Paz y abundancia. Ese futuro mejor con el que todos habían soñado acababa de saltar por los aires. O al menos fue lo que pensó mientras sus ojos se ajustaban a la luz y sus oídos recuperaban muy despacio la audición.
El cuerpo sobre el suyo era pesado, y más ahora que se sentía débil. Habían retrocedido unos metros a causa del impacto por la explosión, así que no sabía muy bien dónde estaban los demás. Frente a él se encontraba el cielo al descubierto. Lo observó durante unos minutos y lo maldijo por lo calmo que se veía cuando sus amigos yacían muertos a sus pies. Chenle y Renjun no volverían, y el frío en la piel de Jaemin le indicaba que él tampoco. No sabía nada de los otros tres.
Con ojos llorosos, movió despacio la cabeza para descifrar su situación. Escuchaba por fin el barullo de las personas que se acercaban a ver la escena del crimen. Quiso incorporarse para ver bien, pero recordó que estaba rodeado de gente que no dudaría en enviarlo con los demás. Unas botas hicieron ruido cerca de su oído izquierdo. Un Sicario que conocía de vista se agachó y retiró el cuerpo de Jaemin. Jisung fingió estar muerto, aún si su cuerpo le gritaba que necesitaba llorar la pérdida.
-Tan bueno con las armas y tan tonto como para no usarlas cuando debe. - rio el hombre.
Por el rabillo del ojo, Jisung pudo ver con claridad el cuerpo de Jaemin, o más bien, lo que quedaba de él. Su brazo izquierdo no estaba, en su lugar, el hueso al descubierto y los músculos desgarrados chorreaban sangre cada vez que lo movían. Sus ojos estaban abiertos, inexpresivos. No había nada allí, ya no había vida en ese cuerpo. Sus rodillas seguían en su sitio, al menos. Retorcidas y dislocadas, aún se aferraban al cuerpo principal. Su espalda, al aire, casi no tenía piel; una herida que lo recorría desde la mitad del espaldar hasta el lado izquierdo de su cara. Allí era donde más había sufrido el impacto.
Sus entrañas se revolvieron al ver la escena, y su cerebro le repitió las muertes que había presenciado. Él, Chenle, Renjun, compañeros de patrulla, sus padres. Todas esas personas a las que le tuvo un mínimo de aprecio. Sus rostros sin vida. Quería gritarles y maldecir a aquellos que se los habían quitado. Pero no podía. No cuando lo había visto.
Al llevarse a Jaemin de su campo de visión, pudo observar como levantaban a Jeno. Estaba en un estado similar a Na, sin embargo, él había sido golpeado de frente. Su rostro era irreconocible, pero sabía que era él. No tenía piel en la cara, no había ojos inexpresivos. La sangre era tal que lo envolvía todo en una profunda oscuridad. Él tampoco iba a volver.
Mientras veía como alzaban su cadáver, se fijó en el pecho de Mark. Lo había visto moverse. Estaba respirando. Aún estaba vivo. El problema sería sacarlo de allí. La explosión los había lanzado algo lejos y había hecho desaparecer la tienda. Técnicamente, estaban fuera. Pero sus cuerpos estaban doloridos, y eso era un inconveniente. El líder ya había recibido un golpe como ese anteriormente, pero esta vez, había estado demasiado cerca de la explosión; aunque Jeno lo había cubierto, al igual que Jaemin a Jisung, así que el golpe había sido menor. Estaban bañados en sangre y llenos de arañazos, eso sí, pero al menos conservaban todas sus extremidades.
A medida que su adrenalina disminuía, Jisung podía sentir la picazón y el dolor punzante en sus brazos. No tenía piel en los dedos y parte de su mano derecha, y su contraparte izquierda había perdido algún dedo a mayores. Sus piernas no estaban mucho mejor, pero si se esforzaba, podría levantarse. Mark se veía en una situación parecida a la suya. La pregunta ahora era, ¿realmente valía la pena?
-Mírate, chico. - habló una voz conocida. - Como has acabado. Si tan solo no hubieses sido terco y te hubieses unido a mí. -gruñó arrodillándose al lado de Mark.
Sobaka. El temido perro rastrero de Sam los había venido a buscar. Aunque no podían sobrevivir a las balas, era demasiado sospechoso que no hubiesen sido capaces de detectar el ataque. Renjun y Haechan tenían la capacidad para aquello y más, por eso Jisung no lo entendía. A no ser que un tercero en discordia como el Perro de Presa entrara en juego. Como bien sabía, un can no se separa de su manada, así que cabía esperarse al otro integrante del Terror Ruso. Charles Petrov era alguien mordaz y sin escrúpulos que los torturaría incluso estando muertos solo por el mero placer de oír el crujido de sus huesos bajo las presas de metal. Si aparecía por allí, ya podía darse por muerto de verdad.
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Vida
FanfictionFANFICTION - NCT Post-apocalipsis. En un mundo que sufre las consecuencias de su rebelión contra lo inevitable de su creación, la humanidad debe buscar la manera de sobrevivir y adaptarse a las circunstancias. ¿Cuál es el valor de una vida? ¿Quién...