Extɾɑ Tɾes.

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Es extraño. Sé quién es Samuel, él mismo me lo dijo y también escucho a las personas hablar sobre lo aterrador que puede llegar a ser.
Es extraño porque nada de lo que dicen concuerda con Samuel, quien me sacó de ese orfanato y me cuido siempre.

—Gael, vas a llegar tarde.— su voz me saca de mis pensamientos y me apresuro a salir de la habitación.

A mis diecinueve años sigo sin comprender el porque del miedo hacia Samuel. Puede lucir serio y frío, pero la sonrisa que adorna su rostro es suave, llena de calma.

—¿A qué hora sales? Iré por ti.

—No, no es necesario.— digo mientras acomodo los libros dentro de mi mochila.
Hasta ahora, como prometió, nadie sabe que estoy bajo su cuidado.
—Mis amigos y yo iremos al parque de diversiones al salir de la universidad. Jake dijo que hay una casa del terror nueva y es más aterradora que las demás.

No dice nada, subimos al coche y espero alguna respuesta, pero él sólo mantiene la vista al frente.

—Sami...

—No llegues tarde a casa.— el tono usado es bajo y sin emoción.
Inclino la cabeza más cerca suyo y lo miro fijamente.

—¿Quieres que vaya contigo?— busco su mirada con insistencia hasta lograr que él me la devuelva.

Los ojos opacos de Samuel son un misterio, no reflejan nada. Hay ocasiones en las que me molesta no saber lo que está sintiendo, como ahora.

—Sami.— juego con mis manos de forma nerviosa. Sé que en algún momento todos sabrán, pero no quiero que ese día llegue tan rápido.
—Podemos ir juntos durante el fin de semana.

—Está bien, diviértete hoy con tus amigos y recuerda no volver tarde, es peligroso andar de noche por las calles.

Permanecemos en silencio hasta llegar a la universidad. No está convencido, Samuel es protector en exceso y rara vez deja que salga con mis amigos, aunque últimamente está cediendo sin problemas.

—Adiós, Sami.— dejo un rápido beso en su mejilla y salgo del coche al ver a mis amigos en la entrada. Los tres chicos voltean al verme y levantan la mano para saludar.

—¿Cuándo vas a presentarnos a tu hermano?— Jack rodea mis hombros y mira de forma disimulada hacia Samuel.

—Hemos estado justos desde la primaria y no lo conocemos, ¿por qué tanto misterio?

—Lo haré algún día.— retiro el brazo al sentir una presión en mi pecho.
—Entremos.

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—¡Vamos, chicos! No pueden estar asustados sólo con eso.— Leandro se ríe de nosotros sin compasión. La casa del terror resultó ser muy aterradora.

—¿De qué te ríes? Recuerdo sentirte prendido a mi espalda y gritando como una niñita.

Ambos comienzan a pelear sin importarles que los demás los vean. Los dejo allí y voy hasta uno de los puestos de comida.
Ya es tarde, no me di cuenta que era de noche al estar dentro de la casa, Samuel debe estar preocupado.

En Este Mundo Maldito, Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora