Cɑpítulσ Veiƞtisiete.

45 6 2
                                    

—¿Hermano?— Alice asoma la cabeza por la puerta de la habitación de Gael. Al no tener respuesta, duda si entrar o no.

—Recuerda que Dylan dijo que lo llamemos por su nombre.— Lilly también asoma su cabeza y termina por entrar primero, se acerca a la cama y sacude el hombro contrario.
—Gael.

Estuvieron toda la tarde esperando para verlo despierto y poder hablar, pero el Omega se negó a salir.

—¿Uh?— el pelinegro abre los ojos y se sienta, mira a las niñas con gesto confuso y luego decide volver a acostarse.

Las gemelas bajan la cabeza y tratan de retener el llanto para poder hablar. No les gustaba ser ignoradas por él.

—Anoche tuve una pesadilla y me hice pis, Sofía me llamó sucia y me regañó mucho.

—Nosotras no queremos estar con ella, te mintió y dijo cosas muy feas.

—Hermano, queremos estar contigo y con Dylan.— Lilly solloza y cubre su rostro con ambas manos.

Alice agarra la mano de su hermana y tira de ella para salir de la habitación, sin embargo, Gael se levanta de golpe y las rodea en un fuerte abrazo. Ambas comienzan a llorar y se aferran a él.

—Está bien, todo estará bien.— susurra el Omega, se separa de las niñas y las guía hasta un rincón. Allí están todas las almohadas y mantas acomodadas en forma circular. Las cortinas están corridas y la luz de la luna traspasa para dar sobre el nido.

—¿Qué es esto?— pregunta Alice mientras se seca las lágrimas.

—Es mi nido, es cómodo y podrán dormir bien. Vamos, entren.— las empuja con suavidad y luego se adelanta para acostarse en medio.

Lilly es la próxima y se acomoda a su lado, se acurruca y agarra parte de su pijama. Alice duda un momento, pero termina por acostarse del otro lado y también agarra su ropa.
Gael deja un beso en cada frente y cierra los ojos con intención de volver a dormir.

.
.
.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

.
.
.

Me asomo a la habitación de mis hermanas y arrugo el ceño al no verlas en la cama. Doy media vuelta y me dirijo a la habitación de Gael.
Entro sin tocar y veo a los tres acostados en frente del gran ventanal.

Gael logró armar su nido y esta es la segunda vez que las niñas están con él. Gracias a eso, ahora es imposible desarmar ese montón de mantas y almohadas, Gael no deja acercar a nadie, excepto a mí y a las niñas.

—Ya está el desayuno.— me acerco al nido y me arrodillo para mover a cada uno.

Mis hermanas son las primeras en reaccionar y se levantan.

En Este Mundo Maldito, Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora