Capítulo 6

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-Bien. Siguiente punto. Miles, ¿qué tienes que contarnos del oeste? - Preguntó Sam.

El nombrado se abrió camino entre la multitud y se posicionó delante de la tarima, aunque no pasaron más de dos segundos hasta que lo llamaron para que subiera.

-Los del equipo 113 hemos estado recientemente ayudando a las colonias de la zona oeste. Sin embargo, antes de volver aquí, recibimos una notificación de un plan de rebelión que se estaba gestando en una de los pueblos lejanos a la capital de la zona.

-¿Una rebelión? - interrumpió un Inspector de aspecto delgado y larguirucho que tenía un cigarro apagado entre los labios. Seguro que sería el primero en escapar de la nave para fumárselo.

-Sí, señor. Fuimos a investigarlo tan pronto como recibimos el rumor. Al parecer, un grupo de lugareños planeaba levantarse en contra de nuestro venerable ejército para reclamar más comida de la debida. - explicó Miles.- Cuando llegamos a la comunidad, atrapamos a uno de los sublevados y confesó, así que procedimos con su ejecución como está acordado. De todos modos, creemos que ese hombre no era el cabecilla.

-Entonces, ¿era un mero peón?- inquirió una Inspectora bajita y pelinegra.

-Sí, señora. Según lo que dedujimos del interrogatorio del culpable, podría tratarse de una mujer joven del pueblo. Hay quien apunta a que el móvil podría estar relacionado con la venganza contra ciertas personas en el cargo en vez de solo la búsqueda de más alimentos. 

-Comprendo.- comentó Charles llevándose la mano al mentón.- ¿Sabemos algo más sobre esa mujer?

-No. Tuvimos que regresar in situ, por lo que nuestro grupo ya no sabe nada. Hay otros Inspectores estudiando a los pueblerinos, pero tampoco han encontrado nada hasta donde nosotros sabemos.

Ante la pausa en la discusión, la multitud llenó el silencio con murmullos cargados de especulaciones. Entre ellos, se acusaban mutuamente con la mirada, juzgando a cualquiera que viniese del oeste como si estuvieran envueltos en el asunto. Como era de esperar, el grupo 127 también fue víctima de los ojos acusadores, en concreto, un pelirrojo con cara de pocos amigos. 

-Sí, por supuesto, yo tengo la culpa de todos los males de la humanidad. ¡Qué sorpresa! - refunfuñó Yuta por lo bajo.

-Cuando Miles te acuse en alto, nos hacemos los sorprendidos, ¿vale?- le susurró Haechan.

El nipón le dirigió una sonrisa ladina y se relamió los labios. Como toque final, posó su lengua en el interior de su mejilla, un hábito bastante común en él.

-¿Crees que se atreverá a hacerlo?- inquirió.

-Si lo hace, te quedarás quieto y callado sin hacer nada, que así te ves más guapo.- le espetó Taeyong mientras arqueaba una ceja.- No vamos a meternos en líos, me lo prometiste antes de salir de casa, ¿recuerdas?

-Sí, es verdad. Le hizo una promesa de meñique, ¡qué tierno! .-rio Haechan inclinándose hacia Minjoon para que solo el mayor pudiese escuchar la broma, aunque Mark también la alcanzó a oír.

-Prometió no pelearse con el resto de soldados, pero tú no entras en ese grupo. Como te oiga te va a dar tal paliza que me dará tiempo a comerme las palomitas antes si quiera de que puedas ponerte en pie de nuevo.- advirtió el pelinegro entre risas.

-No pienso frenarlo. - se escabulló Minjoon.- Eres tú el que siempre se las busca.

-Cállate, muerto de hambre. - le protestó el menor a Mark. - ¿No vas a ayudar a tu hermano pequeño? Vergüenza debería darte, Minjoon, con lo que yo te quiero...

-¡Estamos todos muertos de hambre! Voy a necesitar que especifiques a quién te diriges.

-Ñi ñi ñi.- se burló Haechan mientras los tres se reían de la pelea.

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