Cɑpítulσ Tɾeiƞtɑ ʮ Ciƞcσ.

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Puedo hacerlo, puedo ignorar sus palabras y seguir con mi vida, pero él dijo que vendría si no voy a su encuentro.

—¿No te gusta?— Dylan me mira desanimado.

—¡Por supuesto que sí! Está genial.— muevo las manos y retiro todo pensamiento sobre Samuel.
—Está muy lindo, sigo sin creer que pueda hacer mis pasteles y venderlos aquí.— toco el mostrador blanco y veo las decoraciones en rosa. Lilly va a estar emocionada cuando lo vea.

—Yo tampoco puedo creer que nos esté yendo bien, con ayuda claro, pero de igual manera...— baja la cabeza y parece perderse en sus pensamientos.

Suspiro y también me quedo callado. Todo está saliendo bien y me da miedo que algo suceda.
Muevo la cabeza y veo por el gran ventanal a alguien parado.

—Sami...— su nombre se me escapa y me apresuro a salir de la tienda. Observo hacia todos lado y no veo a nadie.
¿Fue mi imaginación?
El papelito con el nombre del parque está guardado entre mi ropa, aunque no es necesario, ya que lo tengo grabado en mi memoria.

—¿Qué sucede? ¿Viste a alguien?

Volteo a ver a Dylan con sorpresa y él me mira confundido. Niego con lentitud y entramos de nuevo.

—Puedes empezar cuando quieras, el señor A dijo que...

—Dylan.— corto sus palabras y agarro mi mochila.
—Vámonos.— sostengo su brazo y lo saco de la tienda, cerrando con llave cuando salimos.

—¿Estás bien, Gael? Desde nuestra visita al circo estás muy distraído.— frena sus pasos y se interpone en mi camino. Coloca las manos en su cintura y su ceño se arruga.
—Y no me mientas, por favor.

—Si te digo, te vas a preocupar.— apoyo las manos en sus hombros.
—Por cierto, ¿cómo vas con Luke? El señor Abbey me dijo que lo ve felíz y con muchas ganas de terminar sus estudios.

—Estamos bien, Luke ya está viendo a qué universidad ir. La de acá es linda, pero no le gusta.

Seguimos caminando y el tema se desvía a él.

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—No iré.— murmuro, abrazo la almohada y oculto el rostro allí.
—No puedo querer ir.

Bufo y me levanto de un salto, busco un cambio de ropa y miro por la ventana. Es una noche cálida y agradable.
Aldo dijo que los incidentes aquí son menores, pero existen y hay que tener cuidado.

—Sólo iré para escuchar lo que tiene que decir.— abro la puerta de mi habitación con cuidado.

¿A dónde fue todo mi miedo por él?

Camino despacio para hacer el menor ruido posible, llego a la puerta principal y suspiro aliviado. Salgo y respiro profundo antes de pasar por el jardín y llegar a la calle.

—Señor Stewart.

Brinco por el susto y pongo una mano en mi pecho. Giro a ver a Jack, quien se encarga de llevarnos a dónde queramos y también, aunque no lo diga, me mantiene vigilado.

—No me estoy sintiendo muy bien, así que voy a dar un paseo. El señor Abbey ya sabe.

—¿A dónde quiere ir?— cruza sus brazos y se mantiene firme en su lugar.
—Es tarde, los delicuentes andan por toda la ciudad.

—Jack, por favor...

—Lo llevaré a dónde quiera. Ya sabe que mi trabajo es vigilar cada movimiento que haga, su encuentro con ese hombre lo ví, pero no le dije nada al señor Abbey.

En Este Mundo Maldito, Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora