Capítulo 28

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Los pensamientos de Malina danzaban en una coreografía caótica e improvisada. Su mirada se perdía en el vacío mientras su mente aún resonaba con las palabras de Valerio. El ruido constante que antes llenaba su cabeza había sido reemplazado por un completo silencio, y ahora, en la seguridad de su hogar, sentía las sombras acechando, esperando el momento propicio para atacar.

—Todo es mentira —exclamó Isabella frente a ella.

Isabella se quedó impactada por el torrente de revelaciones que Valerio había soltado. Aún no podía creer en ellas, pero la semilla de la duda había sido sembrada, haciéndola cuestionar repetidamente cada hecho que pudiera corroborar las afirmaciones de Valerio. Sin embargo, a diferencia de Isabella, Malina parecía estar perdida, como si una parte de ella hubiera sido arrancada.

— ¿Y si no lo es? —cuestionó Malina en un susurro.

— ¿Vamos a creerle al hombre que te dejó inconsciente y que ahora te cuenta historias sobre criaturas de la noche? —Malina alzó el rostro, regalándole a Isabella una de las miradas más dolorosas que esta había presenciado. La forma en que Isabella pronunció esas palabras fue la respuesta a la pregunta implícita sobre si debía contarle o no sobre las criaturas que la atormentaban.

Nadie le creería. Nadie le otorgaría crédito. No lo habían hecho cuando era apenas una niña, y ahora tampoco lo harían. Esta revelación desgarró el corazón de Malina en innumerables fragmentos. Se sentía incapaz de enfrentarse a esas criaturas por sí sola. Cada día, la tentación de rendirse ante ellas la asediaba, como si estuvieran urdiendo para lograrlo. Malina sabía que, una vez perdida la batalla interna, la próxima víctima de desaparición sería ella.

La mera idea casi la hizo romper en llanto, pero se encontraba demasiado exhausta para permitirse ese lujo. Así que, con una sonrisa débil, extendió su mano hacia Isabella, invitándola a tomarla.

— ¿Qué más podríamos descubrir? ¿Que todo ha sido una farsa? Creo que merece la pena intentarlo.

—Dijimos que dejaríamos esto atrás.

—Eso fue antes de conocer todo lo que nos reveló Valerio. ¿Y si todo es cierto? Cristina no sería la única en desaparecer... Oliver tampoco sería el único.

Ante esta reflexión, Isabella la miró con asombro y confusión. Quizás Malina no debería haber mencionado eso. Isabella había considerado esos casos como dos eventos separados, y ahora, ver a Malina unirlos la desconcertaba.

—No —respondió Isabella mientras acariciaba su rostro, secando una lágrima que ni siquiera Malina había advertido—. No te hagas ilusiones con resolver un caso que se dio por cerrado hace años, Mali. Solo terminarás lastimada.

—No importa, deseo intentarlo, sinceramente, Isabella —la súplica reflejada en los ojos de Malina hizo retroceder a Isabella. Su amor por Malina era evidente; estaba dispuesta a seguir cualquier camino que ella escogiera.

—Está bien. Haremos esto. Ahora, vamos a descansar y si mañana aún deseas descubrir si Valerio no está mintiendo, prometo apoyarte, ¿de acuerdo? —Malina asintió entre lo que parecía ser una expresión de paz y alivio.

—¿Podrías quedarte en mi habitación esta noche? —Isabella asintió, esbozando una tímida sonrisa.

La noche había sido una montaña rusa y ahora, lo único que anhelaba era estar en los brazos de la chica que quería. Habían renunciado a ese gesto tan puro como dormir juntas para sentirse seguras, y ahora tenerlo de vuelta era como una cura para el corazón.

Las suaves respiraciones llenaban el espacio, como un susurro de la noche que acariciaba sus almas cansadas. Malina se dejaba envolver por el abrazo reconfortante de Isabella, encontrando en su cercanía un refugio contra el tumulto del mundo exterior. Con los ojos cerrados, se entregaba al calor que emanaba de la piel de Isabella, un calor que parecía disolver cualquier temor o inquietud que pudiera albergar.

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