ella no se iría.

Tienes razón, ella no se irá. Al menos... no antes de que te clave un cuchillo en el pecho cuando descubra que eres su hermano biológico. Tal vez incluya a Leví en su matanza.

La maldita puta voz hace que mis nervios se descontrolen.

—Tamar y yo siempre estaremos juntos. Lo quiera ella... o no, es así de sencillo. —le espeté con dureza.

¿Y qué si tenemos la misma sangre corriendo en nuestras venas?

Ahora ya no me escondo de esa realidad. Esa realidad aplastante y desgarradora.

Antes, me dolía el pecho al darme cuenta de nuestra situación, y trataba desesperadamente de quemarlo con el licor.

Porque pensaba que Tamar solo podía ser mi hermana.

No mi amante. No mi esposa. No mi maldita alma gemela.

Mi maldita hermana.

La misma maldita sangre.

LAZOS TORMENTOSOS  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora