Sacaron el cadáver de Alicia Soria del refrigerador y lo colocaron sobre la mesa. Un cartón
confirmaba su identidad gracias a la revisión que se había hecho, días atrás, sobre sus piezas
dentarias. La medalla con sus iniciales y la fecha de su nacimiento no fue prueba suficiente
para acreditar su identidad desde el punto de vista forense. Desde otros puntos de vista, sí. Su
padre sabía que era ella. Su madre sabía. Charo, Ernesto e Inés sabían aunque no hubieran
visto la medalla.
Corrieron el cierre de la bolsa plástica y el olor de la muerte de Alicia invadió la sala. "Cuerpo
en estado muy avanzado de descomposición", le dictó el forense al asistente que tomaba nota
para hacer el informe. El forense revisó el cuerpo. Primero externamente, buscando
traumatismos, heridas cortantes, orificios de bala. Rutina difícil de aplicar en un cuerpo tan
descompuesto y, lo que era peor, con presunción de inútil ya que todo indicaba una muerte
por sumersión. Rutina. Giró el cuerpo muerto sobre la mesa y siguió su búsqueda. Algo le
llamó la atención. "Infiltración sanguínea prevertebral", le dictó al asistente. Palpó el cuello,
hacia arriba y hacia abajo. Y agregó: "Fractura del cuerpo de la 6a y 7a vértebra cervical con
separación casi total de fragmentos y distensión medular". Volteó el cuerpo hacia arriba otra
vez. Tomó el bisturí sabiendo que no todo era tan evidente en este cuerpo muerto. Dibujó una
Y sobre él. Tuvo cuidado y no arrastró los senos de Alicia con el corte. Cuando completó el
dibujo, entregó el bisturí a su ayudante y jaló de la piel. El ayudante le pasó la sierra eléctrica
y el forense seccionó la caja torácica. Quebró el esternón. Desarticuló las clavículas, y llegó a
los pulmones. Un ayudante se encargó de la evisceración. Sacó los órganos de Alicia en
bloque, y luego los despegó para medirlos y pesarlos. Empezó por los pulmones. Todos
supieron que Alicia no había muerto ahogada. "No existe evidencia de agua en los pulmones",
dictó el forense.
El ayudante sacó lo que quedaba. Cuando fue el turno del útero lo cortó, como indica la rutina
para ciertos órganos, para luego guardar los cortes en formol. Pero después del primer corte
dudó, y ya el segundo lo hizo con más cuidado. No cortó por tercera vez. Llamó al forense,
éste se acercó, abrió el órgano por el corte, miró y asintió. Luego dictó: "Posible embarazo de
aproximadamente doce semanas" .
Llenaron el cuerpo de telas, suturaron con cuidado, y lo lavaron.
El cierre corrió hacia arriba, y el cuerpo de Alicia entró otra vez en el refrigerador.
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Tuya-Alicia Piñeiro
Teen FictionViolencia y engaño. Un retrato implacable de la vida familiar de la clase media. Un corazón dibujado con rouge, cruzado por un «te quiero» y firmado «Tuya» le revela a Inés que su marido la engaña. Tras una llamada a deshoras, decide seguirlo y, sin...