El viento soplaba con tranquilidad, el cielo estaba despejado, y la tranquilidad cubria por completo la Capital de la Libertad. Los ciudadanos de Mondstadt hacían sus actividades comunes, todo parecía estar yendo bien, cuando repentinamente, una enorme criatura sobrevolo la ciudad.
Las expresiones fueron de una absoluta calma, todos siguieron con sus actividades como si nada, pero la felicidad se hacia notar.
La bestia qué alguna vez trato de aniquilarlos, ahora sobrevolaba la ciudad de Montaña de una forma protectora. Las alas de Dvalin hacían qué la ciudad fuera golpeada por una ventisca de aire que alguna vez fue violenta, pero ahora solo transmitía aires de protección y seguridad.
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Fuera de la ciudad, a varios metros de la entrada, más específicamente en una especie de montaña qué en si era pequeña, pero lucía algo alta, se encontraba un peliverde qué estaba sentado en el borde, y miraba la ciudad de Mondstadt con una sonrisa que transmitía tranquilidad y alegría.
Un suspiro de tranquilidad fue soltado y oído, Izuku veía a Dvalin vigilar la ciudad, mientras su cuerpo desprendia un ligera aure del elemento Anemo, significando la pureza qué ahora residia en él.
Habían pasado unos tres días desde que habían salvado a Dvalin, y ahora que finalmente volvía a ser lo que debía ser, ahora el dragón estaba comprometido a proteger la ciudad como era debido.
Tras unos segundos, Dvalin se había alejado de la ciudad, para empezar a alejarse de esta y pasar por donde estaba Izuku. Una ligera ventisca golpeó su rostro e hizo que su verdoso cabello, así como la mascara y la capa de su traje, se movieron sutilmente. El ojiverde solo vió al dragón con una pequeña sonrisa, mientras lo veía elevarse hacia las nubes para terminar de desaparecer en éstos.
Izuku miró la dirección en la que se había ido Dvalin, para segundos después volver a centrar su atención en la bonita vista qué tenia. El aire entró de sobremanera en sus pulmones, inflando notablemente su pecho y este se desinflara una vez que fuera expulsado, a la vez que Izuku se recostara suavemente en el verdoso césped.
Sus manos desnudas se posaron en su pecho, mientras sus verdosos ojos veían el hermoso cielo azul qué era reflejado en estos. Sus guantes yacían en el césped, mientras en su muñeca estaba sus brazaletes qué no estaban en uso, dejando expuesto su brazo al completo.
Lentamente los ojos del joven empezaron a cerrarse, sus párpados se hicieron pesados y en menos de lo esperado estos empezaron a ver total oscuridad. La tranquilidad del aire qué movía sutilmente las hojas de los árboles, sumado al excelente clima qué había, hacia que fuera inevitable poder echarse una pequeña siesta.
Izuku descansaba plácidamente en el césped, mientras arriba de él las nubes se movían lentamente, parecía que iba a ser una buena siesta que se tenía merecido, y parecía que nada iba a interrumpirla.
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La vista era nublada, no se podía distinguir lo que había al frente, pero en menos de lo esperado, la visión empezó a ser más clarificada, hasta que finalmente se podía ver por completo lo que había.
Izuku abrió sus ojos, y al hacerlo, se encontró en un lugar totalmente desconocido. La sensación de desconcierto lo invadió de inmediato, como si hubiera sido arrastrado de un mundo a otro en un abrir y cerrar de ojos. Mientras miraba a su alrededor, todo parecía surrealista, como si hubiera sido transportado a un rincón de su mente que le era desconocido explorar.
Sus ojos empezaron a examinar el lugar, solo para que la sorpresa lo invadiera de una al notar que se encontraba de nuevo en aquél lugar que había estado la primera vez, ahora se encontraba recostado en aquél verdoso árbol qué le daba sombra y por alguna extraña razón le transmitía demasiada comodidad.
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Las Memorias Perdidas De Un Héroe
FanfictionLas memorias, esa asombrosa habilidad humana para atesorar los momentos y revivirlos, incluso después de décadas, son fundamentales para nuestro crecimiento y evolución. Nos definen, nos conectan con nuestro pasado y nos guían hacia el futuro. Pero...