Nueva vida.

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Gojo renunció por un tiempo, habían viajado por lugares del mundo. Francia, Canadá, los Alpes, Brasil, Roma y por último llegaron a Malasia.
En dónde Gojo compro una pequeña casa para que él y Arthur pudieran estar tranquilos por un tiempo.
Arthur en esos últimos dos años se había aislado, no socializaba, comía poco y tenia una resistencia al alcohol impresionante. Aún que había algunas  veces que Gojo lo tenía que ir a sacar de los bares que frecuentaba. Seguía siendo un buen chico, solo que no dejaba de culparse por la muerte de  Hayato.
Gojo había hecho trampa para que Arthur pudiese ir a una buena universidad, busco la manera de que hiciera su examen para una de esas universidades prestigiosas, lo apoyaba en todo lo que podía.
— ¿Ya pensaste bien que carrera vas estudiar? — pregunto Gojo mientras le servía una taza de café.
— Si. Estudiaré criminalística y tendré una especialidad en medicina Forense — respondió el chico sin mirarlo.
— ¿Estás seguro de que quieres eso? — lo cuestiono.
— Si, que sirva de algo este estúpido Don que tengo — le dió un sorbo al café. Gojo lo miro por encima de sus lentes, se dió cuenta que ya no era él mismo. Arthur ya no era un niño y eso  Gojo no lo estaba asimilando, había cambiado su comportamiento y lo evadía lo más que podía.
— Está bien. Sabes que cuentas conmigo — le regalo una sonrisa Gojo, Arthur se puso de pie y lo miro.
— Gracias tío — se dirigió a su habitación y Gojo se quedó mirandolo.   Regreso con él a la mesa y lo miro.
— Voy a salir, iré a mi trabajo.
— Sabes que no tienes necesidad de trabajar — Arthur lo miro.
— Tengo gastos personales, el beber es muy caro, lo que mi papá dejo es para mis estudios. Y lo que yo gano es para divertirme — le guiñó un ojo. Se coloco su chaqueta de piel y se puso sus lentes y salió de la casa. El celular de Gojo sonó y al ver la pantalla se quedó quieto sin decir nada, tomo el teléfono y respondió.
— ¿Nanami? — pregunto.
— No. — se escuchó una voz femenina del otro lado, sonaba un tanto nerviosa — Encontré a un señor mal herido hace un tiempo y su teléfono es el único número que tiene registrado — Gojo de puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro.
— ¿En dónde está? — cuestiono.
— Estamos en Canadá — respondió la chica — en Yukon muy cerca de Alaska.
Le proporciono la dirección completa y Gojo llamo inmediatamente a la única persona que podía hacerse cargo de Arthur, está vez le había pedido a Ireiri que lo vigilará a distancia, ya que era mayor de edad. Y podía cuidarse, él mismo lo había entrando como había hecho con Fisiguro. Antes de irse fue al trabajo de Arthur.
Cuando entro al lugar todas las miradas de las compañeras alogiaron a Satoru, Arthur lo miro y puso los ojos en blanco.
— Te dije que no vinieras — lo miro.
— Vine avisarte que voy a salir de viaje — Arthur lo miro.
— ¿Regresaste a Jujutsu? — Satoru sonrió.
— ¿Estás desconfiando de mi? — antes de que pudiera decir algo una chica los interrumpio.
— ¿Es tu papá Arthur? — cuestiono la chica.
— No. Por fortuna — dijo mirándolo.
— Oye. No seas grosero — reclamo Gojo.
— Voy a salir unos minutos, mi tío tiene algo que decirme — la chica asintio y Gojo no le quitaba la mirada de encima. Era muy bonita.
— Vamos — salió del mostrador y jalo a su tío.
— Deja de coquetetear con mi jefa — Gojo lo miro.
— Esa linda señorita también es ...
— Si, y no quiero que estés aquí metido cuando trabajo — Gojo hizo gesto.
— ¿A dónde vas? — pregunto
— Voy a Alaska — Respondió. Arthur lo analizo.
— ¿Y a que vas?
— Soy un adulto, tu superior y déja de cuestinarme — Arthur sonrió.
— Yo pensaba arreglarte una cita Minsu, pero ya cambié de opinión — se dió la vuelta el rubio y dió dos pasos.
— Voy a comprarte un perro, ya casi es tu cumpleaños y necesitas uno especial — se quedo quieto.
— ¿Estás bien? — sonrió. — Tendras que esforzarte para que me convenzas.
— Lo tendré en mente pequeño oso — Arthur volteó a verlo.
— ¡No me digas así!
— Te veo en dos semanas. Cuídate mucho, sabes que hacer si estás en problemas — Arthur lo miro.
— No mandes a nadie a qué me cuide, puedo hacerlo yo sólo — Gojo se acercó a él.
— Abrazame por favor — pidió el Albino. Arthur lo miro con disgusto pero accedió.
— Cuídate mucho tío — Gojo solo sonrió — Ya eres muy alto, pero siempre vas a ser nuestro niño.
— Ya vete — lo soltó y le dió un leve empujón. — Nos van a ver — rio bajito.
Regreso Arthur a su trabajo, su jefa y su compañera estaban pegadas al ventanal observandolos.
— ¿Que hacen ahí? — pregunto.
— Solo veiamos a tu tío — Arthur puso los ojos en blanco. — Pensamos que vivías solo — dijo su jefa.
— No vivo con él, pero para su edad es muy inmaduro. Es muy importante para mí.
— ¿No tienes papás, hermanos o algo así? — pregunto la chica.
— No conocí a mi mamá, mi papá salió por cuestiones de trabajo hace dos años y mi hermano .... — se quedo callado y las miro. — olvidenlo — miro su reloj y se dirigió a su lugar a tomar su chamarra. — Ya es hora de irme. Mañana es mi primer día en la universidad. Llegó más tarde ¿De acuerdo? — Miko lo miro y asintio.
— Si, recuerda que si necesitas hablar nosotras estamos aquí — él las miro y asintio.
Salió de su lugar de trabajo y se dirigió a su motocicleta y estaba por ponerse su casco cuando su celular timbró.
— ¿Shōko? — se pregunto. Dudo en responder la llamada, para estas alturas él ya sabía que su tío le había pedido cuidar de él, no tuvo más remedio que responder.
— ¿Qué sucede? — respondió y del otro lado permanecía en silencio. — ¿Shōko?
— Discúlpame — respondió — me impresionó tanto escucharte. Tienes el mismo timbre de voz que tu padre — dijo consternada.
— ¿Necesitas algo? — pregunto Arthur.
— Si, estoy en Malasia. En el aeropuerto necesitamos hablar — Arthur sintió una presión el pecho. Que no pudo negarse sus recuerdos, sus pesadillas y el alejamiento lo mantenían vivo, por el capricho mismo que de que él sabía que no podía morir de otra forma. Estaba atado a la vida y no sabía cómo acabar con todo aquello que lo atormentaba.
— En media hora llego — ella sonrió de felicidad.
Se coloco el casco y se dirigió al aeropuerto.
...
— ¿Crees que se moleste por qué te acompaño? — pregunto su acompañante de Shōko.
— No lo sabemos, al igual que tú se escucha muy maduro.
— Esperemos que no sea como saturó — rio.
— Gojo busco la forma de protegerlo. Y es comprensible que no lo iba a dejar sólo, además después de él es el único que podría hacerse cargo de la energía potencial — entraron a una de las cafeterías del aeropuerto a esperarlo.
— Me da gusto que por lo menos este bien. Nuestra última plática no fue muy agradable.
— Dos cafés americanos. Por favor — ordenó Shōko. — Hay cosas que no cambian, quizás y no nos muestre en dónde están viviendo, pero podré estar bien con solo abrazarlo.
— Siempre he tenido una duda — la miro — ¿Tiene la misma capacidad que el profesor Gojo? — ella lo miro.
— No ha desarrollado ningún poder como el de Gojo. Pero su campo magnético dice Gojo que ha mejorado mucho, ya puede bajar velos únicos y su fuerza ha incrementado demasiado. Y Long ya es todo un dragón, al igual que Gema. Y sobre todo heredó la técnica de proporción de su padre, no a un alto nivel, pero sus poderes son muy buenos.
— ¿Se quedó con la dragona de Hayato? — Shōko sonrió.
— Ella lo eligió después de que su guardian falleciera. Fue el único recuerdo de protección que Hayato le dejo.
— Supongo que es difícil manejar su energía sin cansarse.
— Supongo que si — siguieron platicando un rato más y después de unos minutos el celular de Ireiri timbró.
"¿En dónde estás?"
Ella indico el lugar y Arthur se dirigió al lugar. Cuando entro a la cafetería Shōko lo miro. Su rostro era idéntico al de Gojo solo que el color de sus ojos eran grises y tenía un cuerpo muy bien proporcionado como el Nanami y el cabello rubio casi llegando a blanco. Su tono de piel palido. Vestía de unos jeans negros, una playera blanca y encima de esta su chamarra se piel negra. Y sus tenis blancos, llevaba en su mano izquierda el casco e iba sacando de su bolsillo sus lentes para colocarlos.
— Es una mezcla de ambos hombres en versión rebelde — murmuró.
Se levantó ella y lo miro con una sonrisa llegó con ella y la abrazo.
— Hace mucho tiempo que no te veía tía.
— Has crecido bastante — se separó de él. Volteo a ver quién la acompañaba, y Karther estába ahí sentado.
— Gusto en verte — le sonrió. Él se quedó mirandolo sin decir nada, el silencio que guardaba no era de agrado. (No quero revivir aquel recuerdo) se dijo a si mismo.
— Vamos a casa — la miro — tuve que ir por el auto para poderte llevar. ¿Cuánto tiempo estáran aquí? — pregunto Arthur.
— Dos semanas, pero no te preocupes estaremos en un hotel — respondió ella.
— No hay necesidad. La casa es muy grande yo no ocupo mi cama. Aquí también tengo un sofá en dónde duermo — ella solo sonrió.
— Demonos prisa es mi primer día de clases en la universidad y ya voy tarde — ella asintió y Karther se puso de pie.
Artur le ayudo con su equipaje, trato de olvidar que la acompañaba karther.
— ¿Es tuyo? — cuestiono Ireiri.
— No, es de mi tío. Yo tengo mi moto.
— Nunca cambias — sonrió.
Karther solo miraba, estaba muy impresionado del ponencial que había logrado, aunque enseguida se dió cuenta que sus problemas de sueño seguían presentes. Tenía la mirada fija en el prabrisas y se limitaba a decir algo.
— ¿A dónde fue mi tío? — cuestio el rubio. Ella lo miro con una sonrisa.
— A comprar un perro — Arthur rio sin despegar la mirada del parabrisas.
— ¿Le creíste? — ella lo miro.
— Es capaz de ir al mismo infierno por complacerte — él solo suspiro.
— Por cierto trabajo en una cerería con una hechicera no reconocida en el ramo ¿Vienes con ella no es así? — ella lo miro.
— ¿Cómo sabes? — sonrió nerviosa.
— Yo lo sé todo sin que me digan algo al respecto — la miro por el rabillo de los ojos.
— Entonces debes saber a dónde fue tu tío — ataco.
— Mi tío no me deja ver nada de su mente. Es muy fuerte en ese aspecto —  dijo mientras estacionaba el auto.  Bajaron enseguida.
— Kim les ayudará acomodar todo. Tiene órdenes de atenderlos — ella lo miro. El mayordomo le entrego su mochila y él la tomo — toma las llaves del auto, solo no lo vayas a chocar por qué estarías firmando tu testamento antes de tiempo. — Tengo que irme te veo por la noche — se despidió de ella y Karther solo lo miro sin decir una sola palabra.
— No digas nada, es natural que este así — lo miro Ireiri.
— Ya pasaron dos años y sigue sin comprenderlo. Es muy fuerte, pero sigue evadiendo la realidad — Ireiri lo miro.
— Ven vamos adentro — entraron a la casa y Karther miro por todos lados. Estaba impresionado por la decoración.  — Esto tuvo que ser idea de Arthur. Por nada del mundo hubiera dejado que Gojo arruinara la decoración.
— Es más grande está casa que la tenían antes. Solo que aquí no hay fotografías — miro Karther.
— Síganme por favor — pidió Kim.
El celular de Ireiri sonó y se trataba de Gojo.
— Llevelo a su habitación por favor tengo que responder esta llamada en privado — Kim asintio y Karther siguió su camino.
— ¿Estás en casa? — pregunto el Albino.
— Si no te preocupes estoy sola. ¿Que sucede?
— Lo encontré — respondió.
— ¿Y que sucede?
— Está muy grave, lo tienen en estado de coma. No saben que fue lo que le sucedió — ella suspiro.
— Esto no está bien Gojo. Probablemente no sea él.
— Si es él, mis ojos no mienten. Tienes que venir — suplico.
— ¿Y Arthur? — pregunto ella.
— Él va estar bien. Miko es una hechicera, lo va cuidar — dijo.
— ¿La conoces? — cuestiono.
— La conocí antes de venir aquí — ella sonrió.
— No le puedes confiar a tu sobrino a alguien que apenas conoces — dijo ella.
— No la conozco, no siquiera he hablado con ella — suspiro — solo se que es muy bonita.
— Eres un caso perdido. En dos días estaré contigo, tengo que arreglar un problema y tengo que regresar a Karther a Japón — indico.
— ¿Lo llevaste? — cuestiono molesto.
— Si, sabias que lo haría. Y no me detuviste, tienen que hablar .
— Arthur no quiere, deberías dejar de insistir.
— No discutiré esto contigo. Ellos tendrán hablar.
— Dos días Ireiri no más — exigió.
— No te preocupes....
...
—¿Tienes algo más que decir? — lo sujetaba con gran fuerza contra pared y le costaba trabajo respirar. Solo jadeaba y sus ojos reflejaban desesperación.
— Suéltalo — intervino Arthur.
— ¿Que dijiste? — respondió aquiel mal encarado. Y con porte de matón.
— Que lo sueltes — repitió. Hizo lo que Arthur le pido y el chico callos al piso. Tomo a Arthur por el cuello de la camisa y lo obligó a que lo mirará. Estaba por quitarle los lentes obscuros cuando el chico del piso lo golpeó.
Arthur miro lo débil que era chico y miro de nuevo a su oponente.
— Si me vas a golpear haslo ya. Por qué de lo contrario terminarás muerto — dijo Arthur.
— Muchachos no hay por qué exagerar vamos Deniam, deja de molestar a los de primero — dijo un tipo de cabello cobrizo. Arthur lo miro y suspiro.
— Son un idiotas. — dirigió sus manos sobre las muñecas del tipo y las apretó con fuerza hasta que lo soltó. El acompañante le quiso dar un golpe en el rostro pero Arthur se hizo a un lado y esté cayó.
— ¿Eso es todo? — lo miro burlándose de él.
— Te vas a morir — dijo el tipo.
— Esa palabra le escuchado toda mi vida y mírame — respondió.
— ¿Estás llorando? — pregunto sarcástico Arthur. Se inclino para mirarlo de frente. — ¿Quieres a tu mamita? — se burló de nuevo saco de su bolsillo trasero su cartera, saco dinero. Se lo lanzo al rostro y lo miro.
— Ve al médico. Posiblemente tengas ambas muñecas rotas. Y espero que con esto comprendas y dejes de molestar a las personas — Arthur se retiró y los demás chicos solo lo miraron impresionados. Un chico de primer año los había humillado.

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