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—Me duele mucho. 

—Sí, sí ya sé, chiquita. Vos aflójate, lo más relajadita posible que te tengo que hacer un tacto. 

—¿Qué es eso? 

—Quiero ver si estás con dilatación. 

—Tengo miedo... 

—Tranquila, querida, vos relájate lo más que puedas. 

—¿Qué me está haciendo? 

—Nada, chiquita, un tacto, nunca te hiciste ver, ¿no? 

—No. 

—Tuviste suerte, parece que está todo bien. 

—...

—Bueno, bueno, no llores que en un ratito vas a estar con tu bebito en brazos. A ver, flojita,

vos bien flojita. 

—... 

—Ves que no es nada, querida, un dedito más... 

—...

—Un segundito más y ya termino. 

—... 

—Flojita, por favor, que si no no puedo hacer bien el tacto. 

—... 

—Acá toco la cabecita. 

—... 

—No llores, pichona. 

—... 

—Bueno, voy a pedir una sala de parto ya mismo. Estás con seis de dilatación. Esto ya se

viene. 

—Tengo mucho miedo. 

—¡Pero por qué vas a tener miedo! 

—... 

—Vos tranquila, tranquila que esto es cosa de todos los días. 

Tuya-Alicia PiñeiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora