Cerca del Borde

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Klaus salió corriendo hacia la matanza como una bestia rabiosa. Me pregunto qué cambió en su mentalidad para que quisiera sumarse a tal barbarie. Jack, el tipo que nos "compró", detuvo a uno de sus hombres que iban a lanzarse al campo de batalla. Le dijo que "el pequeño puede cuidarse solo" y luego nos retiramos. Miré una y otra vez al bosque ensangrentado buscando a mi amigo, pero se había perdido en la profundidad del mismo.

Billy pasó su peluda mano por mi lomo, tratando de consolarme a su manera. En su rostro noté pesar.

Al anochecer aún Klaus no había vuelto. Muchos de los ghouls que nos rodeaban decían que probablemente había muerto, pero Jack insistía en que estaba bien, pero me costaba creerle.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Le pregunté, temeroso. Me miró y entornó los ojos.

—Porque Raphel está cerca. Y él moriría antes de dejar que manchen su lindo experimento.

—¿Experimento? —Se me adelantó Billy con la pregunta. Jack dio un mordisco a su trozo de cerdo ulgram.

—La relación de Raphel y Klaus es más cercana de lo que creéis, amiguitos. Yo que vosotros lo miro de cerca, antes de que convierta a Klaus en algo peor que un asesino.

—¿A qué te refieres? —Incluso yo noté el temblor en mi voz.

—Como os explico... ¿Sabéis que Raphel tiene setenta y siete años de edad? —Negamos al unísono— Bastante joven, la verdad... Lo conozco desde que tomó su forma de "cosa híbrida" que es ahora, aunque no sé nada acerca de su vida humana.

—¿Eso qué tiene que ver conmigo? —Todos miramos a Klaus a la misma vez. Venía junto al mencionado, quien sostenía entre sus brazos un ciervo macho muerto con una herida fatal pero pequeña en su cuello. Los ghouls celebraron al ver más alimento, incluso Billy, pero yo me quedé mirando de reojo a Raphel, quien me devolvía la mirada con intensidad.

—Está mal hablar de alguien a sus espaldas sin permiso, Jack —dijo el híbrido dejando al animal fallecido en el suelo, cerca de la fogata.

—¿Quieres contar tú sobre ti mismo?

—Bueno... ¿quién está interesado en saber de mí, para empezar? —Jack me tocó la cabeza sin disimulo— Klaus, supongo que tú también.

—Me vendría bien —Klaus se sentó lejos de mí. Lo vi como una sombra de lo que fue antes. Entre los dos matones intimidantes (Jack y Raphel, por si las dudas) él se veía como un aprendiz. Pequeño, entre ambos gigantes bestiales, tuve miedo de perderlo. Klaus estaba manchado de sangre, las manos, la cara, la boca, el pecho... apestaba a humano de una manera tan abundante que repugnaba a mi sensible nariz. No pude evitar preocuparme, lleno de miedo por dejar ir a un buen camarada.

—Bueno, niños... —Raphel me miró nuevamente con la misma intensidad terrorífica— Yo era un humano bastante normal. Luego cambié a este cuerpo impresionante y...

—¿Cómo lo hiciste? —Lo interrumpió Billy, y la bestia le gruñó notoriamente molesto.

—No te importa, ni a nadie más —masculló enojado—. El punto es que conocí a Jack hace un par de años y le hice algunos favores... —Lo último lo dijo mirando directamente a los orbes verdes del mencionado, quien desvió la mirada, como intimidado— Terminamos siendo camaradas, y bueno, lo ayudo en par de cosillas al azar —Hizo una pausa—. Hace unos once años me enteré que os habían metido en el mal negocio de los mercaderes de mercancía viva —Miró ora a Klaus, ora a Billy y ora a mí—, y decidí cobrarle uno de los favores.

The Boy Who Became a MonsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora