Aquel verano.
30 de abril del 2018
miraba mi libreta, pensando en todo menos en resolver el ejercicio que dejaron. Es lunes, para ser exactos estábamos en la cuarta hora de clases y lo único que queria ir a mi cama para descansar. La noche anterior en vez de descansar me la pase dando vueltas por mi casa, por una simple razón, y es que el insomnio no me dejaba dormir. Nunca he sufrido de eso, siempre he tenido una hora fija en la que mi cuerpo descansaba y seguía hasta la mañana que sonaba mi alarma.
Mire el reloj colgado en la pared, el cual marcaba que faltaba solo unos cinco minutos para el receso. ¿me pase toda la clase haciendo nada? Me estaba desconociendo a mi misma, y no me estaba gustando para nada.
—antes de que acaben las clases, quiero entregarle los exámenes que hicimos la semana pasada.
La profesora paso por cada puesto colocando los exámenes boca abajo, cuando coloco el mío no tarde en girarlo, mire mi nota. Mi corazón dejo de latir al ver el numero ocho con tinta roja en la hoja. ¿un ocho? ¿es enserio? Nunca he sacado un ocho en mi vida. Mis notas no bajan de diez.
—quiero felicita al joven Myers el cual fue el único que saco un Diez, así que démosle un fuerte aplauso.
Todos empezaron a aplaudir, pero yo solo lo mire con un gran enojo. Este solo miro su hoja con las cejas alzadas y una sonrisita, pero al parecer se dio cuenta que lo estaba mirando, por lo que sin disimulo volteo a mirarle, anchando más su tonta sonrisa. ocasionando que me enojara más.
Ya no solo tengo que aguantar su boba popularidad, que es bueno en los deporte, que sea l mejor futbolista del momento en el instituto, que se ganó el cariño de todos que nos rodea, sino que también me supere en las notas. Alexander Myers es el típico chico malote, no él chico listo.
La campana sonó.
Mientras que mis compañeros salían del salón, yo solo miraba con decepción mi examen. Solo sabia una cosa, y es si mi madre se llega a enterar de esto, va a estar mas enojada que antes y lo último que quiero es ver su mirada de decepción y desaprobación.
—¡me dieron el papel! —unas manos se apoyaron en mi mesa—¿lo puedes creer?
Alcé mi mirada y me encontré que la gran sonrisa y el destello de emoción que tenía sus ojos. Heather no podía dejar de decir que se gano el papel de julieta. Yo solo intentaba dejar de pensar en el imbécil de Myers y aquel examen.
—¡hoy es el mejor día de mi vida! —volví a reaccionar le di mi mejor sonrisa.
—hasta que te dan un papel digno, ya estaba harta de escucharte ensayar—murmure, guardando mis cosas.
—¡tenemos que decírselo a los demás! —aprovecho que ya había terminado de guardar lo poco que tenia en la mesa para agárrame del brazo y sacarme del salón.
Heather hablaba y hablaba mientras caminábamos por los pasillos en busca de Devon y Dean. Pero en realidad yo no le estaba colocando mi mayor atención, aun seguía con el enojo y decepción que tenia en el salón. Pero intentaba hacer como si nada paso, puesto no queria arruinar el momento especial de Heather.
Cuando después de mucho caminar llegamos a las gradas en la cual se encontraba Devon y Dean, la primera estaba mirando a los del equipo de futbol y el otro intentaba dormir un rato. Nos sentamos y Heather no tardo en hablar.
—¡me gane el papel! —grito seguido de un chillido de emoción.
Dean abrió sus ojos asustado, mientras Devon quito la mirada del equipo del futbol y miro impactada a Heather.
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Las grietas del corazón (saga corazones: libro 2) BORRADOR
Teen FictionAidée Chester siempre ha Sido la chica con buenas notas, la que muy pocas veces rompe una regla de su casa, la que se preocupa por su físico, la que no se deja humillar o pisotear. De esta manera es Aidée; no es cliché, no es "Distinta" es simplemen...