Cɑpítulσ Cuɑɾeƞtɑ ʮ Dσs.

84 5 3
                                    

—Mmm.

Doy vueltas en la cama sin querer levantarme. Es cómoda y las mantas se sienten cálidas. Sin embargo, mi cerebro hace su trabajo y todos los recuerdos aparecen juntos.
Me siento abruptamente y aparto las mantas para poder levantarme.

—¿Dónde estoy?— observo la habitación, confundido y algo asustado.
—¿Sami?— lo llamo sin obtener respuesta. Respiro profundo y decido salir. Llevo puesto un pijama algo grande, quizás es la ropa de Samuel.

Abro la puerta con cuidado y asomo la cabeza para ver el exterior. Veo un pasillo largo y varias puertas, al final se ve una luz y voy hasta allí.

—Vaya, es una casa grande.— susurro mientras camino, toco la pared y observo cada detalle.
—Sami...

Llego al final del pasillo y me encuentro con una escalera, comienzo a bajar y todo comienzan a iluminarse. La habitación estaba a oscuras, pensé que era de noche, pero el sol está en lo alto.

—¡Samuel!— llamo más fuerte y sigue sin aparecer. Extraño, él lo hace al primer llamado.
Recorro la sala y toco cada mueble que cruzo, todo se ve impecable y sin rastros de tierra.
¿Es su casa?
Aunque se ve solitaria.

Llego a la puerta y trato de abrirla, pero está cerrada. Muerdo mi labio inferior y trato de mantener la calma. No sé dónde estoy y Samuel no aparece.
¿Qué sucedió después de eso? ¿Mis hermanos me están buscando?
¿Por qué planearon todo esto?

Suspiro y me cubro los ojos con una mano, la cabeza me duele y no quiero pensar en nada.

Camino de regreso a la sala y me asomo por una ventana que hay allí. Todo lo que veo son algunos árboles y un muro rodeando la propiedad, el jardín es grande y está un poco descuidado.

—Gael.

Brinco del susto y volteo rápido. Samuel está en medio de la sala, su ropa es completamente negra y parece desprender un aire más frío de lo normal.

—¡Sami!— corro hasta él e ignoro todos los detalles que me indican lo peligroso que es.
—¿Dónde estamos? ¿Qué pasó? ¿Sabes algo de mis hermanos? ¿Por qué estás tan frío?

—Estamos en una casa alejada del continente norte, luego de sacarte de ese lugar te traje aquí y estuviste durmiendo por todo un día. No sé nada de ellos y esta es mi temperatura normal.— responde a cada pregunta. Sus brazos me rodean con fuerza y presiona la nariz contra mi cuello.

Mi piel se eriza ante el contacto y me alejo un poco para verlo a la cara. Llevo mis manos hasta sus mejillas y las acuno, no me gusta que esté así.

—¿De verdad no sabes nada?

Niega mientras se apoya en mi toque.
—Estuve cuidándote y salí un rato a traer todo lo necesario para ti. ¿Cómo te sientes?— se agacha un poco y acerca su rostro hasta apoyar la frente contra la mía.
—Gael, estoy feliz de tenerte conmigo.— cierra los ojos y sonríe un poco.

—Yo también estoy feliz de estar contigo.— confieso y también cierro los ojos. Estar con él me hace sentir seguro y cómodo. Samuel me gusta y esta es una oportunidad de conocerlo más.

Siento un toque en mis labios y sonrío para luego pasar los brazos por sus hombros y atraerlo más a mí. Nuestros labios se unen en un profundo beso, dónde su lengua se adentra a mi boca y recorre todo a su paso. La sensación fría me hace temblar un poco y pongo más fuerza en mis brazos.

—Olvídate de ellos, Gael, sólo piensa en mí.— susurra cuando nos separamos. Deja cortos besos por mi mejilla y baja hasta mi cuello, dónde pasa su lengua y se aleja.

En Este Mundo Maldito, Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora