Capítulo 13. Un tú y yo

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Desde temprano, Jaden salió a buscar otro lugar donde quedarse

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Desde temprano, Jaden salió a buscar otro lugar donde quedarse. Mientras tanto, yo pasé el fin de semana en la habitación, centrado en preparar mi cuadro para la clase y durmiendo en ocasiones, repitiendo esas dos actividades constantemente.

Cuando tomé el pincel y lo deslicé sobre el lienzo, me encontré pintando un autorretrato. Me di cuenta de que mi mayor enemigo era yo mismo; me enfadaba verme reflejado en la pintura.

—Dios... —suspiré, dejando caer el pincel y cubriendo mi rostro con las manos. Presentar este trabajo sería admitir que había estado viviendo mi vida equivocadamente. Había culpado a personas inocentes, maltratado a quienes me rodeaban y proyectado mi odio hacia mí mismo en ellos. El cuadro era como verme en un espejo, pero al mirar más allá del reflejo, solo encontraba a alguien que se destruyó a sí mismo, cortando a otros a mi paso.

—Ey, estás pintando. Hace mucho tiempo que no te veía pintar.

Una voz irrumpió en mis pensamientos. Al girarme, vi que se trataba de Jaden.

—Ah...sí, bueno, lo dejé por un tiempo. Es increíble que me metí a la carrera de arte cuando no he pintado nada en años, ¿no? —respondí, tratando de ocultar mis emociones tras una sonrisa forzada.

Él ladeó la cabeza, examinando mi cuadro.

—Yo creo que no se ve mal. ¿Por qué lo dejaste?

Me volví hacia la pintura, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarlo.

—Bueno, cuando pasó lo de Damon solo tenía pesadillas y pintaba cosas que no me gustaban, así que decidí dejarlo.

—¿Y ahora ves las cosas diferente?

Incliné la mirada hacia abajo.

—No lo sé. Siempre ha sido oscuro para mí.

—Tal vez no estás mirando bien

Jaden se acercó a las ventanas y abrió las cortinas, dejando entrar la luz. El brillo que inundó la habitación me llevó de vuelta a nuestra adolescencia, cuando nos escondíamos bajo las cobijas en su casa durante el verano. Angel y su madre cocinaban algo delicioso mientras terminábamos de jugar videojuegos.

En ese instante me di cuenta que no estaba preparado para dejarlo ir.

Había pasado años preguntándome qué sería de él, y ahora que estaba aquí, cerca de mí, no podía perderlo de nuevo. No otra vez, no por mi culpa.

Jaden me empujó suavemente, haciéndome caer al suelo mientras se recostaba sobre mí, riéndose.

—Cuando me dijiste que te ayudara, si hubiera sabido que iba a ser tu saco de boxeo, no lo habría hecho.

—Lo siento, es que los chicos se fueron y no tenía con quién practicar —se limpió las rodillas, tendiéndome una mano.

—¿Así que fui tu última opción? —pregunté, alzando una ceja.

A través del Cristal [Cristal#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora