Con la alarmante nueva noticia del incendio del poderoso Kroyle, toda la corte inglesa estaba aterrorizada. Presas del pánico, los hombres que usurparon la corte estaban tirados en el suelo, llorando, y chillando como niños pequeños. Uno de ellos, apenas dos jóvenes en la flor de la vida, estaba vendado torpemente de un ojo, que aún sangraba copiosamente, y se veía más que aterrado.
Según contaba, era apenas un cansado viajero que había planeado pasar unas noches en Kroyle, para comerciar y esas cosas, y que, justo cuando llegó, una avalancha de hombres bestia corrió y se coló entre los muros de la ciudad. Lo habían destrozado y quemado todo, tras perseguir y matar a cada ser humano que veían, y que, para su suerte, no lo llegaron a ver a él, quien apenas y había entrado a la metrópoli. Había huido junto al otro sujeto, un poco más mayor, con una incipiente barba creciendo en su rostro, y que afirmaba haber visto a alguien cayendo de los muros del alto balcón del castillo.
Estaban llenos de miedo, y gritaron de terror cuando vieron a un gran hombre lobo, ghoul y transformado, disecado en uno de los amplios pasillos. El rey estaba tratando de comprender, porque era una noticia seria, muy seria.
—¿Queréis decir que han irrumpido como si nada y han empezado a matar a lo que se movía? —preguntó, sin poder creerlo del todo. Ellos asintieron, con nerviosismo— Nunca habían hecho eso. Es un hecho sin precedentes...
—¿Qué se supone que haremos, señor? —cuestionó el consejero principal— Nuestros ejércitos no pueden contra un tumulto de bestias sin alma...
—¿Moriremos todos? ¿Masacrados por animales humanizados? —Uno de los jóvenes, el de la venda, se oía más aterrado que hacía unos veinte minutos— ¿Iremos todos a una guerra que no podemos ganar en contra de esas cosas? ¿Así acabará Inglaterra?
Nadie dijo nada. Nadie se podía explicar la razón detrás de la masacre. Quizá solo fuera en Kroyle, algún rencor, pero... ¿y si no? Tenían que prepararse para la guerra, incluso si no ocurría. Todos tenían miedo de lo que podría pasarles. Todos estaban condenados, porque los hombres bestia no aceptarían oro a cambio de paz, ellos no eran tan corruptos, siempre habían tenido el corazón manchado de sangre pero lleno de una lealtad propia de su naturaleza animalesca.
Definitivamente algún plan debían de elaborar. Solo ellos lo sabían por el momento, pero en algún momento hasta el más ignorante de los campesinos sabría del incidente. Londres peligraba si los nobles solo ignoraban aquel incendio.
—Tengo una sugerencia —dijo un joven noble, sentado entre otros adultos, con una seria expresión. Ganó la atención de la sala entera—. Aprovechemos que los pobres y plebeyos aún no saben nada, y preparemos la huida. Trataremos de negociar nuestra seguridad, la de unos pocos, a costa de la de otros miles, que poco valor tienen. Aquí conviven las bestias y los humanos, si las sucias bestias que conviven con nuestra plebe se enteran, quizá nos ayuden, o quizá no... No sabemos de qué lado se pondrán, así que simplemente garantizaremos nuestra seguridad. ¿No os parece bien?
Hubo murmullos.
—El muchacho tiene razón... si no podemos pelear, al menos podemos resguardarnos en un lugar seguro lejos de esas bestias.
—Sí... debemos priorizarnos antes que a todos esos inútiles pobres y vagabundos.
—¡Huyamos a España! ¡O a Francia!
—¡Huyamos a las colonias del Nuevo Mundo! ¡Pronto podremos caminar sobre ellas como si se tratase de Inglaterra!
—¡Sí!
Con vítores de egoísmo, la junta de nobles y cortesanos del castillo llegó a su final, acordando negociar la paz y huir a otros países, donde podrían vivir a salvo el resto de sus vidas. Los muchachos, pobres y vestidos torpemente con harapos, escucharon aquello y se miraron el uno al otro.
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The Boy Who Became a Monster
FantasiMe llamo Klaus, y esta es mi historia. La historia de cómo me volví humano. O al menos lo intenté con todas mis ganas, pero ninguna criatura viva quería apoyarme. Así que tuve que cambiar mis objetivos. Y cambiar yo mismo por mi bien. ¿Humanidad? Se...