—Tengo hambre... —gruñó el enano color negro, por enésima vez. Klaus alzó los omóplatos de nuevo, sintiéndose nervioso.
—Cállate, los dos tenemos hambre.
—Pero yo tengo más.
—¿Quieres guardar silencio? Intento pensar.
—Yo solo puedo pensar en un jugoso trozo de carne cruda y calentita por el calor de la sangre...
A Klaus se le hizo la boca agua por el comentario, pero se obligó a controlarse, porque moralmente, sabía que hablaba de un animal cazado, o, en el peor de los casos, y viendo que estaban rodeados, de algún ser humano. Tenía que meterse en la cabeza que era algo repugnante comerse a un humano.
—Oye, hablemos de algo menos...
—¿Jugoso? ¿Calentito?
—Menos de comida, y más de presentación. —gruñó Klaus, apretando los puños fuertemente— No sé tu nombre, así que escúpelo.
—Hey, yo tampoco sé el tuyo.
—¿Y eso qué?
—Dímelo tú primero.
—¿Qué diferencia hay?
—No te diré el mío si no me dices el tuyo.
—Ahg... —suspiró con pesadez el mayor— Soy Klaus. ¿Contento?
—Qué lindo nombre, Klaus. —Sonrió el gliffin.
—Sí, sí, ahora dime el tuyo.
—Qué grosero...
—Solo hazlo, ¿qué te cuesta?
—Saliva y energía.
—Gastas más diciendo que tienes hambre todo el día. —Ya había comenzado a exasperarse.
—Quejica.
—Solo dime tu nombre de una vez.
El gliffin jugó un poco más con la paciencia de Klaus, pero cuando vio la verdadera molestia en el rostro del canino, decidió ceder.
—Bien... soy Jeffrey. Un nombre super cool, ¿no?
Klaus se mantuvo pensativo por unos momentos.
—Adiós, yo me quedaré aquí examinándolo. Fue tan gracioso cuando sacó las uñas, je, je...
—No tardes demasiado Jeffrey, el alfa preguntará por ti también.
—Vale.
—¡Tú! —Klaus lo señaló con su dedo índice, con tono acusador.
—¿Yo?
—¡Tú fuiste el imbécil que pretendía matarme la otra noche!
—Ah... no sé de qué me hablas... —Miró al suelo, bajando sus orejas peludas y jugando con sus uñas en la tierra polvorienta.
—No te hagas el tonto. —Klaus se acercó a Jeffrey, amenazante, con un brillo en los ojos muy especial— ¡Tú y alguien más que no tengo ni la menor idea de quién es pero puedo apostar diamantes a que es alguien de tu manada, se burlaron de mí!
—Klaus...
—¡Jugaron con la cordura que tenía en esa noche y no me dejaron dormir tranquilo!
—Klaus...
—¡No digas "Klaus, Klaus" porque quiero vengarme por esa noche! ¡Hoy no duermes tranquilo, ¿oíste?!
—¡Klaus!
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The Boy Who Became a Monster
FantasíaMe llamo Klaus, y esta es mi historia. La historia de cómo me volví humano. O al menos lo intenté con todas mis ganas, pero ninguna criatura viva quería apoyarme. Así que tuve que cambiar mis objetivos. Y cambiar yo mismo por mi bien. ¿Humanidad? Se...