Capítulo 13

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La tensión en los hombros de la morena se intensificó al notar la molestia de Malina, ante su rechazo. Isabella había intentado buscar su mirada, regalarle una débil sonrisa a modo de disculpa, pero la ojiazul no la había mirado en ningún solo momento, ni a ella ni a la rubia.

—Ella se enojó —había susurrado Lauren apenas Malina desapareció de su vista.

La pequeña punzada que sintió en su corazón empezaba a dejar un mal sabor en ella, uno que, Isabella se obligó a empujar si quería detener el impulso de ir tras Malina, simplemente para disculparse.

—Se le pasara —o eso esperaba.

Isabella podía entender por qué Malina se había enojado. La chica había visto la incomodidad de Malina al aceptar la propuesta que Daniel había lanzado, una que básicamente Isabella la había empujado a aceptar, así que era de esperarse que la chica estuviera enojada si no hacían eso juntas.

Pero Isabella sabía lo reservada y distante que Malina era, durante su estancia había observado como la chica prefería su soledad y había luchado bastante para sacarla de su caparazón. Ahora que la chica por fin empezaba a abrirse y ante la idea, de que, su molestia fuera por el simple hecho de no estar juntas hizo agitar a su corazón.

— ¿Entonces se nos quedan los baños o qué fue esa mirada tuya minutos atrás?

—Los baños pueden esperar, nuestro plan no.

Isabella tomó rumbo hacia los pasillos esperando que Lauren la siguiera, ella lo hizo. Su idea tal vez no era la mejor y lo supo en cuanto Lauren la detuvo al acercarse a su destino. El agarre firme en su brazo y la mirada incrédula que la rubia le regaló fue suficiente para hacerle saber que era una mala idea ir ahí.

— ¿¡Estás loca!?

—Tal vez no es la mejor idea, pero tenemos más probabilidades de encontrar algo allá.

—No, definitivamente no.

—Si no quieres entrar está bien, yo puedo hacerlo de todos modos.

Una pequeña molestia se instaló en el pecho de la chica, sabía que no debía enojarse, que pedía mucho más de lo que Lauren podía arriesgarse, aun así, la actitud rebelde y valiente que Lauren mostraba en otras ocasiones, pero no en esta, la hicieron molestar.

—No te dejare entrar, no me importa que patalees o me golpees, gritaré si es necesario, pero no dejare que te arriesgues de esa manera.

—Podrías vigilar y así correría menos riesgo de ser descubierta.

—Es la maldita habitación del secretario, Isabella.

La preocupación en su mirada hizo desaparecer el enojo. El pequeño temblor en las manos de Lauren le indicaban lo asustada que la chica se encontraba y supo que no se trataba de la falta de rebeldía o valentía por parte de la rubia, si no, de la preocupación que Lauren sentía por ella.

—Si alguien nos descubriera, te descubriera, no tendríamos excusa. Él sabría por qué estuviésemos ahí, sabe de la relación que tenías con Cristina y no se le hará difícil unir cabos —Isabella odiaba admitirlo, pero Lauren tenía un punto—. No sabemos qué fue lo que hizo con Cristina, no sabemos lo que podría hacerte a ti.

— ¿Cómo es que eres demasiado tonta para algunas cosas, pero para esto tienes razón? —la tensión en los hombros de Lauren desapareció al notar que la había convencido.

— ¿¡Te atreves a llamarme tonta cuando acabo de salvar tu trasero!?

—Lo hice.

Isabella sonrió traviesamente antes de ponerse a correr, escuchaba los pasos de Lauren seguirla por detrás y una risa por parte de ella sonó por todo el pasillo. Era demasiado fácil lograr ofender a cierta rubia con corazón de pollo.

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