Capítulo 11

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La carrera clandestina a través de las calles del Upper Ground acababa de comenzar. Ambos todoterrenos cogían las curvas con destreza y pisaban a fondo en las rectas con gran velocidad. El rugir de los motores con cada cambio de marchas eran la banda sonora perfecta. Aquello era todo un espectáculo digno de la Fórmula 1; es más, sería mucho más entretenido si no hubiese unos cuantos participantes sin invitación al circuito. 

-Joder, ¿cuántos son? - preguntó Minjoon tratando de contarlos a través de los retrovisores.

-Son cuatro furgones de los grandes. - respondió Doyoung.- Eso son unos treinta y seis policías detrás nuestra.

-¿Asustado, Doyoung?- se mofó Jaehyun por la radio.

-Eres peor que un ciborg con una ametralladora.- bufó el nombrado. -¿Te crees que podemos enfrentarnos a todos ellos?

-Calculo que tenemos un cien por cien de probabilidades de ganar.- añadió Yuta a la discusión.

-¡¿Puedes dejar de intentar morirte por todos los medios?! ¡Agh! - le gritó el pelinegro. Lo sacaban de quicio hasta en los peores momentos. - ¿No habrá un día en el que dejéis de ser unos putos capullos sin sentido del peligro?

Todos se rieron de su estresado compañero. Molestarlo era uno de sus pasatiempos favoritos, así que no planeaban dejar de hacerlo.

-No te preocupes, confiamos en Mark. - rio Taeyong.- ¿Listo, chico?

-Yes, sir

El canadiense preparó su arma y bajó la ventanilla. Se asomó levemente para poder ver bien a través de la mira del rifle y, con gran puntería, acertó a las ruedas delanteras de dos de los furgones. Una última bala hizo que un tercero rodase descontrolado debido a la gran velocidad que llevaban, el cual cortó el paso para el cuarto vehículo.

-¡Eres un puto as!- celebró Yuta.- Recuérdame que te felicite en persona cuando bajemos del coche.

-Recuérdame que te impida eso.- dijo Taeyong.- Mark tiene derecho a respirar como todos. La última vez que lo abrazaste así, casi se nos va. -rio.

-Gracias.- se escuchó a Mark en el aparato. La señal era la poca que había, así que no era de extrañar que las voces llegasen con retraso. 

-¿A qué te felicite o a que Taeyong no me deje hacerlo? - El silencio reinó en la línea durante unos segundos. - Me tomaré eso como un sí a que te felicite. - declaró el japonés.

De pronto, unas estruendosas sirenas comenzaron a sonar en toda la zona norte de la ciudad. Nunca antes habían oído algo así, por lo que todos se pusieron en alerta de inmediato. 

-¡¿Qué coño es eso?!- gritó Jungwoo algo asustado.

-¡No tengo ni idea, nunca lo había oído! - le respondió Jaehyun tratando de hacer que su voz sonase más fuerte que la alarma. 

En el otro coche, los chicos se encontraban igual de confundidos. 

-¡¿Hacen una purga aquí y nos venimos enterando ahora?! - comentó Haechan. 

-¡Pues ojalá nos ahorren el trabajo y se maten todos entre ellos! - dijo Mark subiendo la ventanilla lo más rápido que podía, esperando que esa acción fuese capaz de mitigar el bullicio.

-¡No me jodas!- gritó Doyoung frustrado. -¡¿Qué cojones es eso?!

Los tres pasajeros de la parte de atrás asomaron sus cabezas al unísono para tratar de averiguar a qué se refería el pelinegro. Sus ojos se abrieron como platos en cuanto vieron el gran portón metálico descender lentamente para cerrar la única salida que tenían. 

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