Las Memorias Perdidas De Un Héroe

La Resistencia

"Es fuerte, ¿no?"

"Es una mujer con una destreza increíble, y creer que logró superarlo..."

"Tiene una fuerza increíble; este mundo tiene a seres bastante fuertes después de todo."

"¿Cuándo fue la última vez que fue derrotado de esta manera?"

"En algún punto tenía que haberse topado con alguien de su nivel..."

"¡Estoy impaciente! ¿Cuándo podremos hablar con él? ¡Quiero que demuestre de que es capaz realmente, ni siquiera estaba yendo con todo!"

"Aunque se las arreglaba antes sin nosotros, no puedo evitar querer ayudarlo de una vez."

"Calma, calma, ya falta poco, tranquilos... Por el momento... veamos como se desenvuelve."

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Silencio y oscuridad...

Eran las palabras perfectas para describir el ambiente actual, nada que sobresaliera de aquél vasto y callado lugar que podría llevar a la locura a cualquiera por la ausencia de ruido.

Pronto, una luz se haría presente para que a medida que los segundos pasarán, la luz se intensificara hasta el punto que ahora todo era difícil poder ver algo.

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Entre el susurro suave de la brisa y el murmullo de las hojas mecidas por su caricia, la luz comenzó a desvelar los secretos ocultos en la penumbra. A medida que los destellos se disipaban, el escenario adquiría una claridad cristalina, revelando sus misterios con una nitidez impactante.

Emergiendo ante el fulgor del día, un árbol exuberante y frondoso se alzaba majestuoso, acogiendo con benevolencia los cálidos rayos solares que se filtraban entre sus ramas. El clima, en su apacible calidez, confería al ambiente una serenidad reconfortante, mientras el cielo azul se adornaba con nubes que danzaban al ritmo de la brisa.

Bajo la sombra protectora del árbol, una figura se recostaba con gracia en el tronco, su cabello verde oscuro exudaba una vitalidad única, mientras unas pecas en forma de diamante adornaban sus mejillas con un encanto singular. Vestido con un atuendo que evocaba distinción y prestigio, la figura parecía estar en perfecta armonía con su entorno.

Con un parpadeo lento, los ojos de la figura se abrieron, revelando dos gemas verdes que irradiaban una luz propia, como si fueran fragmentos de esmeralda resplandecientes. Un suave bostezo escapó de sus labios mientras se despertaba del letargo, y lentamente comenzó a tomar conciencia de su entorno.

"¿Cuánto tiempo he dormido?" murmuró la figura, mientras sus manos acariciaban suavemente su rostro, tratando de despejar las sombras del sueño. Al levantar la mirada, sus ojos se encontraron con el tapiz de hojas verdes y el cielo azul que se extendía sobre él, lo que dibujó una sonrisa reconfortante en sus labios.

"¡Midoriya!"

De repente, una voz llamó su nombre desde la distancia, rompiendo la paz del momento. El joven se giró hacia la fuente del sonido, encontrándose con otro individuo que se acercaba, vestido con un uniforme similar al suyo. Sin embargo, algo parecía fuera de lugar: no podía distinguir claramente los rasgos faciales de la persona, como si estuviera velada por una neblina, algo que ya había visto hace un tiempo.

"Uff, aquí estás de nuevo, Dios... Deberías avisar cuando decides venir por aquí", reprochó la voz al joven peliverde, quien soltó una risa nerviosa y se frotó la cabeza. A diferencia de la vez anterior, las voces sonaban más claras y menos distorsionadas, algo que no podía pasar desapercibido.