—¿Y qué vas a hacer?
—No sé.
—Te digo que lo del documento es un tema...
—¿Qué documento?
—¿No te dijeron que si sos menor no te lo hacen?
—Pau, tampoco nos tendrían que vender cerveza o entradas para el boliche...
—Ay, Lali, no vas comparar.
—¿Qué? Mil mangos es mucha guita. Es como quinientas cervezas.
—¿Quinientas?
—Si llevo la plata me lo van a hacer, si está todo podrido.
—Me dieron fecha para el veinte.
—Ay, qué bajón...
—Sí...
—...
—...
—¿Entonces a tus viejos tío les vas a decir nada?
—No, ni en pedo.
—...
—Mi viejo está muy raro, me parece que sospecha algo.
—¿Sí?
—Ayer me vino a ver a mi cuarto, a la noche. Yo me hice la dormida.
—¿Y?
—
—¿Lloraba?
—Me pareció.
—Yo no creo que sepa.
—Capaz nos escuchó hablar.
—Pero te hubiera dicho...
—No sé.
—
—No, no puede saber. Escúchame, Lali, tu viejo no puede decir todas las boludeces que dice
en las reuniones por el viaje si sabe lo que te está pasando.
—Sí, en eso tenés razón.
—Pero me preocupa mi viejo. Lo veo medio mal y no sé, siento que capaz es mi culpa.
—No te des máquina, para mí tu viejo no sabe ni ahí.
—Me compré la campera.
—Ah, ¿cuál?
—La de duvet, porque la otra era refinita y me iba a cagar de frío.
—Sí, yo también voy a llevar una de duvet. ¿Te parece que con una campera sola estará bien?
—Yo llevo también la de cuero, para la noche.
—Sí, tenés razón, no vamos a estar todo el día con lo mismo.
—¿Y al final te compras los borcegos?
—Mi viejo me dio la plata, pero me la voy a guardar. Para llegar a los mil.
—Ah...
—...
—...
—Yo creo que cien o doscientos mangos te voy a poder prestar.
—Okey.
—¿Le vas a pedir a Iván?
—No.
—¡Qué pibe hijo de puta resultó ése!
—...
—¿Cuánta guita te falta?
—Quinientos y algo.
—¿Y qué vas a hacer?
—La voy a robar.
—¿Me estás jodiendo?
—No, se la voy a robar a mi vieja.
—Pero se va a dar cuenta.
—Sí, pero no va a poder decir nada.
—Por...
—Porque ella se la roba a mi papá.
—...
—Esconde guita en el garaje, debajo de un ladrillo.
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Tuya-Alicia Piñeiro
Teen FictionViolencia y engaño. Un retrato implacable de la vida familiar de la clase media. Un corazón dibujado con rouge, cruzado por un «te quiero» y firmado «Tuya» le revela a Inés que su marido la engaña. Tras una llamada a deshoras, decide seguirlo y, sin...