Capítulo 13

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Sentí como si sólo hubiera estado durmiendo unos minutos cuando Omar me despertó violentamente

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Sentí como si sólo hubiera estado durmiendo unos minutos cuando Omar me despertó violentamente. Atontada, me senté en la cama, me froté los ojos y traté de concentrarme en su rostro. Cuando la bruma del sueño aclaró mi cabeza lo suficiente como para poder ver lo que me rodeaba, lo encontré sentado a mi lado con la mandíbula apretada. Escuché sus dientes rechinar. Era obvio que estaba furioso, pero ¿por qué? El pánico reemplazó a la fatiga.

Intenté pensar en lo que podría haber hecho. Lo último que recordé fue contarle sobre mi intento de suicidio. ¿Podría haber sido esa la razón? Miré el despertador digital en la mesita de noche. Eran las cinco de la mañana. No habría esperado tanto para decir algo si eso hubiera sido lo que lo hubiera enojado. La paciencia no era una de sus virtudes.

—¡¿Quién demonios es Danilo?! — cuestionó, los celos evidentes en su tono.

Gemí por dentro y luego le mentí directamente a la cara sin remordimientos.

—¿Danilo? No conozco a ningún Danilo.

Omar sabía que estaba mintiendo. La expresión de su rostro lo decía. Sólo trataba con Danilo en mis sueños o pesadillas.

—¿Por qué haces esto? —preguntó.

—¿Hacer qué? —me remordí los labios, molesta, y me recosté, esperando que esta conversación terminara más temprano que tarde.

—Mentir. ¿Por qué usas palabras cautelosas o mentiras descaradas cuando la verdad sería mucho más fácil? Dices que no sabes quién es Danilo, pero lo llamaste una y otra vez mientras dormías. Me parece que conoces muy bien a Danilo.

Me estaba presionando.

—Por favor, vete a la cama, Omar. Es demasiado tarde para tus absurdas preguntas.

Sólo quería volver a dormir. Estaba cansada física y mentalmente.

—¡Contéstame! —exigió enojado, golpeando su puño contra la mesa de noche al lado de la cama.

Me sobresaltó y me desperté por completo. Salté, pero no me encogí.

—¡No! — le grité en respuesta.

Me negué a compartir lo que nunca había compartido con nadie más. Omar ya sabía demasiado para su propio bien.

Me arrebató las sábanas.

—Levántate.

Lo miré, pero me quedé donde estaba.

—¡Levántate! — gruñó, sus ojos mieles retándome a hacer cualquier cosa menos seguir sus instrucciones.

Bien. Estaba harta de que me intimidaran. Si quiere pelear, pelearía. Me levanté de la cama furiosa y me acerqué a su cara.

—¿Qué vas a hacer, profesor? ¿Me vas a sacar la respuesta a golpes? Lo dudo mucho.

La rabia enmascaró sus rasgos haciéndolo parecer un animal enloquecido, pero no me sentí asustada por su mirada malvada. Sentí tanta rabia y enojo como él, probablemente más por el hecho de que se sentía con el derecho a saber lo que no quería decirle.

—Karla.

Ese nombre de sus labios me quitó la respiración. De repente me sentí expuesta y vulnerable.

—No hagas esto conmigo. — supliqué.

La súplica no fue intencional. Quería que sonara como una exigencia, pero salió débil. Yo era débil. Pasando mis manos por mi cabello, tiré los mechones desde la raíz. Un intento equivocado de arrebatar los recuerdos no deseados que ese nombre siempre evocaba. Karla era parte de mi pasado que había estado luchando durante años para olvidar. Pensar en lo que pasó con ella me provocó náuseas. Me senté en el borde de la cama para no caer de rodillas.

¡¿Cómo diablos sabía acerca de Karla y cuánto sabía?!

Sólo le dije a mi consejero y al terapeuta de los servicios para menores de edad al que me obligaron a ver. La mayor parte de lo que les dije fueron mentiras y dijeron que lo que hablábamos sería confidencial. Ni siquiera le conté a la policía lo que realmente me pasó, por muchas veces que me interrogaran. 

La verdad habría empeorado las cosas para Danilo.


Nuevos personajes entraron en la loca historia de este par.

Me gustaría leer sus teorías sobre quienes pueden ser Karla y Danilo y por qué el temor de Tamar.

También me gustaría agradecerles el apoyo que ha tenido este libro. La verdad, no me animaba a publicarla , pero es gracias a ustedes que he querido seguir.




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