ꨄ︎Wolf [Bakutodo]

ఌ︎Capítulo 32

Sangre..

Aquel era el aroma que yacía impregnado en el aire, siendo un olor que no se desvanecería con suma rapidez, al fin y al cabo la cruda escena seguía transcurriendo en esos instantes y no aparentaba que fuese a culminar pronto.

La carne del traidor era desgarrada sin piedad alguna por la bestia que se encontraba encima suyo que, no contento con dejarlo sin un brazo, ahora parecía estar deseoso por arrancarle la piel de la zona del pecho con ayuda de sus garras, a las cuales movía con lentitud con el afán de torturarlo y de extraerle sus entrañas en algún punto.

-¡P-piedad! ¡P-por favor! ¡Q-que alguien me ayude! -suplicaba horrorizado y desesperado el azabache ante aquella lenta y dolorosa tortura que acabaría con su vida tarde o temprano.

No obstante..

Nadie hizo nada..

Ni movió un solo dedo..

El único que quiso intentar algo fue Sky, el dragón de Sero, quien al ver el estado de su jinete quiso salir a defenderlo; sin embargo, Riot no dudó en interferir, consiguiendo hacer retroceder al otro de un solo feroz y fuerte gruñido.

Así mismo, Katsuki ahora se encontraba dominado por sus más bajos y salvajes instintos, de tal manera que no estaba dispuesto a permitir que alguien evitara que concretara su tan anhelada venganza que la consideraba justa y necesaria en ese caso.

¡Sero merecía sufrir!

Experimentar siquiera el triple de dolor que padeció su copito tras ser lastimado por la espalda y atravesado por una espada sin clemencia alguna. Debía de pagar por cada lágrima, grito y desesperación que fue causada en esos instantes por la tan trágica escena en el día que se suponía que sería el más feliz de la vida de su leannán y suya.

También merecía perecer de cruel forma en compensación del fallecimiento de su cachorro, sentir el profundo dolor que por su parte cargaba desde hace dos años y además que su futuro le fuera arrebatado sin piedad de la misma manera que él lo había hecho por mero egoísmo.

¡Necesitaba matarlo!

No podría estar tranquilo hasta que el último aliento del azabache se escapase de sus labios o que la última gota de sangre de este se derramara en el suelo y que se uniera al carmín tono que dominaba ahora a los alrededores.

Retomando con lo otro, desgarró tanto la piel del pecho que de un minuto a otro pudo sentir que ya le faltaba poco para poder clavarle sus garras en el interior del abdomen; no obstante, se detuvo en ese instante y no por dar clemencia, sino que su deseo de venganza no sería satisfecho si se limitaba a sacarle a la fuerza los órganos en esos instantes.

Eso lo dejaría para después..

O mejor dicho, dentro de poco

Al fin y al cabo si la escoria de Sero lograba sobrevivir de milagro, debía de asegurarse de poder dejarle una herida que afectaría a su orgullo de por vida.