Amparo [Jasper Hale]

♦ Capítulo 20

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En cuánto entraron al aposento de la gótica mujer sádica, se encontraron con aquel hombre desnudo y cubierto solo por un taparrabo de tela blanca, descalzo. Un vampiro arrodillado de espalda a un costado de la cama, su piel morena imponía en la habitación infestada en sangre, gimoteos de dolor y por sobre todo, impactó más a Jasper el gemido de placer y disfrute que su compañera soltó en cuanto vio cinco pares de ojo horrorizados al reconocerla, suplicando piedad.

—¿Quién es? Y qué significa esto?—pregunta totalmente asombrado Jasper.

Cinco humanos que al ver a la mujer, empezaron a suplicar salir del lugar. Jasper percibía horror, angustia, miedo, pánico, desesperación; pero así como todo parecía un caos en humanos desnudos sin ninguna censura de la desnudez, pudo percibir la excitación en su compañera, pero también del hombre que en ningún momento había dirigido su mirada hacia ellos, había una emoción de felicidad y regocijo al escucharla, más no era de él, sino que del que suponía era el tal Firenze.

—Qué delicia me has preparado, un gran manjar de bienvenida.—felicitó Amparo totalmente feliz.

—Todo para mi señora. —ronroneó con respeto tras el acento egipcio.

—Jasper, él es Firenze. Mi sirviente, regalo de Aro hace mas de cinco siglos. —presentó Amparo llegando a colocarse frente a su moreno sirviente.—Firenze, encontré a mi compañero.

El vampiro rubio teñido, ya no era delgado como antes, se notaba que se había estado cuidando para su dueña, de ojos rojos y labios carnosos.

Firenze, Un vampiro de ojos rojos, rubio y delgado. Había sido regalo de Aro tras una misión en Egipto, había descubierto secretos que un Clan escondía, los manteníamos vigilados pero no habían intervenido debido a que no vieron necesidad. Sin embargo, si este Clan se oponía en dar su adquisición en algún momento, me encargaría de copiarlo con su permiso; este vampiro solo era un regalo por el gran trabajo de espionaje realizado.

—Es una excelente noticia, con más razón iré a por más ofrendas para mi señora, si es que lo desea. —exclama Firenze totalmente feliz por Amparo.

—Ya estoy satisfecho, no se preocupe por mi. —intervino Jasper.

—Perfecto, más para mi. A partir de ahora, jugaré un poco para liberar estrés cariño, si quieres mira y observa lo que ocurrirá pero si es mucho para ti, puedes no mirar. —expresa Amparo mientras se acerca con hambre hacia uno de los hombres gordos y desnudos— Deliciosa sangre, morirán hoy.

Firenze enseguida ofreció una navaja suiza a su dueña, quién con tanto regocijo lo agradeció, sus ojos rubíes estaban dilatados y consumidos totalmente en la oscuridad, sus labios mostraban los colmillos hambrientos. Jasper no podía creer lo que podía ver, su compañera en serio parecía una sedienta sadica por la sangre pero aquello no hizo horrorizarlo sino que excitarlo con creces.

Verla cortar sin reparo alguno por los quejidos el pectoral grasiento del hombre sacar las tetillas, rasgar y ver como cada hilo de sangre salpicaba la piel de su compañera a la misma vez que está gemía de encanto por el sabor, los gritos eran intensos y horribles, había olor a orin y heces de los demás hombres que no deseaban ser testigos de aquella imagen desagradable de morir, viendo como la mujer mordía cada intestino que salia de la gran abertura del estómago, tal como si fuera una caníbal.

—¿Te irás o tengo que hacerte una invitación?—pregunta Jasper incómodo de tenerlo en la habitación al sirviente de su compañera.

Aunque Firenze no estuviera viendo si estaba escuchando todo, y la excitación que provenía de él, era nauseabundo para Jasper.

—Ella necesita espectáculo y espectadores, yo limpio lo que deseche y lo que no le guste, es mi deber.

Jasper con el veneno en la garganta quedó en silencio. Esas emociones que ese sirviente tenía hacia ella no eran para nada agradables, había algo que no le parecía correcto en él.

—Ella es mi dueña, no me malentiendas. Te respeto tal como ella me respeta, por lo que no hay motivo para que se coloque tenso junto a mi, señor. —expresó fielmente Firenze hacia Jasper, mirando a su dueña quién parecía no estar en el msimo plano que ambos, debido a que se reía tetricamente tras salpicar varias veces la sangre a los pies suyos.

Siendo así como pudo notar, lo sangrienta y sádica que su compañera era, porque despues de una horas cuatro horas, cada una hora para cada víctima que tenía frente muriendo tan tragicamente a manos de su hambrienta y loca compañera.

El hambre había llegado a Jasper, en cuanto la vio bañada en sangre, el deseo y la necesidad pudieron más que él, por lo que se acercó posesivo. Para tomar entre sus manos las mejillas ensangrentadas de su mujer, besandola con tanta hambre y posesión, deseo y lujuria al punto que el mismo sirviente se sintió ahogado al sentir las emociones golpear su rostro.

Entiendo que el compañero de su dueña y señora, era un empatico y estaba marcando territorio con su fuerte don. Dejando salir una mueca de gracia, el señor no sabía a lo que se enfrentaba y no lo sabría por ahora.