El Plan

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Frente a sus ojos se extendía un enorme campo de lavanda, precioso y bañado por la luz solar de la primavera. No hacía calor ni frío, y a través de su visión percibía figuras claras y nítidas. Klaus se sentó sobre las flores y esperó con paciencia.

—¿Hace cuánto que no venías a este lugar? —Una voz infantil y conocida lo hizo voltear a la izquierda. Vio frente a él a un niño de pelo castaño y ojos del mismo color, que le sonreía alegremente. Tenía una piel blanca, pero ligeramente bronceada por el sol, y una sonrisa encantadora. Klaus lo observaba en silencio— ¿Ni siquiera recuerdas quién soy?

—No venía aquí desde hacía... siglos. ¿Por qué vuelvo aquí?

—No lo sé, no controlo esto —contestó el niño—, pero te echaba de menos. No has cambiado nada... físicamente. Mentalmente eres un ser increíble.

—Me sorprende que pueda verlo todo con claridad ahora.

—Es que ya no estás atascado en el pasado. Vas de cabeza al brillante futuro que te espera en ese mundo de bestias que construiste con tanta sangre... parece un chiste que un humano matara al resto para estar en la cima.

—Yo dejé de ser humano hace mucho tiempo —gruñó el lobo.

—Eso es lo que te gusta pensar, pero sí que eres uno, ¿sabes? El cuerpo no lo es todo.

—¿Cómo estás tan seguro de que sigo siendo un humano? —Alzó una ceja, mirando al niño que le sonreía de forma nada macabra.

—Es bastante simple: yo estoy aquí. Y tú eres yo... porque soy tú. Somos dos caras de la misma moneda, y mientras yo exista, me temo que tú tendrás algo de humano corroyendo dentro de tu alma.

Klaus frunció el ceño.

—No pienso como humano. La piedad estúpida no se me da bien.

—A diferencia de lo que muchos puedan creer, la piedad no hace a la humanidad lo que es. Todos los seres del mundo son capaces de sentir piedad. Los humanos, los hombres bestia, los gliffin, los dragones, los demonios... todos pueden sentir la irremediable necesidad de ser almas buenas alguna vez. Ese no el aspecto que hace única a la naturaleza humana —explicó—. Es algo más profundo que la compasión.

—¿Y qué hace al humano "humano" entonces? —preguntó Klaus.

—El sentimiento de superioridad —Lo miró a los ojos, haciendo un contraste limitado entre sus orbes marrones con los de color rojo—: los humanos son pequeñas presas, seres vulnerables en un mundo donde hasta los animales ulgram pueden matarlos en las condiciones adecuadas. Lo que los hizo diferentes al resto de criaturas fue su capacidad de adaptación a los cambios, y a la rápida capacidad para ellos mismos cambiar su entorno. Los hizo construir poblados, ciudades, castillos, murallas...

» Ese sentimiento de inferioridad hizo a la humanidad prosperar del barro de donde salió. Pero... —Miró al suelo por un instante— pronto los hombres empezaron a crecerse en sí mismos, a cambiar. Pronto oprimieron a otras especies y razas y se creyeron los dueños de su mitad del mundo. Crecieron tanto que pronto se desmoronaron en corrupción, avaricia y sentido de superioridad. Pronto se ataron de manos ante las bestias, que los masacraron, hasta que desaparecieron presas de su propia debilidad. Creyeron estar en la cima, y cayeron.

—¿Cuál es tu punto entonces?

—Los humanos tienen todos algo en común: el sentirse superiores siendo inferiores a aquello que oprimen. La humanidad es eso: ego. Algo que tú conservas demasiado bien.

—¿Solo ser engreído es ser humano? Vaya chorradas dices... he conocido a hombres bestia que son tan avaros como cualquier humano rico.

—Los hombres bestia surgieron de la unión de los licántropos, antiguos seres del bosque, con elfos. Sus especies progenitoras fueron asesinadas por ellos mismos, e imitaron lo que ya estaba destruido. Largas vidas y cuerpos poderosos capaces de llevarlas con juventud. Están haciendo lo mismo. La naturaleza animal es imitar lo que consideren mejor, porque así guía el instinto, y los humanos, aunque débiles, hicieron muchísimas cosas llenas de ingenio y placer terrenal. Los imitan porque ya nadie puede decirles a qué se parecen. Pero tú... —Lo miró a los ojos— conservas ese rasgo, sin alterar. La codicia no es tu fuerte, pero sabes lo que eres. Eres pequeño y por eso eres tan malvado, sabes que solo así sobrevivirás.

The Boy Who Became a MonsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora