Cɑpítulσ Tɾeiƞtɑ ʮ Tɾes.

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Samuel dejó de molestar a Luke y por fin pudimos dejar la ciudad. El viaje fue largo y el cambio de clima nos sentó un poco mal.

Las niñas se resfriaron y mi celo se adelantó. Por lo que tuve que aceptar que alguien se quedara a cuidar a mis hermanas.
A diferencia de mi anterior ciclo, este fue más doloroso y no estaba tan desesperado por darme placer. Ni siquiera pensé en eso, sólo quería que terminara.

—¿Estás cansado?

Levanto la mirada y me topo con Lilly, quien me mira con ojos grandes. Alice está a su lado, sólo que ella mira para otro lado.

—¿Quieren hacer algo?

Ambas asienten. No hemos podido salir a recorrer desde que llegamos. Las niñas están ansiosas por ir a ver el mar y poder usar sus vestidos sin necesidad de otros abrigos.

—Pero si estás cansado podemos esperar. Mañana también tenemos el día libre.— Alice me mira y explica mientras mueve sus manos.

Sonrío y dejo salir un suspiro. Ellas empezarán la escuela el lunes, otro motivo para estar ansiosas y no poder quedarse quietas.

—Vamos, daremos un paseo hoy y mañana hacemos otra cosa.— me levanto y espero unos segundos antes de dar unos pasos.

—¿Hablaste con Dylan?

—No, llamará en cualquier momento. Iré a cambiarme, estén atentas a mi celular.

—¡Okey!

Me dirijo a la habitación que fue destinada para mí. El señor Aldo mandó a organizar todo y la mayoría de cosas fueron cambiadas.
¿Por qué insiste en hacer todo suave?

—¡Hermano!— Alice llega corriendo.
—Es Dylan, dice que tiene que decirte algo muy importante.— entrega el celular y lo tomo, ella se retira de igual manera en la que vino.

—¿Hola?

—Buenos días, Gael.


El tono de Dylan es alegre, ¿sucedió algo bueno?

—Mañana voy para allá con ustedes, el señor Abbey también me acompaña.

—¿También? ¿Pasó algo?

—No realmente, pero parece que el señor A te quiere mucho, tanto que decidió darte un lugar para que puedas hacer tus pasteles y venderlos. ¡Felicidades!


—¿Qué?— no sé que más decir. El señor Abbey está siendo muy bueno. ¿Por qué?

—¿No estás feliz? No tienes que preocuparte, el señor A sólo está agradecido de que hayas salvado la vida de su nieto otra vez.


—Tienes razón, es sólo que me tomaste por sorpresa...

—¡¿Ya estás listo?!

El grito de las niñas me hace sobresaltar. Termino de ponerme las zapatillas y acomodo el pantalón corto.
Nunca los he usado y la tela se siente suave. Son cómodos.

—¿Saldrán? No recorran tanto, yo también quiero ir con ustedes.

Suelto una risita mientras llego dónde están esperando mis hermanas.

—El señor A dijo que un circo irá a la ciudad. ¿Podemos ir? Ya les dije a las niñas.

—Claro, suena divertido.— les extiendo una gorra a cada una.
—Nunca he ido a uno... ¿Hola?

La llamada se corta de repente y observo el teléfono, confundido.

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En Este Mundo Maldito, Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora