Isabella fijó una mirada de incredulidad en Lauren, cuyo semblante desaliñado y el labio partido anunciaban un enfrentamiento reciente. El escenario que presenciaban era el pasillo, fuera de la austera oficina del director de la escuela, donde los murmullos de la contienda aún reverberaban.
— ¿En serio? —inquirió Isabella con un tono de voz que mezclaba incredulidad con preocupación— ¿Te agarraste a golpes con Jessica?
Lauren, con su cabello revuelto y un deje de desafío en su respuesta, replicó.
— ¡Tú estabas a punto de hacer lo mismo! No me vengas con reproches, esa perra lo merecía.
El intercambio de palabras atrajo la atención de Malina, quien se mantenía tímida detrás de Isabella, observando la escena con una mezcla de incomodidad y culpa. La chica se hallaba envuelta en un torbellino de autocrítica y arrepentimiento. Las palabras de Jessica aún resonaban en su mente como un eco maligno, retumbando con una insistencia que la martilleaba desde dentro.
Se aferraba a la idea de que debió haber plantado cara, haber desafiado con firmeza aquel torrente de mentiras que, como serpientes venenosas, se deslizaban de los labios de su adversaria. Pero, en cambio, había optado por la retirada, por el refugio de la cobardía que la envolvía como una manta fría en una noche desolada.
La culpa la consumía, palpable y abrasadora, como el fuego devorador que consume un bosque antiguo. Se preguntaba cómo había podido permitir que sus piernas la llevaran lejos de la confrontación, en lugar de plantarse con la fuerza que sabía que tenía.
Su mirada, cargada de pesar, se posó en Lauren, quien, a pesar del visible dolor y la ira que la enardecían, había alzado la voz en defensa del honor que Malina sentía haber mancillado con su cobardía. Y ahí estaba ella, enmudecida por la vergüenza.
Entonces, en medio de la tormenta de emociones que la asediaba, un torrente de ira comenzaba a brotar desde lo más profundo de su ser. Las criaturas en las profundidades de su mente comenzaron a agitarse, susurros oscuros que llamaban a la venganza, que instaban a tomar cartas en el asunto y reclamar lo que era suyo.
"Déjanos tomar el control"
"Deja de resistirte"
"Jessica merece conocer un poco de nuestro poder"
Malina sabía que sucumbir a esas voces sería ceder el control, dejar que las sombras la consumieran hasta convertirla en algo irreconocible. Pero en ese momento, cuando la furia ardía como una llama voraz en su interior, la tentación de dejar que esas criaturas tomasen las riendas de su destino resultaba abrumadora. ¿Debería ceder ante las voces oscuras que la tentaban con promesas de satisfacción momentánea? ¿O debería resistir?
Malina se encontraba en aquella encrucijada justo cuando Marcos irrumpió en el lugar con prisa, como si estuviera decidido a encontrarlas.
— ¿En qué problema ya se metieron? —inquirió Marcos, su rostro reflejando confusión y preocupación.
Isabella lo recibió con una mirada frívola y lo señaló con el dedo acusador.
—Tú —chistó con furia—, eres el único que sabe sobre lo de Valerio, y de repente toda la escuela lo sabe. Así que dime, ¿a quién le dijiste?
Marcos se llevó la mano a la frente con frustración, cerrando los ojos brevemente mientras buscaba una respuesta.
—Brandon —admitió finalmente—. Es mi mejor amigo... suelo compartir todo con él.
Un sarcástico eco de risa escapó de los labios de Isabella mientras comenzaba a dar vueltas alrededor de Marcos, en un evidente estado de agitación.
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Pequeñas Criaturas
Mistério / SuspenseEn un regreso enigmático al hogar que una vez conoció, Malina despierta los recuerdos ocultos de una tragedia que destruyó su familia y dejó su corazón sumido en la oscuridad. Las sombras del pasado acechan cada rincón, atormentándola con su persist...