Capítulo 9

12 4 8
                                    

Fair City era en centro comercial descomunal, aunque teniendo en cuenta todo el área que se suponía que debía abastecer, se quedaba algo pequeño. Para los, ahora, diez jóvenes, la superficie a cubrir era demasiado peligrosa dado que había muchos espacios abiertos y, por mucho que se supieran los horarios, siempre podía haber algún desviado escondido en los establecimientos. 

-Bien, el grupo de Minjoon os quedaréis en la planta baja, el resto subiremos a la segunda planta. - decidió Taeyong.

-Aquí están los horarios y cuantos ciborgs deberían estar en cada tienda según la hora. Todos vuestros relojes funcionan, ¿cierto? - dijo Doyoung entregando una hoja a Mark. -Haechan tiene otra copia por si acaso. 

-Tened cuidado, ¿vale? No os confiéis, nunca se sabe. - finalizó el de pelo gris.

En cuestión de segundos, ambos grupos se encontraban subiendo las escaleras mientras sus designados conductores esperaban por ellos en el coche. Debían estar preparados en caso de que hubiese que realizar una huida improvisada. Sus pisadas eran sigilosas pero rápidas, tratando de aprovechar hasta el último milisegundo que podían. 

Una vez llegaron al primer piso, los dos equipos se despidieron con señas y continuaron sus caminos por separado. Encabezados por Jaehyun, los menores giraron a la izquierda hacia el pasillo principal, mientras que los liderados por Taeyong tomaron la ruta de la derecha hacia las siguientes escaleras. 

-Las tres primeras tiendas del lado derecho están ocupadas por ciborgs ahora mismo. Las de alimentación empiezan allá al final del pasillo, justo al lado del cartel rojo. - susurró Haechan mirando la hoja que llevaba consigo. 

-Bien, avancemos con cuidado. - ordenó Jaehyun.- Yo iré primero, Mark, vigila la retaguardia. Ol... Liv, tú sálvale el culo a Hacehan en caso de que la líe. 

-¿Soy la niñera o algo? - protestó Liv con una mueca sorprendida, aunque no pudieran verla a través de la máscara.

-Menos mal que el arma no te la has dejado en el coche como la gracia de ese comentario. - bufó el menor de pelo castaño.

-¡¿Vais a pelear ahora?! - les gritó Minjoon a través del walkie-talkie. Era necesario estar conectados en todo momento, aun si podían intervenir o inhibir la señal. -Además, deberías cerrar el canal o voy a pensar que estáis en una emergencia.

-Perdón - dijeron los dos al unísono.

-Solo trataba de quitarle un poco de hierro al asunto, los pequeños se ven algo tensos. - se excusó el mayor de los cuatro presentes.

-Pues menos jugar y más centrarse.- riñó el cabecilla del equipo.

-Sí, señor. -contestaron los tres hombres antes de apagar el transmisor.

Olivia no sabía muy bien como trabajaban en ese grupo, pero si en algo era buena era en saber adaptarse a cualquier situación, aunque ya sabía que esperarse de Mark, al menos tenía un vago recuerdo de lo ágil y rápido que era. 

Una vez más, se pusieron manos a la obra. Agachados, fueron pasando por delante de escaparates repletos de ropa y electrodomésticos nuevos y relucientes que captaban su atención descaradamente. Estaban en tan buen estado que verlos era doloroso hasta el punto de que los chicos sentían punzadas en el pecho. Tantas cosas que mejorarían su calidad de vida pudriéndose del asco en escaparates a los que los clientes acudían siempre de la misma manera a admirarlos y abandonarlos, ahí encarcelados hasta que otro (im)posible comprador venga a apiadarse de ello y le dedique unos minutos de gloria a otra hora predeterminada. 

Más pasos enmudecidos y más cristaleras que se burlaban de ellos, haciéndolos sentir pequeños, inferiores, sucios y pobres. Era una tortura que entraba por los ojos pero dolía hasta el alma. Tan cerca pero a la vez tan lejos de tener unas zapatillas nuevas que envolviesen sus pies en algodones al caminar, de tener voluptuosos abrigos que bloqueasen el frío y la lluvia como si fuesen tan sólidos como una pared de ladrillo y cemento, de poder calentar la comida en su propia casa o peor, de poder almacenarla allí en frigoríficos que mantuviesen la temperatura óptima para evitar que los productos expirasen antes de poder llevarlos a la boca. Ese querer y no poder les empezaba a resultar más doloroso que las propias balas.

VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora