Cɑpítulσ Tɾeiƞtɑ ʮ Uƞσ. ‹Pɑsɑɗσ-Pɑɾte I.›

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Un circo visita la ciudad cada año, se queda durante una semana y cuando se va, cuatro niños siempre desaparecen.

Mamá dice que son ellos los que se los llevan, por eso nunca me dejó ir al circo. Sin embargo, la verdadera razón es por el color de mi cabello y ojos.
A las personas les asusta mi apariencia y me evitan como si fuese una peste.

—Oye, niño maldito, regresa a tu casa.— me lanzan algunas cosas y logro esquivarlas, no quiero tener golpes que preocupen a mi mamá.

Niño maldito, demonio, bastardo. Son algunos de los sobrenombres que me han puesto, mamá es la única que me llama por mi nombre.

—Mamá, estoy en casa.— cierro la puerta y dejo mi mochila en un rincón.

Mi papá nos abandonó cuando cumplí los diez años. Me dijo que no soportaba mi cara y acusó a mamá de serle infiel.

Espero unos segundos, pero no hay respuesta. Voy hasta su habitación, la puerta está un poco abierta y me asomo para ver si está allí. La escena frente a mis ojos me hace gritar y retroceder hasta chocar contra la pared.

—¡Sam! ¡Vete!— los gritos de mamá resuenan en mis oídos y me cubro la boca.

Luego de eso, mis recuerdos son confusos. Esos hombres abusaron de mi madre durante todo el día, preguntando una y otra vez en donde estaba mi padre. A mí me dejaron en un rincón de la habitación.

¿Qué hicimos para merecer esto? ¿Será verdad todo lo que me dicen? ¿Soy alguien maldito?

La sangre se desliza por mi pecho y llega al suelo. Intento con desespero detenerla con mis manos, pero es inútil, el corte en mi cuello es muy profundo.

Los hombres, que vinieron en busca del dinero que les debe mi papá, se fueron sin mirar atrás. Me dejaron solo con toda la casa destruida y con el cuerpo sin vida de mamá a mi lado.

Giro como puedo y escupo toda la sangre que se acumula en mi boca. No voy a morir así, no lo haré hasta que pueda vengarme de ellos.
Me arrastro hasta llegar afuera, la luna alumbra un poco la oscura calle y me deja ver con algo de dificultad. Quizás esté más alumbrado, pero la pérdida de sangre ya me está afectando.

—¿Uh? ¿Qué te sucedió, niño?

Nadie vive alrededor de nuestra casa, no tenemos vecinos y la gente esquiva acercarse aquí.

—¿Necesitas ayuda?

Un aroma extraño llega mi nariz y arrugo el ceño. Es un Alfa al igual que yo y esos hombres.

No sé si respondí, pero siento su mano posarse en mi cabeza. Mis párpados pesan y mi mente se adormece.

¿Quién diablos es este hombre?


Al abrir los ojos lo primero que veo es el cielo todo cubierto. Es mitad de año y el invierno está comenzando.

—¿Es-Estoy vivo...?— murmuro, llevo una mano hasta el costado de mi cuello y percibo una fea cicatriz.

La lluvia comienza a caer, me quedo recostado sobre el suelo y suelto una fuerte carcajada.
Maldito o no, ya no me importa, estoy vivo y cumpliré mi deseo.
Todos pagarán por hacernos sufrir.

Me levanto y camino a paso lento hasta entrar a mi casa. El cuerpo de mamá sigue allí, pero en lugar de estar sobre el piso, está sobre una sábana y bien vestida.

¿Habrá sido ese hombre?

Agarro una pala y voy al jardín trasero. Mi madre tendrá un entierro, no será como los demás.
Las minutos pasan, termino mi tarea y me quedo arrodillado frente al montón de tierra. No tengo ninguna emoción, no hay tristeza ni odio.

En Este Mundo Maldito, Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora